Con los mismos futbolistas, Godoy Cruz es un equipo distinto al de los últimos partidos de la culminada etapa de Diego Flores. Los conceptos quizá no difieran demasiado, aunque lo que cuenta es la interpretación y la ejecución de los movimientos.
Y aunque los resultados no siempre son consecuentes con lo que se procura lograr, y la búsqueda no necesariamente garantizará el hallazgo esperado, es evidente que el Tomba luce más compensado, compacto y equilibrado. Sin haber resignado vuelo ofensivo a partir del talento y la frescura de su tándem ofensivo (Ojeda, Bullaude, Ramírez y Rodríguez), en estos primeros dos partidos de la dupla Gómez-Orsi, el funcionamiento de Godoy Cruz se destacó por la intensidad y fortaleza en los duelos individuales, un aspecto central para darle seguridad defensiva al equipo.
En menos de diez días de trabajo al frente del plantel, la dupla logró meterles en la cabeza a los futbolistas esa intensidad que suelen tener los equipos del ascenso. A diferencia del ciclo anterior, quizá lo más importante que evidenció el Expreso en estos dos encuentros haya sido la famosa “intensidad” que piden los entrenadores. Es decir, el alto grado de concentración para que la toma de decisiones sea acorde a lo que el juego pide.
Bajo esa receta colectiva primordial, y con el vuelo de su talento individual, Godoy Cruz generó desajustes difíciles de corregir por sus rivales de turno. El Tomba fue superior a Vélez y a Boca y mereció ganar, pero en ambas ocasiones se topó con dos arqueros (Lucas Hoyos y Javier García, respectivamente) que le ahogaron los gritos de los goles que le hubiesen permitido sumar seis puntos de seis. Cosas que sólo tiene el fútbol...
Da la sensación de que este nuevo Godoy Cruz está dispuesto a resignar posesión (tuvo menos que Vélez y Boca) en pos de ser más directo. Aunque, claro está, eso no significa que espere en su campo y le ceda la pelota al rival para salir de contragolpe. Para muestra, basta un botón. La consigna en La Bombonera se vio en la puesta en escena del plan de juego. Godoy Cruz no se replegó ni mucho menos, salió a achicar los espacios y a cortarle los circuitos futbolísticos en la mitad de la cancha a Boca, allí donde “Pol” Fernández nunca estuvo cómodo para dar el primer pase.
A partir de la recuperación del balón en una zona neurálgica del desarrollo, las transiciones rápidas con pases filtrados a las espaldas de los volantes y laterales, surtió efecto. El gol del 1-1 de Salomón Rodríguez es una clara muestra de ello: jugó rápido el tiro libre, movió la pelota de izquierda a derecha, le hizo el 2-1 a Fabra con Ojeda y Breitenbruch por la derecha y el uruguayo entró por el segundo palo para empujar el buen centro del lateral/zaguero ex Defensa y Justicia.
En estos dos últimos partidos, Godoy Cruz se sobrepuso a las flaquezas prominentes que sufrió atrás durante muchos pasajes de la Copa de la Liga Profesional. Las va corrigiendo a medida que la última línea se acopla. Volantes y delanteros también colaboran para que la tarea defensiva no se agriete.
En fase ofensiva, las acciones de peligro fueron gracias a una buena circulación o a una secuencia de pases fortalecida por ciertos movimientos. Sólo faltó eficacia y también un poco del factor suerte. La noticia es que recuperó la seguridad defensiva.
Las claves del cambio defensivo
Corto y equilibrado. Colectivamente, en los dos juegos de la nueva era Gómez-Orsi, Godoy Cruz se mostró más cerca entre las líneas, lo que le permitió achicar espacios a sus rivales. En lo individual, más atención y convicción.
La posición de Acevedo. El nuevo capitán (Guillermo Ortiz está suspendido para llevar la cinta) se para unos metros más atrás, como un “5″ más posicional. Ábrego y los mediapuntas están más juntos en el bloque medio.
Cerró los laterales. Con la sencilla consigna de primero marcar y luego pasar al ataque, Breitenbruch y Negri anularon a Fabra y Villa, respectivamente, las principales armas ofensivas de Boca. La dupla encontró el acople defensivo.
