Como cuando el árbitro pita un penal inexistente a nuestro favor. Qué sensación más rara es esa. Porque evidentemente no debió haber cobrado la pena máxima, pero ya está. Sonó el silbato. Es para nosotros. Calladitos apretamos el puño y esperamos que el pateador acierte. Gol y a festejar. Chau, que se quejen los otros.
Así sentimos muchos futboleros lo que pasó con el Mundial Sub 20, que se desarrollará en Argentina y con nuestra Selección en cancha, a pesar del fracaso en el Sudamericano clasificatorio. Es que a principios de 2023, la albiceleste de Javier Mascherano quedó afuera de la Copa del Mundo de la categoría que debía disputarse en Indonesia. Pero los enfrentamientos políticos jugaron su partido, el país asiático quedó eliminado por darle vuelta la cara a Israel y, en consecuencia, Chiqui Tapia aceleró para conseguir lo que nadie esperaba: Argentina sede y la Selección juvenil tan anfitriona como candidata.
No pocos tomaron la gestión del presidente de la AFA como una “masterclass” tras el visto bueno de Gianni Infantino, titular de la FIFA. Otros analizaron la novedad como un capítulo más de la viveza criolla que nos caracteriza. Lo cierto es que, como ocurriera en 2001, Argentina recibirá el Mundial Sub 20 y ahorra buscará ganarlo, tal como sucedió cada vez que una Copa del Mundo de fútbol tuvo a nuestro país como sede.
Y ahora nos volvimos a ilusionar, más allá de que se trate de un torneo de menores. Porque para nada despreciable es la chance de sumar la séptima estrella en la categoría (las ganadas: 1979, 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007). Y menos si tenemos en cuenta que Mendoza se posicionó como una de las provincias protagonistas, ya que será el escenario de 14 partidos y la tierra que pisarán los seleccionados de Brasil, Italia y Francia, entre otros.
Es cierto, el modo con el que Argentina se quedó con la organización de este Mundial no fue el mejor, pero antes hubo un problema político de grandes dimensiones que le abrió la puerta a la dirigencia del campeón mundial en Qatar 2022. Era esperable que la FIFA abordara otro tipo de criterios a la hora de definir la nueva sede, pero ya está. El árbitro pitó para nosotros.
Nuestra provincia, Santiago del Estero, San Juan y La Plata (Buenos Aires) fueron confirmadas como sedes y allí se verá lo mejor del fútbol juvenil a nivel universal.
Es en ese marco que la Asociación del Fútbol Argentino desea con ansias conseguir otra Copa mundial a cinco meses de lo logrado en Qatar, con la Mayor. Será muy difícil, pero no imposible porque la albiceleste está posicionada como una de las candidatas.
En cuanto al análisis futbolístico, Argentina extrañará mucho a Alejandro Garnacho, Facundo Buonanotte y Nicolás Paz, parte de los “europibes” que aparecían como grandes figuras. Sus clubes no quisieron prestarlos y el DT Javier Mascherano deberá trabajar para hallar los mejores reemplazos.
De todos modos, el plantel disponible cuenta con figuras de Primera división que buscarán pisar fuerte, tales los casos de Valentín Barco (Boca), Román Vega (FC Barcelona), Mateo Tanlongo (Sporting), Máximo Perrone (Manchester City), Valentín Carboni (Internazionale), Matías Soulé (Juventus) y Luka Romero (Lazio).
La Selección Argentina, que claramente ingresó por la ventana al certamen internacional, tendrá un grupo accesible, en principio. Ya que deberá medirse ante Uzbekistán, Guatemala y Nueva Zelanda, rivales a priori “ganables”. En consecuencia, la instancia de octavos de final parece cosa juzgada.
Además, en la lista de lo que se perderán la Copa aparece el mendocino Renzo Malanca, ex Independiente Rivadavia y actualmente en el fútbol de Chile. El defensor central fue parte de la convocatoria previa, pero sufrió el recorte definitivo.
En consecuencia, y a pesar de las formas, nos volvimos a ilusionar. Y ahora vamos por la séptima.
