Con la pandemia del coronavirus es la cuarta vez que los Juegos Olímpicos tienen un paréntesis. Las anteriores fueron durante la Primera y Segunda Guerra Mundial: Berlín 1916, Tokio/Helsinki 1940 y Londres 1944.
Tras la guerra, en 1948, Londres le abrió las puertas al mundo deportivo con una nueva cita olímpica y marcó un hito trascendental en el boxeo argentino y, en especial, en el mendocino. Fue en agosto de ese año cuando Pascualito Pérez logró la primera medalla dorada del deporte de los puños y la única en el historial de la provincia. Sin dudas, marcó un antes y un después en su extraordinaria carrera profesional.
Seis años después de conquistar la presea dorada, el púgil nacido en Tupungato, consiguió el título mundial mosca al vencer por puntos al campeón Yoshiro Shirai, el 24 de noviembre de 1954, tras 15 rounds, en el Korakuen de Tokio, Japón. Pérez ganó un total de 16 títulos y está considerado entre los mejores 50 de la historia del boxeo mundial.
Curiosamente, Pérez es uno de los tres campeones mundiales que nacieron en el Valle de Uco. Los otros dos: Nicolino Locche, de Tunuyán, y Hugo Pastor Corro, de San Carlos.
Nicolino se fue a vivir a la Capital mendocina y, bajo la orientación de Paco Bermúdez, se coronó campeón mundial ligero del Consejo Mundial al derrotar por abandono al japonés Paul Fuji, el 12 de diciembre de 1968.
Y diez años más tarde, en 1978, en San Remo, Italia, Hugo Pastor Corro escribió su propia leyenda. Bajo la dirección de Diego Rodríguez, ganó el título mundial mediano del Consejo Mundial (CMB) y de la Asociación Mundial (AMB), al derrotar por puntos al colombiano Rodrigo Valdés.
Tres historias que se unen en un mismo punto de partida: el Valle de Uco: una plaza que anunciaba grandes boxeadores, pero que, desde “Itaka”, no volvió a mostrar púgiles a la altura de los antes mencionados.
Pablo “Manzanita” Estrella quizás sea el último gran ídolo tunuyanino. Pese a tener una carrera relativamente corta como profesional, logró ser campeón sudamericano y Fedelatin. Sin embargo, nunca logró brillar como prometían sus comienzos y su retiro se dio en 2006. En la misma línea aparece Sergio Anjel, un pesado de muy buena proyección pero con escasa continuidad deportiva.
En 2010, Juan Carlos Cano asomó en la categoría pluma como un estilista, con buena pegada. Con el tiempo se fue desdibujando y se retiró en 2017.
Todos surgieron bajo la misma (prometedora) escuela: la del Valle de Uco. Sin embargo, las grandes estrellas que encandilaron a mediados del siglo pasado se apagaron sin poder encontrar un sucesor en un siglo que ya se devoró poco más de 19 años.