No había cita previa. Pero sabíamos que el único lugar seguro para encontrarlo era el Andino tenis Club. Ahí a las 21.30 se haría entrega de los premios del II Cruce de los Andes. Pero la espera se hizo larga. Lo habían acaparado. Todos querían su palabra, su opinión sobre el titánico esfuerzo cumplido, sobre su brillante triunfo. Y Ernesto Contreras nunca pudo decir no. Los minutos pasaban largos y no aparecía. Luego una noticia: “Contreras se fue a Rivadavia a saludar a sus padres, dentro de unos minutos vuelve”.
Amigo del aplauso. Y así fue que recién a las 22.55 hizo su aparición. Llegó envuelto en el aplauso. En la felicitación cariñosa, de un pueblo que vivió y sufrió su suerte durante más de una semana, junto a las pizarra de los periódicos o con el corazón puesto en los transistores. Pocos minutos nos pudo dispensar, pero fueron suficientes para sacar una conclusión sobre esa figura demasiada alta que únicamente alcanza el centro de gravedad en una bicicleta.
El mismo Contreras. No hay pedantería. Nunca la hubo. Ni ahora que el triunfo lo ha vuelto a tocar. Tampoco elegancia. Es el mismo Contreras de siempre. Ese Contreras que parece sentirse incómodo detrás de ese traje que las circunstancias le obligan a vestir. Ese Contreras que al caminar da la sensación de estar agachado en busca del manubrio de su bicicleta. Ese Contreras parco que todavía se inhibe cuando alguien le pregunta su vida. Ese Contreras puro, igual que el deporte que eligió. Si, no hay cambios fundamentales. Quizás un poco más delgado. Siete kilogramos quedaron regando la ruta de este II Cruce. Pero vamos a sus pocas palabras. A esa palabras dichas al pasar, porque la mesa con todas las autoridades esperaba. Porque no había tiempo para más. Porque el éxito exigía.
“Esta es la carrera que me brindó mayor emoción de mi vida. Jamás vi tanto público junto por mí. Esos aplausos los guardaré siempre en mi corazón. Por eso no puedo menos que dedicar mi triunfo a toda Mendoza y agradecerle el gran recibimiento brindado”.
-Contreras, ¿En algún momento creyó que perdía la carrera?
-Sí. En la novena etapa. Tenía ganas de bajarme y tirar la bicicleta. Y aquí quiero volver a agradecer, a los brasileños, si no hubiera sido por ellos, todavía estoy en Uspallata. Me ayudaron mucho y logré reconquistar la ventaja que había perdido. Gracias, gracias.
-¿Cuál Cruce fue el más difícil?
-Este. El año pasado nos disparamos con Delmastro y hubo más problemas. En cambio ahora tuve que luchar contra todo un equipo y muy fuerte. Los ecuatorianos le dieron con todo.
-¿Cuándo será su última carrera?
-Seguiré hasta que me pasen por arriba. Los treinta años no me pasan. Al contrario me siento mejor que nunca.
-¿Algo más?
-Sí. Agradecer nuevamente a todos. Al público, a los corredores, a los organizadores y a la firma donde trabajo. Gracias a ella puedo paladear este triunfo que es todo Mendoza.
No nos pudimos despedir. Prácticamente lo arrebataron de nuestras manos. Los aplausos volvieron a repetirse. Aturdían. Lo vimos nuevamente emocionado. Igual que la mañana triunfal. Sin lágrimas, pero con los ojos negros que sólo saben agradecer y que parecen decir: “gracias, gracias. Este triunfo es para ustedes. Gracias, gracias Mendoza”. Sin embargo muchos dijeron: “Gracias Contreras”.
768 kilómetros primero
El ganador del Cruce, Ernesto Contreras, encabezó la general desde la tercera etapa con su ventaja de 26 segundos sobre Víctor Morales; en la siguiente la acrecentó sobre el ecuatoriano en 2 minutos y 10 segundos; en la quinta se mantuvo esa ventaja; en la sexta se ubicó segundo Alcántara, aumentándose la ventaja del mendocino a 3 minutos y 39 segundos. En la siguiente, Morales volvió a ser escolta con una desventaja sobre Contreras de 7 minutos y 8 segundos; en la octava no hubo novedades y en la novena Morales descontó 5 minutos y 7 segundos, es decir, Contreras se mantenía al frente de la general pero con sólo 2 minutos y 1 segundo. Finalmente, en la última etapa, el mendocino continuó a la cabeza elevando a 2 minutos y 45 segundos, pero sobre Jaime Pozo que había superado a su compatriota. Tercero se ubicó Morales a 9 minutos y 18 segundos del ganador.
En la primera etapa el chileno (Arturo) León, su ganador, marcó un tiempo de 3 horas, 44 minutos y 49 segundos. En la segunda el uruguayo (Saúl) Alcántara se ubicó primero en la general con un tiempo de 7h22m56s,, un minuto 42s menos que Contreras. El mendocino mantuvo así la delantera durante 768 km en forma ininterrumpida.
Ganadores de las etapas
Las diez etapas del II Cruce de los Andes fueron ganadas por los siguientes corredores. Primera: Arturo León de la Federación Ciclista de Chile; segunda: Saúl Alcántara, de la Federación Ciclista Uruguaya; tercera: Jaime Pozo, de la Asociación Ecuatoriana de Ciclismo; cuarta: José Martínez, de la Asociación Ecuatoriana de Ciclismo; quinta: Jorge Juckich, de la Federación Ciclista Uruguaya; sexta: Ernesto Contreras de la Asociación Ciclista Mendocina; séptima y octava: Jaime Pozo, de la Asociación Ecuatoriana de Ciclismo; novena: Víctor Morales de la Asociación Ecuatoriana de Ciclismo; décima: Ernesto Contreras.
Historia de una camiseta
En las competencias ciclísticas por etapas, el puntero en la clasificación general debe llevar una camiseta que lo distinga de los demás, generalmente a cuadros. En el II Cruce de los Andes, la camiseta del puntero tuvo un poco de historia. Primero le correspondió al chileno Arturo León, que la lució únicamente en el tramo Mendoza-Uspallata, y allí debió entregarla a Saúl Alcántara que había pasado a encabezar la clasificación general. Pero el uruguayo la utilizó en forma tan efímera como León, puesto que al término del tramo Uspallata-Las Cuevas ya había perdido ese derecho, que ahora ganaba el mendocino Ernesto Contreras.
Mientras en Cuevas se realizaban los trámites aduaneros, Contreras descansaba junto a un grupo de comprovincianos y periodistas, y comentaba: “Esta camiseta de puntero debe pesar mucho porque nadie la aguanta, yo no me la pongo…”
Pocos minutos después Contreras iniciaba la cuarta etapa, Portillo-Los Andes, sin la casaca de puntero, la que recién recibió en Los Andes. Entonces, el más tarde ganador de la carrera, dijo muy sonriente: “Espero poder aguantarla un poco más que los otros”. Y lo consiguió. ¡Y cómo!
Gratificación
En este diario se recibió ayer una nueva gratificación económica destinada a premiar al vencedor del II Cruce de los Andes, el ciclista mendocino Ernesto Contreras, en mérito al notable desempeño cumplido en esa prueba.
El premio ha sido instituido por la firma Zabala y Cía, de nuestra ciudad, quien envío la siguiente nota: Nos dirigimos a ustedes a fin de hacerles llegar el cheque N° 44035519, c/Banco Mendoza, por la suma de $ 5.000 como contribución voluntaria para premiar la labor desempeñada en la competencia ciclística II Cruce de los Andes por el señor Ernesto Contreras". Y agrega: “Suponemos que esta es una forma de prestar apoyo material a hombres como Contreras, enaltecen el deporte y en el caso particular nuestro nos llena de orgullo como argentinos y más como comprovincianos”. Este cheque también será etrengado al destacado ciclista junto con las demás gratificaciones instituidas, en un acto a realizarse oportunamente por este Diario.
El beneficio económico para un atleta amateur
Con el mediodía del viernes 26 de enero en curso, Mendoza, el país, América, supo de una victoria de resonancias mundiales. La había logrado un modesto ciclista mendocino, de cuya proyección internacional nadie duda. El esfuerzo había sido tremendo, extenuante, excepcional. Ya recorridos los mil kilómetros sobre los desniveles inconmensurables del macizo andino, sobrepasada la línea de llegada, silenciados los vítores y los aplausos, llegó por la noche el momento de la ceremonia habitual de la entrega de premios. Y como ocurre en el absurdo mundo de una amateurismo que en los hechos se niega en Mendoza, en Río de Janeiro, en Ciudad del Cabo o en Tokio, para Contreras hubo copas, medallas, trofeos, en una sucesión impresionante.
El aficionado. Aficionado (amateur) dicen las imponderables reglar del Comité Olímpico Internacional -rector en el mundo deportivo no profesional-, es el atleta que no recibe paga alguna ni ventaja económica alguna por su actividad deportiva.
En cierta oportunidad los severos conceptos tendieron a aliviarse, puede tener compensación económica, por la ausencia a su trabajo normal, a fin de entender una exigencia deportiva. Pero esta justa determinación, no todos los países la aceptan. hace algunas semanas un afamado tenista británico -Roger Taylor-, dijo: “Desde hoy soy tenista profesional. Estoy bajo contrato con el promotor de tenis David Nixon”. Pero también confesó: “he ganado hasta ahora unas 4.000 libras (casi 3.500.000 pesos argentinos) por año, como tenista amateur. Es que la ficción de amateurismo en el tenis es tan evidente como la que encubre a otras muchas expresiones deportivas”.
Tercera División. Todos sabemos que salvo contadas excepciones, el deporte se ha profesionalizado en un nivel que acaso justifique, por ejemplo, algunas iniciativas que tienden a clasificar a los que lo practican, no ya en dos rubros (aficionados y profesionales) sino en tres. Y la tercera clasificación correspondería a los que podrían denominarse “no aficionados”. Es decir para quienes no hacen del deporte su exclusiva actividad, como ocurre con los profesionales. Pero que tienen en el deporte una posibilidad de complemento habitual, en algunos casos con suficientes compensaciones económicas.
Espiritual. Lo recientemente acontecido con Ernesto Contreras y su proeza sobre pedales, tiene en trofeos, plaquetas y copas, el testimonio espiritual que intencionalmente encierran. Pero Contreras, sabe que compensaciones de ese tipo, siendo como son alentadoras y estimulantes, no sirven para otra vida que la espiritual. Contreras, para su vida de todos los días anhela acaso algo más. Y Mendoza entera, también anhela a contribuir en beneficio de ese humano deseo.
El amateurismo “marrón”, es decir, ése donde el aficionado recibe a escondidas una gratificación, a espaldas del deporte que practica, no concierne a Contreras. Porque lo de Contreras ha sido demasiado grande, noble, limpio, heroico, como para admitir la suposición de actitudes tesivas a lo que deportivamente significa la victoria en el II Cruce de Los Andes. Mendoza tiene ingratas experiencias y el deporte argentino más. No pueden ser olvidadas las actitudes que otros hombres tuvieron para censurar y castigar lo que algunas atletas recibieron en testimonio de nobles resultados deportivos.
Lo merecido. No queremos para Contreras hechos que niegan su futuro en justas olímpicas o mundiales. Pero anhelamos si, con su muy digno ejemplo, una adecuación de normas y legislaciones que quienes están precisamente para eso -los dirigentes-, deban realizar y cuanto antes. De lo contrario acontecerá como ahora. En que la pasión y la admiración populares resuelvan por sí. Y es necesario otorgar a Ernesto Contreras por su legítima condición de ídolo y en absoluta prescindencia de absurdos y disfraces, lo que legítimamente se ganó. Que no son solamente afectos.