Un baldazo de agua helada, así sin más. La derrota de la Selección Argentina ante Arabia Saudita en el inicio del Mundial Qatar 2022 fue absolutamente inesperada por propios y extraños. Ni el más valiente en las apuestas jugó por el elenco árabe y ahora el asunto se pone bravo de cara a lo que viene. Por supuesto, con la ilusión dentro de un puño apretado.
El partido comenzó inmejorable para los de Scaloni, con innumerables ocasiones y hasta arriba en el marcador antes de los 10 minutos: Messi acertó un penal de VAR y todo pintaba súper bien.
Luego, los tres goles argentinos anulados por el árbitro principal y el VAR, que a esa altura se había convertido en protagonista exclusivo. Arabia Saudita le planteó un partido inteligente a Argentina, una estrategia “bilardista”, al detalle, achicó bien en defensa, apostó al off side permanente y se fue al entretiempo solo un gol abajo.
Solamente Lionel Scaloni sabe qué pasó en el entretiempo para que la albiceleste salga a jugar el complemento tan pero tan mal, sin juego asociado ni concentración defensiva. Arabia atacó dos veces con claridad y logró dos goles. Los de Messi tuvieron no menos de 12 chances, pero sin profundidad ni ideas claras, solo apostando a la velocidad de Di María, quien no tuvo su mejor tarde en Doha.
Los dos tantos árabes (golazos) dejaron boquiabiertos a todos los argentinos. Y a todo Arabia Saudita, que ni por asomo soñó con esa realidad. El elenco saudí cerró filas, mantuvo un orden envidiable y demostró que está para clasificar.
Párrafo aparte para la situación del argentino Cristian Romero, quien exhibió dolencias físicas y nada pudo hacer ante cada ataque árabe, pasándola mal. Fue reemplazado por Lisandro Martínez al dar ventajas. ¿Llegó “Cuti” en condiciones a la Copa?
Aspectos urgentes a corregir: el retorno de la solidez en defensa que tanto supo darnos. No más desatenciones ni espacios largos. Tal vez aquí aparezcan nombres como el de Lisandro para un recambio. Además, sostener la profundidad punzante y, claro está, trabajar mejor el fuera de juego que a esta altura ya es un dolor de cabeza.
Bueno es hablar del VAR semiautomático, que debutó en el Mundial. El hombro derecho de Lionel Messi lo dejó adelantado en lo que hubiese sido el 2-0 a favor y el debate se instaló. ¿Saca ventaja un jugador por tener solo el hombro por delante del rival? Una discusión aparte.
Lamentablemente, el fantasma de la eliminación temprana que supo visitarnos en Corea-Japón 2002 llegó, pero hay que ahuyentarlo a tiempo. Vendrán días de trabajarlo todo para lograr lo necesario: derrotar a México el 26, encausar el Mundial y apostar a otro triunfo frente a Polonia el 30. Y que empiece otra Copa.
Porque el panorama es ese. A pesar de lo sucedido en el estadio Lusail, Argentina depende de sí mismo para clasificar y seguir avanzando rumbo al sueño. Si derrota a México y Polonia tendrá asegurado su lugar en octavos. Y desde ahí la historia será otra.
Argentina, que dejó muchas dudas, no deja de ser el campeón de América y, como un león herido, es seguro que encarará el juego ante el elenco del Tata Martino con otro semblante. Ojalá la diosa fortuna acompañe el trámite de lo que se viene y que esta caída inesperada se convierta en un recuerdo fácil de digerir.