Sufriendo, con los dientes apretados y sin disfrutar del todo, Boca Juniors venció a Quilmes 3-2 y se aseguró su presencia en la semifinal de la actual edición de la Copa Argentina.
El gol tempranero del Cervecero fue un cachetazo a las buenas sensaciones que el Xeneize tenía en la previa. La eliminación de River a manos de Patronato le allanaba el camino a la definición, aunque claro, primero había otro partido. Y por eso fue que Quilmes no logró siquiera la chance de especular. Romero en posición de enlace y Boca recuperó la calma de la mano de Benedetto. Otra vez el alma en el cuerpo y el grito en el cielo. Su rival fue voluntarioso para disputarle el juego a los de Ibarra y casi amplia en una pelota parada sobre la decena de minutos. El juego era abierto y la presencia de Pol Fernández en el medio xeneize llamaba a tener más posesión de balón, aún cuando la teoría muchas veces se esconde de la práctica. Pero de a poco Boca tuvo circulación y desde la explosión de sus laterales encontró la vía rápida.
Mientras, el conjunto de Coyette le cortaba la respiración a las tres cuartas partes del estadio con un nuevo mano a mano que se fue apenas ancho. De un lado y del otro fallaba la zona medular y quién aceleraba en el tramo final auguraba marea alta en la valla contraria. Y Boca volvía a desperdiciar otra oportunidad tras un corte de Rolón. Romero apuraba desde un remate de media distancia y Quilmes empezaba a retroceder en su campo. Pese a ello, un flojo rechazo defensivo d volvió a provocar zozobra con un remate apenas desviado. Ya no había tanto vértigo, pero el camino a los arcos parecía el más corto. ¿Cuánto se había jugado? ¡Apenas 25 minutos! Y antes de la media hora, García salvaba a Boca una vez más. La función seguía con otro remate alto de los quilmeños y el gol de Morales para cumplir el sueño de niño. Boca arriba por jerarquía individual. ¿Cómo terminó el primer tiempo? Con Quilmes poniendo puntos suspensivos a la noche mendocina.
Y para refrendar lo establecido en el primer capítulo (dientes apretados y velocidad en la salida), Quilmes volvió a disputar terreno y balón, ante un rival que sufría el juego. Si el duelo mantenía su expectativa era por la indecisión xeneize para hacerse del balón y terminar de confirmar las buenas sensaciones del inicio. Hacia falta un golpe anímico. Y Boca lo consiguió a través del gol de Langoni, llegando desde el banco. ¿Partido liquidado? Para nada. Quilmes mostró guapeza e inteligencia para desnudar la tibia defensa boquense y el juego se puso 3-2. Y aunque el juego estuvo detenido por incidentes, el retorno de las acciones expuso aún más la floja noche xeneize. Sin agresividad, con poca conexión en sus líneas y solo chispazos individuales. Ahora, con Patronato a la vista y sin River en competencia, otro parece ser el cantar. El bicampeonato parece posible.