Me encontraba en España y decidí saltar el estrecho de Gibraltar hacia Marruecos. Un vuelo de dos horas desde Madrid me dejó en Marrakech. Fui al hostel Dream Kasbah donde me bañé y salí a recorrer las laberínticas callejuelas de la Medina.
Marrakech es una ciudad amurallada y se ingresa por diversas puertas ubicadas a lo largo de la amplia pared que rodea la zona antigua. Crucé al cementerio musulmán de Sidi Es-Souheyli donde un policía me impidió el paso y sacar fotos del lugar.
A la distancia detecté el alminar de la Kutubia, la construcción más alta y emblemática. La terminó de construir en el siglo XII el SultánYakub El-Mansur. Su minarete mide 70 metros y por ley sagrada ninguna construcción de la ciudad puede superar esa altura.
Abundan los puestos donde preparan jugo de naranjas recién exprimidas por 4 dirhams (50 centavos de dólar) el vaso. El sonido de las flautas de los encantadores de serpientes llena la plaza y los ofidios obedecen a su cadencia. Me acerqué para observar el curioso espectáculo. El encantador me permitió hacer fotos (previo pago) y me entregó una de las serpientes. Era fría y gomosa al tacto. Comer aquí es la opción más económica y autóctona.
Al día siguiente me interné en los zocos. Me perdí sin darme cuenta y en un momento estaba dando vueltas sobre mí mismo. Con paciencia fui sorteando los puestos de ropa, lámparas, teteras, tallas en madera, especias, alfombras y boticarios de exóticos productos. Para darme un respiro fui al hotel de lujo La Mamounia. Me senté en la terraza rodeada de impecables jardines donde un camarero me sirvió té de menta que es la bebida tradicional marroquí. Luego caminé por los amplios espacios verdes del hotel fundado en 1923 donde se alojaron, entre otros famosos, Sir Winston Churchill, Charles De Gaulle y Mick Jagger.
Programé un día completo para viajar a Casablanca junto al Océano Atlántico. La ciudad se hizo famosa a través del film homónimo de 1942 protagonizado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Una viaje en tren de tres horas surcando el desierto y las montañas del Atlas y arribé a la estación de Casa-Voyageurs. Desde allí un taxi al Rick`s Café donde se desarrolló gran parte de la película (filmada en estudios hollywoodenses).
Una caminata de diez minutos me llevó al otro hito de Casablanca: la Mezquita de Hassan II. Es la segunda más grande del mundo árabe tras La Meca y su minarete de 200 metros el más alto de la tierra. Está emplazada junto al mar.
Decidí darme un gusto y fui a un tradicional Hamman llamado Les Bains de La Alhambra. Una señorita me bañó con agua muy caliente y me frotó con jabón de eucalipto. Me dejó allí mientras hacía efecto y a los diez minutos apareció otra chica que frotó todo mi cuerpo con un guante exfoliante. Me salió tanta piel muerta que parecía una iguana mutando. Me lavó completo y pasé a una sala con luz tenue y música ambiental donde masajearon mis pies mientras bebía un preparado de hierbas.
Otra mujer colocó una toalla caliente en la cabeza y cubrió mis ojos con rodajas de pepino. Salí de allí bien relajado. Un final ideal para un viaje muy recomendable al corazón de la cultura bereber.
Datos
Los argentinos no necesitan Visa Turística para ingresar a Marruecos
Bus 19 de Alsa del aeropuerto al centro en 10 minutos: 5 dólares
Hostel Dream Kasbah: 7,50 dólares
Madraza Ibn Yusuf: 8 dólares
Tomar el té en Hotel La Mamounia: desde 10 dólares (según lo que se consuma)
Tren de Marrakech a Casablanca: 20 dólares (ida y vuelta)
El ingreso al Rick´s Café es libre y permiten sacar fotos pero se debe consumir algo.
Mezquita de Hassan II: 15 dólares
Jardines Majorelle y Museo: 13 dólares (solo Jardines 9 dólares)
Hamman tradicional: desde 28 dólares