Este jueves 25 de noviembre dejará imágenes que recorrerán el planeta durante muchísimo tiempo. Argentina despidió a su ídolo más popular, a su más trascendente figura viva del último siglo. Diego Maradona dejó la tierra en la que se convirtió en Dios para pasar a la eternidad. La angustia del pueblo desbordó su último adiós, sumado a falencias organizativas, el velorio fue un caos y el cortejo de Pelusa fue un torbellino que sólo encontró paz cuando llegó al cementerio Jardín de Bella Vista. Ahí donde ya estaban Don Diego y la Tota. Y donde ahora también descansa el mejor de todos los tiempos.
El silencio y la tranquilidad de la última misa y con el féretro finalmente lejos del ruido de la Casa Rosada contrastó con las horas previas, de tensión, incidentes y un pueblo desbordado de angustia por la despedida de su gran ídolo.
Esos minutos en el césped del parque donde se realizaba la ceremonia religiosa fueron, finalmente, los que sus familiares se guardaron para ellos. Para que sus más cercanos, los que sufren que se fue el Diego de la gente pero también el de la casa, el papá, el marido, el ex, el hermano, puedan también despedirlo en paz.
Horas antes la situación se había descontrolado en la Plaza de Mayo, en la Casa de Gobierno y también en la 9 de julio. Los planes se vieron obligados a cambiar y al final no se pudo hacer ni un velorio corto ni uno largo, sino uno accidentado, intenso y argentino. Con sus momentos de extrema emoción y dolor, y otros de vergüenza y escándalo por los incidentes. El último adiós debió suspenderse y no hubo lugar ni para que el cortejo tuviera una retirada más prolija y le diera la oportunidad a los maradonianos de saludarlo.
Cerca de las 19, el auto que trasladaba al cuerpo de Armando llegó al cementerio. Además de Claudia Villafañe y sus dos hijas, Dalma y Gianinna, lo acompañaron Verónica Ojeda, ex pareja de Diego, Jana Maradona, Guillermo Coppola (ex representante) y los hermanos del Diez. El cajón fue enterrado 19.53, el dolor será eterno.
Hasta siempre, Diego.