¡VUELE ALTO MAESTRO! Se fue al cielo uno de los tipos más importante de la historia del basquet de Mendoza. Se fue un grande. Para sus contemporáneos, el mejor de todos. Único e inigualable. Luis Felipe Armendariz, el multicampeón con Andes Talleres, campeón Argentino con Mendoza en 1959 y campeón sudamericano con Argentina en 1966 en la provincia de Mendoza, dejó su huella en propios y extraños. De los mejores deportistas que otorgó la provincia, a la altura de Nicolino Locche, Victor Legrotaglie o el Condor Contreras. Nuestro embajador. Nuestro Marstro. Nuestro basquetbol. La luchó, la peleó, el capitán no se rindió nunca. Sólo pidió un minuto, habló con sus compañeros, rivales, jueces y pidió permiso para subir al cielo a reencontrarse con su amada esposa... Norma. A sus 85 años, el corazón del “gran capitán mendocino” dejó de latir. Quedese tranquilo Maestro. Acá.. algo de usted aprendimos! Y disfrutaremos de la misma pasión... el basquet. Abrazo azulgrana y mendocino. Porque su talento, trascendió los colores de su club. Usted es sinónimo de Mendoza. Descansé en paz CAMPEÓN. Más allá de todas las redes cortadas con Talleres, Selección Mendocina y Selección Argentina, ganó el certamen más difícil de todos: dejar huellas y ser buena gente.
Armendáriz, aquel cóndor de 1966
La del 12 de diciembre de 1966 resultó una fecha inolvidable para el básquetbol argentino que evoca el título de Campeón Sudamericano logrado en Mendoza por aquella Selección Nacional que se conoció como “Los Cóndores” por su altivo vuelo, orgulloso y triunfal. Fue una maravillosa noche en el Anfiteatro Frank Romero Day ante un espectacular marco de alrededor de 18.000 personas, bajo un cielo limpio y celeste colmado de luminosas estrellas y cientos de antorchas que se encendieron en las laderas de los cerros a modo de singular festejo.En ese mágico escenario que se vistió de fiesta y que se vio desbordado por el fervor, el entusiasmo y la euforia de la de la gente entró definitivamente en la historia del deporte mendocino Luis Felipe Armendáriz integrante de aquel glorioso equipo. Lo hizo en puntas de pie, porque pasó de suplente a titular, con su modestia habitual y su muy bajo perfil, pero con la inmensa riqueza de su juego, su talento y alta técnica, su aptitud para la marca y su goleo imparable cuando encestaba desde distintas posiciones y ángulos imposibles en los tiempos que no existían los triples.Esa riqueza interior que lo acompañó a lo largo de su brillante trayectoria de 31 años en el básquetbol local entre 1950 a 1981 lo convirtió en un ídolo indiscutido a la par de Arturo Cacciamani y Nelson Pipio Pedemonte con los que forjó una amistad que aun hoy continúa en cálidos y emotivos encuentros con esos y otros viejos compañeros.
El maestro Luis evocó con encendida nostalgia aquel ayer que se ha prolongado eterno en el tiempo al igual que aquel Título Argentino de 1959 con la Selección de Mendoza en Neuquén por otra parte el único en el historial Borravino. Sus palabras encerraron gratitud cuando contó: “el nombre de Los Cóndores surgió en la etapa previa como una fuente de inspiración cuando el plantel que integrábamos 12 jugadores nos habíamos concentrado y preparábamos en Mendoza. Era la combinación del imponente vuelo del cóndor en la agreste geografía de la cordillera de Los Andes con la fuerza, energía y agresividad que teníamos que poner para volver a ser los mejores de Sudamérica en una época que Brasil resultaba invencible.Como que había ganado los últimos cuatro torneos en forma consecutiva: 1958, en Santiago, Chile; 1960, en Córdoba, Argentina; 1961, en Río de Janeiro, Brasil y 1963, en Lima, Perú. Ese cóndor, vestido con indumentaria deportiva, posando en una cancha de básquetbol, con una pelota bajo el brazo y el majestuoso marco de la montaña y del Anfiteatro Frank Romero Day a sus espaldas, se convirtió en el símbolo del juego y del éxito que tanto anhelábamos. Fu el logro más importante en mis largos años de jugador: algo único, conmovedor e irrepetible”.
“Los Cóndores” Luis trajo a la memoria la nómina de aquellos 12 cóndores que pasaron a la historia: Ricardo Alix, que recibía el singular apodo de “Manos Brujas”, Benjamín Arce, Luis Felipe Armendáriz, Miguel Ballicora, Alfredo Feresín (capitán), Ernesto Finito Gehrman, Carlos Mariani, Dante Masolini, Hugo y Samuel Oliva y Miguel y Tomás Sandor.Como entrenador Alberto López y como preparador físico otro mendocino de lujo que también jerarquizó aquel plantel, el profesor Luis Gilberto Rodríguez Nievas, que reemplazó a Ricardo Kistenmacher que renunció días antes para incorporarse al cuerpo técnico de River Plate. Con su excelente buena memoria también recuerdó los rivales y sus marcadores: vs. Ecuador: 65-31; vs. Chile: 88-54; vs. Colombia: 77-48; vs. Perú: 57-59 (“única e inesperada derrota”, comentó), vs. Paraguay: 87-59; vs. Uruguay: 72-50 y vs. Brasil: 54-52. Se acuerda muy bien que alcanzó sus mejores rendimientos contra Paraguay y Uruguay - cuando ya era titular - con 18 y 11 puntos y que en el partido decisivo frente a Brasil se alternó con el capitán Feresín en la marca del base Carlos Mazzoni, más conocido como “Mosquito”, que era el jugador más desequilibrante y ofensivo de los brasileros, con la misión de anularlo objetivo que se cumplió y que incidió en el resultado final. La Argentina había conseguido el título por última vez en 1943 en Lima, Perú y el anterior había sido por rara coincidencia en 1941 en Mendoza cuando se desarrolló en el desaparecido estadio de Redes Argentinas.
La Historia
Luis nació el 22-10-39 en la antigua calle Mazza, paralela al zajón, a la altura de Brasil, en su Dorrego natal, en Guaymallén, donde creció y transcurrió su infancia.Completó el ciclo primario en las escuelas Monseñor Verdaguer, Antequeda y Arístides Villanueva; luego ayudó a su padre en un reparto de aceite comestible y más tarde aprendió el oficio de chapista que con el tiempo desarrolló durante 53 años en un taller de su propiedad.En sus inicios como muchos otros jóvenes de su edad pensó que su futuro podía estar en el fútbol y se incorporó como centro delantero a las divisiones inferiores de Gimnasia y Esgrima protegido por el Mona Alfredo García que tenía un olfato especial para descubrir futbolistas.Sin embargo por la influencia de sus hermanos mellizos, Francisco y José Juan, sus guías cuando había cumplido los 12 años, se decidió por el básquetbol actividad que nunca más abandonó y que comenzó a jugar en el club Arizu. Al poco tiempo se incorporó al club Andes Talleres su hogar deportivo de toda la vida.
En la charla con Más Deportes, mientras realiza un repaso de su larga y brillante trayectoria, nombró a aquellos primeros compañeros que en cadetes menores dirigían Alberto Pablos y José Ferrer: Roberto López, Juan Carlos Wetach, más conocido como “Panchato”, Gabriel Arnosti, Alejandro Iranzo, Máximo Videla, Ramón Quiroga, Humberto “Tito” Carra y sus hermanos Francisco y José. Del mismo modo que Orlando Toledo, Armando Fernández, Roberto Andrade, Víctor González, Edgardo Sergio Peralta, Raúl “Caniche” Estalles, Roberto y Raúl Brioude, José Luis Nenna, Juan Coria, Antonio José “Tono” Alvaro y “Cachita del Río” entre los más conocidos fueron sus compañeros en esas tres décadas que brilló en los Azulgranas.
La Familia
Su hermosa familia: su esposa Norma Isabel (descansa en el cielo junto a él), su hijo Marcelo Gabrielque siguió sus pasos y actuó en Andes Talleres, Mercado, Mendoza de Regatas e Israelita Macabi y que ahora es ingeniero industrial y su hija María Graciela que residió muchísimo tiempo en la capital de España, Madrid, donde se recibió de cantante lírica y actúa como soprano. Además tiene tres nietos que disfruta a pleno: Agustina, Lucas y Micaela.Lo notable es que llegó a jugar hasta los 42 años y que en su despedida del básquetbol en 1981 se dio el gusto de encestar con su propio hijo Marcelo en Andes Talleres. Luis trabajó dos temporadas como entrenador en el club San Martín de la calle Perú al que salvó del descenso y luego integró durante 10 años la SubComisión de Básquetbol de Andes Talleres.
Para muchos, la gran mayoría, junto al Rulo Becerra, los máximos exponentes del basquet de Mendoza.
La palabra de Raúl Brioude de lo que significó Luis Felipe Arméndariz para el básquet de Mendoza
“LUIS significó aquel jugador y compañero de Equipo, que nos obligó a los que llegábamos a jugar en Primera, a nunca aflojar y siempre se salía a ganar. No salía a la cancha a jugar solamente, salía a ganar y eso sucedía también en cada entrenamiento. Cuando llegué a Primera con 15 años y lo vi a Luis, sabía que había que dar todo, fuese solamente unos minutos de juego. Nuestro Capitán, era todo lo que cualquier otro Club quería tener: CARISMA, FUERZA, TEMPERAMENTO, ENTREGA y sobre todo GANADOR. Siempre lo vimos como un jugador de jerarquía y que se adaptaba muy rápido a los cambios de reglamento. Claro que sus mejores compañeros en la cancha lo rodeaban con calidad y entrega, como su hermano JOSÉ, CANICHE, EDGARDO, ORLANDO entre otros. Lo vi dar muchas vueltas olímpicas y levantar miles de trofeos de Campeon de torneos Asociativos y Abiertos. Para nombrar algo típico de Luis y muletilla de más de 20 años, siempre nos decía: «la orden es no aflojar». La camiseta número seis tenia dueño eterno, hasta que el día que decidió retirarse, se la pasó a su hijo MARCELO. Otro orgullo para Luisito. Cuando dijo basta, me comvocó en la cantina de nuestro querido Club Andes Talleres, para decirme que yo debía ser el responsable de transmitir la mística ganadora del equipo. Eso me llenó de obligación y responsabilad, ya que pase a tener la cinta de capitán, había que reemplazar nada menos que al MEJOR. Pude jugar 10 años junto a LUISITO y fueron miles de abrazos y lágrimas en momentos felices y tristes que nos tocó compartir. LUIS FELIPE ARMENDARIZ,el mejor basquebolista de la Historia de Mendoza”