Fue una verdadera explosión de felicidad, un alarido contenido que eclosionó en el momento justo en el que el árbitro Matías Fernández pitó el final del partido. Será un antes y un después, un punto de inflexión a partir de un instante que quedará marcado a fuego en la retina y en el corazón de generaciones de hombres y mujeres, niños y niñas, que no habían visto campeón a “aquel Atlético...” como cantaba el recordado Marciano Cantero.
Desde ese santiamén. definitivametne el agite, la fiesta y la alegría se trasladaron a San José. Sí señor, porque Atlético Argentino es el nuevo campeón del Torneo Clausura de la Liga Mendocina de Fútbol. La mítica Academia de San José está de vuelta. ¡Y de qué manera!
El Boli es grande por su gente, que es pura pasión, pueblo y carnaval. Por eso, no extrañó que más de cinco mil personas le hayan dado un marco grandioso y un clima espectacular a una final que pintaba apasionante por todos los condimentos previos: se enfrentaban los dos mejores equipos del Clausura del fútbol doméstico. Además, el Boli quería cortar con la sequía y Fadep tenía la oportunidad de coronarse como el mejor del año.
Había mucho en juego, y fue algo que se sintió rápidamente. Después del enorme recibimiento de los hinchas de Argentino para su equipo (a pesar de ser menos los de Fadep no se quedaron atrás), ni bien Matías Fernández pitó el inicio, comenzó el juego del miedo a perder, especialmente por el lado de las huestes del equipo dirigido por Gabriel Nasta.
A pesar de que ya lo había implementado en algunos partidos, el 5-3-2 que propuso el Rojinegro llamó un poco la atención porque se trataba de una final. Y si bien su intención era defender y atacar en bloque, con cinco jugadores en cada fase, la realidad es que a los dirigido por el ex defensor de Godoy Cruz y San Martín no les salió nada de lo planificado.
En un terreno de juego que claramente no estaba en condiciones de jugar una final, Argentino salió decidido a ahogar la salida de un rival que jamás pudo hacer pie y, por lo tanto, no se sintió cómodo en toda la tarde.
Por el contrario, el equipo de la dupla Ligutti-Mut entendió a la perfección cómo había que jugar el partido: corriendo, metiendo y siendo directos a la hora de defender y atacar. Sin ser una maravilla ni mucho menos, fue un elenco compacto, que jugó en 30 metros y puso las condiciones prácticamente desde el inicio del juego.
La realidad es que el desarrollo del partido fue un plomo. Se jugó a un ritmo cansino por las dificultades para poder controlar el balón por parte de los protagonistas y el balón anduvo más por el aire que a ras del suelo.
La paridad tampoco pudo romperse en las situaciones de balón parado, faceta en la que los defensores de Fadep respondieron bien pese a algunas dificultades físicas de Ezequiel Alvea. Argentino tuvo la posesión, jugó más tiempo en campo del rival y merodeó el gol en un par de ocasiones. De hecho, a Almeida le sacaron el primero en la línea y Herensperger levantó el remate antes del reclamo de todo Argentino por una supuesta mano en el área.
¿Fadep? Apenas una volea de zurda de Fede Pérez que González controló sin inconvenientes y no mucho más. El Cóndor careció de su habitual juego asociado, y en eso mucho tuvieron que ver el campo de juego, pero también el esquema elegido y la manera de llevarlo a cabo por los intérpretes.
El comienzo de la segunda parte no varió demasiado su propuesta. Fadep intentó adelantarse un poco, pero en una de las primeras llegadas de Argentino, Herensperger se juntó con Almeida por la derecha, el centro del “10″ pegó en el codo de Ventura, quien tenía las manos atrás del cuerpo, pero Fernández entendió queamplió el volumen del cuerpo y sancionó el penal.
Nicolás Chacón lo ejecutó con mucha tranquilidad y eficacia para que la popular de calle Los Álamos y la platea de Minuzzi explotaran de felicidad. La Academia se ponía 1-0 y se encaminaba a tocar el cielo con las manos.
A Fadep le costó reaccionar. De hecho, Herensperger casi marca el segundo de cabeza y Ventura casi hace un gol en contra que hubiera sido el blooper del año. De un lado y del otro movieron el banco de suplentes, y promediando la etapa se picó. A tal punto, que Lucero y Escandar vieron la roja.
Los minutos finales tuvieron a Fadep intentando la épica con alguna pelota parada y al Boli aguantando a pie firme en el fondo hasta ese alarido de desahogo final.