Y un día, el Deportivo Maipú volvió a sonreír. Volvió a cantar victoria. Tres puntos de oro que le permiten soñar con el único objetivo planteado en este momento: salir de la zona de descenso directo. Fue triunfo por 1-0 sobre Tristán Suárez con un tanto de Emiliano Ozuna de tiro libre a los 14 minutos del complemento.
¡Por fin, Cruzado! Ya era hora. Había que ganar, y Maipú lo hizo. El juramento que los referentes del plantel se hicieron puertas adentro, quedó plasmado ante Tristán Suárez. El Botellero mejoró en la actitud, por momentos también en el juego y finalmente volvió al triunfo. El equipo maipucino ganó tras diez partidos (siete de este campeonato y tres del anterior) y el plantel le dio un espaldarazo al cuerpo técnico.
No se trata solamente de tres puntos que le permiten quedar a otras tres unidades del penúltimo lugar en la tabla, que sorpresivamente hoy ocupan Ferro Carril Oeste y Racing de Córdoba. Es una victoria anímica que al equipo de Juan Manuel Sara le permitirá confiar en sí mismo e ir el próximo fin de semana al estadio de Patronato con otro semblante, sin lugar a dudas.
Fue un verdadero desahogo. Una victoria de esas a las que no le sobra nada. Por el contrario, el triunfo de Maipú peligró hasta ese minuto 50 del complemento cuando los centro llovieron sobre el área de Juan Pablo Noce y los hinchas del Cruzado pedían la hora con el corazón en la boca. Si hasta el arquero Luciano Silva (ex Gutiérrez) fue a buscar el último centro. El primer triunfo para sacarse la mufa tenía que ser así, con sufrimiento, con angustia. Y con un gol polémico del que se hablará toda la semana.
¿Entró toda la pelota en el tiro libre de Emiliano Ozuna? Desde nuestra perspectiva en la platea resulta imposible afirmarlo. Y viendo la repetición una y mil veces, no hay una imagen que lo ratifique. Da la sensación de que hay un error conceptual del arquero, de apoyar las rodillas en tierra detrás de la línea de gol. Y ahí está la duda al margen de las protestas masivas del arquero Luciano “Pipi” Silva y sus compañeros contra el árbitro Nelson Sosa y el asistente Mariano Altavista posterior al gol y también al partido. Lo concreto es que ese gol del zurdo Ozuna fue la única diferencia entre el Botellero y el Lechero. Y a Maipú le sirvió para salir de la malaria de un 2024 que había arrancado demasiado torcido, con seis derrotas y un empate.
Antes de la jugada polémica que influyó en el resultado final, del análisis se desprende que la propuesta de Maipú fue diferente a la de otros encuentros. El entrenador arriesgó con un 4-3-3 bastante ofensivo, con Sosa y Ortega jugando de extremos y un equipo que recuperaba rápido la pelota para luego hacerse ancho y atacar por las bandas. Eso sí, al equipo de Sara le faltó paciencia para juntar uno o dos pases más en la zona de influencia y no hacer todo tan vertiginoso cuando la pausa era necesaria.
Lo mejor de Maipú estuvo en ese primer cuarto de hora en el que generó una situación clarísima tras una sucesión de toques (lástima que a Ortega se le fue ancha la definición), un penal a Ortega no sancionado por el árbitro Nelson Sosa y un tiro libre del propio “10″ que se fue apenas desviado.
La dinámica de los volantes maipucinos frente a un rival moldeado para el roce también fue un aspecto importante. Ramírez se hizo gigante para tapar huecos, Ostachuk sacó todo y Ozuna fue clave con su pegada. Ya con el 1-0, Del Priore aportó la pausa que el equipo necesitaba y a Rasic le sigue costando ganarse un lugar.
No fue un gran partido de Maipú desde lo futbolístico o lo táctico. Sin embargo, cumplió con su objetivo. Tenía que cortar la pésima recha de 7 juegos, 6 derrotas y un solo empate. Había que cantar victoria y se logró. Ojalá se convierta en un punto de partido para un club que arañó el ascenso a la Liga Profesional en la temporada 2023.
El Cruzado ganó, se sacó toda la mala onda que tenía y volvió a vivir.
Lo que viene
En la próxima fecha (9), Maipú visitará a Patronato el domingo 31 de marzo desde las 17.
