Quiero llorar y no me animo. Se me explota el corazón. Hasta me da como algo de vergüenza quebrarme delante de mi hija, que sabe y mucho sobre mi devoción por vos. No caigo. No lo creo. Siento que todo es una falacia. Se parte el corazón. Es tanto el cariño que siento por vos que será la primera vez que cuente los motivos.
Allá por junio de 1985, se apagó el corazón de mi vieja. Yo tenía sólo 6 añitos. No entendía nada. Mi mamá, fanática tuya, tenía 33. Mi viejo 35 y mi hermana 9. Un cáncer de mierda la hizo pelota. Literalmente. Esa partida de mi vieja fue un balazo al corazón de mi papá. El Miguelo. Un infierno se adueñó de su vida. Es más, nunca lo superó. Sufrió una depresión absoluta.
Sin embargo, un año más tarde, lo vi sonreír por primera vez. Recuperó su semblante. Durante el Mundial de 1986 es la única vez en mi vida que vi a mi familia con algarabía, alegre, sin diferencias. Y mira que teníamos quilombos. Abuelos, vecinos, allegados, amigos de mí viejo, etc. Yo tenía sólo 7 años, pero recuerdo cada partido de esa cita como si fuera hoy. Es más, el día de la semifinal contra Bélgica, se cumplía un año de la muerte de mi mamá. Había misa. Hora: 19. Recuerdo, que sólo duró 15 minutos, porque mi viejo le pidió al cura que la hiciera cortita y salimos todos corriendo al living de mi casa para ver el partido. Llegamos y Argentina ya ganaba con un gol tuyo 1-0. Y ni hablar cuando salimos campeones. Inolvidable. El abrazo de mi viejo aún lo siento. Sincero, ese apretón no me lo dio ni cuando me recibí, ni cuando nació mi hija. Fue único. Eras todo para él. Y ese cariño lo heredé. No tenía otra opción.
Se me vienen los domingos a la mañana pegado a la radio esperando escuchar cómo había salido el Nápoles y al otro día grabar los goles del noticiero en un VHS. Y la puta madre que quilombo se armaba si no apretábamos bien el REC y el PLAY de una videocasetera JVC que teníamos en casa. Creeme, la sonrisa que generabas en mi viejo es inolvidable.
Por esta razón, es imposible no amarte siendo un Villarroel. Si el día que se concretó tu pase a Boca en el año 1981, mi vieja le exigió a mi papá un viaje relámpago a Buenos Aires en un 504 Azul que teníamos para estar presentes en tu partido presentación que jugaste medio tiempo para Boca y otro para Argentinos. Y como plus, nos quedamos unos días más para ver tu debut oficial contra Talleres de Córdoba. Por ahí, están las fotos de una Bombonera repleta y de la Glorieta de Quique.
Desde que tengo uso de razón y la colección de El Gráfico que en mi vida sólo se respira Maradona.
Ojalá encuentres la paz que nunca tuviste acá abajo. Camino al cielo Diego. Perdón, me equivoqué, jamás tendrás paz, porque te juro, que mis viejos, te están esperando con los brazos abiertos. Perdónalos, pero las únicas sonrisas que recuerdos de ellos, eras cuando hablaban y disfrutaban a Maradona.