Los argentinos que somos futboleros sabemos más que nadie, que los procesos deportivos suelen pasar constantemente de las mieles a la amargura en un abrir y cerrar de ojos. Hay sobrados ejemplos de ello. Ningún equipo o seleccionado, como en este caso, ha logrado mantenerse más de una década en el olimpo de los resultados deportivos. Y la Selección Argentina no es la excepción. Hay que trabajar mucho pensando en el futuro. Concretamente, en la era post Lionel Messi.
Si bien por historia y “potrero” nuestro país es cuna de grandes valores y por suerte, continúan apareciendo los llamados a “ser”, tampoco hay que dejar de lado una cuestión se suma importancia: Messi está en los últimos años de su carrera y, aunque podría jugar hasta la eternidad si se lo propone, como el fútbol está en permanentes cambios, imaginarse al seleccionado sin su máxima figura, es algo que empieza a costar en el imaginario colectivo. Ergo, es tiempo de analizar bien el día después de mañana, en planificar mejor, en empezar a construir un equipo alrededor de otros apellidos. Se me ocurre, al principio, que Paulo Dybala podría ser esa primera opción, como para mantener un hombre de características parecidas a las de Leo. También está la posibilidad de cambiar de esquema. En ese caso, Argentina tendría que poner dos atacantes netos, uno por afuera y el otro por adentro, ya sea que este delantero centro sea Lautaro Martínez o Julián Álvarez. Claro que hay que ver si Dybala puede recuperar el nivel que supo mostrar en temporadas anteriores, si el nivel alto que hoy tienen los jugadores se puede prolongar en el tiempo.
Otra opción, para tener un referente, sería Rodrigo De Paul más adelante, como en sus primeros tiempos, que no esté tan preocupado en la marca y si en la generación. El ex Racing Club es un todo terrenos. Juega donde lo pongan y siempre cumple. En esta variante, el dibujo de Lionel Scaloni también se vería modificado porque tendría que entrar otro volante para acompañar a Enzo Fernández en el medio. Puede ser Leandro Paredes, Exequiel Palacios o alguna sorpresa como Alejandro Garnacho, quien desde mi humilde opinión, ya debería empezar a tener los minutos suficientes. La Selección no es para cualquiera. Hay que saberla llevar y defender. El hombre del Manchester United está preparado. Quiere desafíos y el proceso de adaptación saltando a una posible titularidad le puede pasar factura, como a muchos otros jugadores que arrancaron dubitativos y después se ensamblaron tan bien que terminaron siendo figuras indiscutidas con la celeste y blanca.
En ese cambio, si se quiere, generacional, no digo que Messi no debe jugar más. Por el contrario. A sus 36 años, habiendo ganado todo lo que se puede conseguir, quizás llegó el momento de restarle participación. Acá deben dejarse egos de lado. Es por el bien del seleccionado, y nada mejor que en este proceso eliminatorio o en futuros amistosos, para pensar a largo plazo, en ir consolidando otras figuras que están, pero con poco rodaje. Argentina, por su condición de campeón del Mundo en 2022, no la tendrá sencilla de ahora en adelante. Y más si en cada presentación lo hace con su capitán. Entonces es mejor ir abriendo el paraguas, como se dice en la vida cotidiana. Es momento de tener un Plan B por si acaso. Quizás se trabaja en ello, pero por el momento no hay sorpresas.
Aquello de Plan B hay que tomarlo con pinzas. Si bien siempre hay alguien que puede marcar diferencias en este equipo de Scaloni, también lo es, que en el primer partido contra Ecuador, Messi se vio “atrapado” en algunos pasajes el encuentro en una telaraña de la que le costó salir. Intentó siempre lo que más sabe, aunque cuando se vio rodeado por tres defensores, no pudo aportar el desequilibrio que tiene, y solamente su mágica zurda destrabó un trámite que no era sencillo, precisamente, por todo eso: cuando Lionel no encuentra espacios, la Selección tiene muchos minutos donde depende de lo que hacen sus rivales, lo cual es sumamente peligroso en la alta competencia.
En síntesis, con la Copa del Mundo en casa, siendo los actuales campeones de América, con otra cita de esas a la vuelta de la esquina, Scaloni y compañía tienen que dosificar los minutos de Messi. Que juegue menos tiempo. No todo es ganar y ganar. Hay que saber tener paciencia para construir, y por ahí, no veo claridad a pesar de que materia prima hay de sobra.