La historia de vida de Emiliano Valdés que hoy es pintor de cuadros y murales, siempre estuvo amenazada y acechada por una posible muerte temprana. Desde su nacimiento al ser abandonado por su madre en un basural, hasta llegar a elegir una profesión de riesgo. Pero como toda persona que se aferra a la existencia, hoy decide hacer lo que más le gusta: pintar y dibujar para ganarse el sustento diario.
En este inicio, debemos destacar que nuestro entrevistado viene de exponer sus trabajos en los festejos de la denominada Navidad Maradoniana, organizados en la ciudad de Rosario. La excusa perfecta a 2 años del fallecimiento del más grande, Diego Armando Maradona.
Como se sabe, la Iglesia Maradoniana es una agrupación de simpatizantes que adora a nuestro máximo mito futbolístico y anualmente para el 30 de octubre realiza una particular conmemoración que incluye diversas actividades que muestran de diferentes ramas de las expresiones artísticas.
En dicho evento, Valdés, oriundo de Las Heras, exhibió un cuadro que muestra el momento en el que Diego Maradona remata al arco para lograr aquél memorable segundo gol a Inglaterra en México 1986.
Cuando nos juntamos —en un café, como corresponde— para armar esta nota, quien escribe solo sabía que el entrevistado dibujaba. Lo único que me llevó a entrevistarlo era el fruto de su trabajo artístico, que refleja su arte en el dibujo y la pintura.
Otras leyendas que también son parte de la obra de Emiliano
Resulta que en una velada de box, Emiliano subió al cuadrilátero del Polimeni de Las Heras y le regaló un dibujo a nuestro ex campeón del mundo Pablo Chacón. Una verdadera obra de arte. Esto motivo esta entrevista. Pero detrás de cada persona siempre hay algo más, y por suerte somos quienes lo podemos transmitir.
Posteriormente pintó una escena inolvidable del segundo combate entre nuestro Marcos Chino Maidana y Floyd Mayweather que el popular púgil santafesino recibió muy feliz. No conforme con sus ganas de hacer cuadros, Valdés poco después retrató de Juan Carlos Reveco, ex monarca categoría mosca oriundo de Malargue, quien también guarda ese trabajo con mucho afecto.
Vamos a empezar por contar lo más crudo de este artículo periodístico: el 18 de junio de 2021, Emiliano Valdés se encontraba en un barrio privado de Godoy Cruz arriba de un andamio en plena faena de pintar la pared de una hermosa casa. Por ese entonces, se dedicaba solamente a trabajar en obras, aunque siempre desarrolló un amor profundo por el arte.
Ese día, aproximadamente a las 11.30 y por un descuido de esos que a veces suceden en todo trabajo peligroso, perdió el equilibrio y sin la protección del caso debido a su propia omisión cayó al vacío.
Su situación laboral, más allá de la pandemia era buena, con el paso del tiempo pudo trabajar mucho en lo suyo ya que su responsabilidad y capacidad de orden le posibilitaba comandar una cuadrilla de pintores.
Pese al austero buen pasar, el hombre como buen amante de los desafíos, había conseguido un trabajo temporal en los Estados Unidos, lugar al que partiría apenas terminado su compromiso en la casa en cuestión.
Pero volvamos a lo que afortunadamente hoy es un mal recuerdo solamente. Caer desde ocho metros y pegar con la cabeza en el suelo supone una muerte segura e instantánea. Pero no pasó eso gracias a Dios.
Sí perdió la conciencia durante tres semanas, también y gracias a los rápidos servicios de emergencia pudo ser trasladado al Hospital Central compensado y sin muchas quebraduras graves. Solo preocupaba la incertidumbre de saber cómo respondería su cerebro.
Para peor y ya que mientras trabajaba no estaba protegido por los elementos de seguridad, el seguro no se hizo responsable de nada. Todos los gastos de atención e internación debieron ser absorbidos por su familia.
Eran tiempos de Covid-19 y salas llenas. Terapias abarrotadas y nerviosismo generalizado. Por eso Valdés por determinación de los médicos fue trasladado a su casa para ser seguido minuciosamente por el doctor Víctor Chávez, un neurólogo de nuestro medio que de manera privada y sin mediar obra social lo atendió con mucho profesionalismo. Solo había estado en el Central poco más de una semana.
Día a día se notaba una pequeña evolución. La preocupación lógica debido a las posibles lesiones cerebrales se fueron alejando de Emiliano Valdés y su familia, y poco a poco aquel gran golpe pasó a ser una nueva y dura experiencia muy bien capitalizada por él y su familia.
“Cuando me recuperé decidí que la vida me daba una señal clara y que por fin a los 34 años debía elegir hacer lo que realmente me gusta. Siempre dibujé. Desde niño a los cinco años para ganarme unas monedas les vendía por centavos dibujos a mis compañeros del jardín de infantes, y continúe haciéndolo durante mi paso oro la escuela que no llegó a posibilitarme terminar la secundaria”, relató.
“Una vez dibujé a la directora de la escuela. La hice vestida con ropa de futbol americano ya que era muy fuerte y grande. Un día ella vio el dibujo y me llamo a la dirección. Ante mi terror y miedo a la expulsión solo deje que hable: ‘¡Alumno Valdés usted dibujo esto?’ Le dije que sí. Mi alivio y sorpresa mayor llegaron cuando me dijo ‘¿Me lo puedo dejar? Es hermoso’”.
El trabajo de pintor de obra ante la necesidad de llevar dinero a casa tapaba su verdadera vocación, pero más temprano que tarde, hoy dibujar es su medio de vida.
La dura historia de Emiliano Valdés, el artista resiliente
Entre café y tortitas en un bar hablamos de todo, la mañana despertaba nostalgias y el entrevistado seguía cómodamente instalado y con ganas de relatar su vida.
Poco a poco aparecieron recuerdos y detalles que lo describen mejor que este relato: Cuando Emiliano tenía solo un año de vida, su madre lo abandonó en un basural. Luego de una discusión familiar tomó la peor de las determinaciones.
Al niño lo encontraron desnudo y mal alimentado, gracias a uno de sus hermanos y su abuela. Apareció sano y sin daños mayores pudo ser recuperado.
Sin dudas este es uno de los argumentos que solidifican su interés a la mitad de su vida, es defender a rajatabla su verdadera vocación y razón de vivir. Dibujar y pintar sobre un lienzo hoy, dejan atrás el honroso trabajo de dar unas buenas y prolijas manos de pintura sobre una pared.