“Me aferro al recorrido, al primer torneo de beach que jugamos juntos”, dice Emir Andraos. “Me duele muchísimo y me cuesta creerlo. No entiendo todavía”, posteó Leo Aveiro.
Sí, es difícil y complejo.
El dolor, la tristeza y el desamparo es lo que ha dejado la muerte inesperada, absurda y violenta de una de las personalidades más queridas del voleibol mendocino y nacional: Carlos Amieva. El “Carly” para la familia del vóley cuyano.
Difícil escribir o describirlo en toda su dimensión y trazar una línea en el tiempo de todo lo que significó el “Gordo” para el voleibol en el Valle de Uco, Mendoza y a nivel nacional. Una persona que sembró pasiones y que con los años cosechó resultados admirables en lo deportivo y largamente afectivos en los personal. Una persona de buen humor y con una capacidad asombrosa para transmitir su conocimiento. Pasional a la hora de los partidos y los resultados, pero conciliador luego del pitazo final.
Un “bostero” de ley que se trenzaba en las gastadas porque no podía disimular bajo ningún aspecto su amor por el Xeneize, pero rápidamente daba vuelta la página y de alguna manera volvía sobre el voleibol.
Un tipo al que todos respetaban y querían. Por eso el dolor y la tristeza ha calado profundo en la familia voleibolera mendocina y las redes han estallado en su nombre. No sólo por la muerte violenta, sino por lo que despertó como compañero, camarógrafo y periodista, además de todo lo que generó en lo deportivo.
Tunuyán, y el sentido de pertenencia absoluto con el que vivió Amieva toda su vida, es su gran legado. Lo instaló como marca registrada. No fue una tarea fácil para él, aunque nunca renunció. Si bien la actividad creció a partir de sus proyectos e insistencia, algunos se desdibujaban, pero igual siempre encontraba algún artilugio para que Tunuyán volviese al protagonismo.
Fue el gran impulsor del vóley tunuyanino, la primera vez la “Muni” de Tunuyán ascendió a primera A-1 en 2000 fue bajó su conducción, donde en algunas oportunidades alternaba la dirección técnica con la de jugador. Desde aquel momento, los objetivos comenzaron a estar claros para Amieva. Sus dirigidos en 2001, ganaron su primer título al vencer en una final a UNCuyo y celebraron a lo grande.
Fue un gran inicio, pero pasaron casi 16 años para aquello que Carly había sembrado comenzase a cosecharse. Entre sus dirigidos aparecieron los hermanos Emir y Dan Andraos, el ‘Gordo’ Battaglia y otros tantos. Emir fue su gran proyecto y sin dudas una de las grandes figuras de los próximos años en los torneos locales y luego en beach. Y Dan, quien consolidaría su obra y sueño en los torneo locales; ganarle a Regatas las finales.
Durante los veranos, Amieva comenzó a ser el gran promotor de los torneos de beach volley, una disciplina que con los años sería su especialidad. Entre la diversión y las formación logró ver que los jugadores de la zona se destacaban sobre el resto. “Nosotros en el Valle de Uco siempre hemos tenido grandes jugadores de beach y eso se nota”, dijo alguna vez en uno de los primeros torneos en la Plaza Departamental de Tunuyán, donde cada febrero el beach comenzó a crecer y a ser una fiesta, y año tras año se posicionó como una de las mejores fecha del Nacional. Todo impulsado por Amieva, claro con muchos de sus socios y amigos apoyándolo.
Con el tiempo, la Feva puso sus ojos en el beach de Tunuyán que terminó armando un centro de captación y alto rendimiento que lideró Carly.
Fueron muchos los jugadores que pasaron por sus manos y, su primer gran logro fue Leo Aveiro, quien se afirmó en la Selección Argentina juvenil y luego ganó la medalla de bronce en 2014, en los Juegos Olímpicos de la Juventud en China.
En el medio, Dan Andraos comenzaba afirmarse como entrenador y en 2017 por primera vez la querida Muni de Tunuyán lograba el título Anual del vóley mendocino ganándole las finales anuales a Regatas. Título que ha revalidado desde entonces.
El orgullo con el que Carlos Amieva hablaba del vóley tunuyanino y la pasión con la que se expresaba del beach se reflejaba en su mirada y todo lo que generaba.
Pero si de orgullos tenía que hablar el Carly, era de sus hijos. Todos fueron sus debilidades; pero quien hasta el momento le hacía explotar el corazón de felicidad era Bautista, por quien se desvivió en lo deportivo. Y Bauti siempre respondió con creces.
En 2018 logró la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Juventud en Buenos Aires y hoy, además de innumerables títulos logrados a nivel nacional y sudamericano, es uno de los jugadores de mayor proyección a nivel internacional en la Selección.
Se fue Carlos Amieva, pero no se fue sin dejar encaminada su última obra: Maia Najul. Una juvenil que está en la Selección Argentina de beach y que se proyecta entre las grandes.
Se fue Carly Amieva, tenía 55 años. Era un tipo generoso, amable, un gran formador que no tenía secretos en lo deportivo. Transmitía lo que sabía. Se desvivía por sus cuatro hijos: Juan Cruz, Ignacio, Florencia y Bautista, luego de que en julio de 2017 falleciera su esposa, Paola Tarditti.
La familia del voleibol te va extrañar mucho Carlos, aunque de si de algo estoy seguro, es que tu obra seguirá siempre en pie.