Después del granizo y la violenta tormenta de la tarde, horas más tarde se armó el esperado plan ideal. Nada menos que el superclásico mendocino asomaba en el horizonte de una fresca noche en el parque. Independiente y Gimnasia se veían las caras en un duelo eliminatorio por los 32avos de final de la Copa Argentina.
De un lado, el Lobo, con el regreso de Sebastián Giovini en el arco y las bajas de Lucas Arce (rotura de meniscos) y Joan Juncos (distensión en el isquiotibial). Del otro lado, la Lepra, con el recuperado Lucas Ambrogio para conformar el once ideal de esta nueva versión del Azul de Gómez.
Independiente salió decidido a imponer condiciones. Con Vidal y Coronel como extremos en un 4-3-3 versátil, flexible y elástico alrededor del faro ofensivo: Matías Quiroga.
En una cancha rápida, Independiente pergeñó un plan y lo ejecutó a la perfección. Fue directo para buscar a Quiroga y colocar dos veloces alfiles por detrás (Vidal y Coronel). Y, después de una jugada en la que avisó con un cabezazo de Maidana que cayó en el techo del arco, llegó el gol.
Y fue de un lateral. Quiroga atrajo marcas hasta la mitad de la cancha y peinó el saque de manos, el fondo del Lobo se desarmó, Vidal apareció libre por detrás y abrió al lado opuesto para Ambrogio, quien tuvo tiempo de acomodarse, armar el remate y cruzarlo para dejar sin chances a Giovini. Explotó la popular Sur, la que ocuparon Los Caudillos del Parque.
Lejos de especular con la ventaja, el Azul buscó pegar de nuevo. Un minuto después del 1-0, la Lepra tuvo otra situación casi idéntica, pero en lugar de rematar Ambrogio quiso enganchar y Garrido le robó el balón.
El equipo de Gómez olió sangre y fue a buscar más. De hecho, antes de los 15′ tuvo otras dos situaciones muy claras como para ampliar el marcador. Pero Coronel pecó de egoísta y prefirió el remate al arco cuando tenía centro atrás para Quiroga. Y en la siguiente, Vidal volvió a aparecer a espaldas de Quiroga para sacar una volea de zurda que el bueno de Giovini salvó a mano cambiada.
Ante la presión de un rápido Independiente, a Gimnasia le quedaba la cancha muy lejos y parecía tener una marcha menos. Recién a los 20′ Andrada generó una falta a pura gambeta, pero después arruinó el tiro libre con una ejecución que cayó en la popular de los hinchas del Lobo.
El Lobo estaba aturdido y abrumado. Lento en el retroceso e inconexo del medio hacia arriba, el único que generaba algo distinto era Ortegoza,
Así y todo, cuando el Azul mermó la presión, Gimnasia mejoró en la circulación de la pelota, pero carecía de desequilibrio arriba y por las bandas. Entonces, a Mondino y a Ortegoza no les quedó otra que probar con remates de media distancia.
El Lobo ya no sufría, pero era incapaz de generar peligro. Con Solari muy atrás y por la izquierda y desaparecido Nouet, Gimnasia dependía de los chispazos de Andrada y Ortegoza. Pero a Rivero no le llegaba la pelota.
A pesar de la salida del lesionado Ambrogio, Independiente siguió haciendo gala de su movilidad, frescura y velocidad. Y Valentín Perales casi mete un frentazo goleador sobre el cierre del primer tiempo.
Para el complemento, Disconforme con su equipo, Pozo pateó el tablero e hizo tres cambios juntos: adentro Cáseres, Ciccolini y Marchiori por Meritello, Nouet y Solari. Y si bien se adelantó en el campo, la fisonomía de un Lobo desdibujado y sin ideas, no varió. Tan es así, que siguió sin poder controlar a Quiroga. De un córner, el Flaco metió la testa y a otra cosa.
La historia dirá que una noche de febrero de 2022, Mendoza volvió a vibrar con el derby mendocino y el Azul eliminó de la Copa a su eterno rival.