Es hora de que el fútbol le devuelva a Messi todo lo que él le ha regalado

Justo el día en el que se convirtió en el jugador con más partidos en la historia de los mundiales y en el que superó a Bati como máximo anotador de la Selección en Copas del Mundo, “Leo” volvió a ser genio y figura. Regaló su mejor versión y, como en 2014, el domingo que viene volverá a jugar una final del mundo. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo...

Es hora de que el fútbol le devuelva a Messi todo lo que él le ha regalado
Lionel Messi juega su mejor Mundial en Qatar: cinco goles y tres asistencias en seis partidos. Una locura.

Definitivamente, Messi es patrimonio de la humanidad, pero los argentinos tenemos el enorme privilegio de que juegue para nuestra Selección. Y si el fútbol le está regalando una revancha es por obra y gracia de que está jugando su (mejor) Mundial. Hay indicios. Batió todos los récords y ayer en zona mixta, después del partido, volvió a confirmar que es el último. The Last Dance. ¿Final feliz para una historia de película? Amén, que así sea. Porque después de ocho años de la final perdida en el Maracaná frente a Alemania, Messi y la Selección Argentina tendrán revancha.

La cita es el próximo domingo a las 12 hora argentina (18 de Qatar) en el mismo estadio desde donde estamos escribiendo estas líneas. Pasó más de media hora del final del partido y los hinchas siguen cantando. Ellos se merecen una alegría. Usted, que está en su casa festejando, cantando y saltando con sus familiares y amigos, se merece una alegría. El país entero se merece una alegría. Al igual que Messi...

El partido fue como lo que ha sido Argentina a lo largo de este Mundial. De menor a mayor. Primeros minutos de estudio, de acomodarse, de dar pasos firmes y seguros. Y luego un flash, dos golpes certeros. Dos. Precisos, punzantes, dolorosos, al mentón y en el momento justo: sobre el final de la primera etapa, como para no darle tiempo de reacción a un adversario que había dado muestras de carácter para superar contiendas desfavorables. El patrón que se imponía en los últimos dos mundiales era que Croacia no se rendía nunca. Pero ante la Scaloneta de la efectividad, del juego directo y de un Lionel Messi magnífico, quedó desorientada después de los dos goles en tan poco tiempo.

Argentina sabía que Croacia, respecto de la de 2018, perdió parte del poder de fuego que tenía en el ataque con Mandzukic y Rebic. Es cierto que sostenía prácticamente el mismo mediocampo (a excepción de Rakitic) que suele marcar el ritmo de juego y los tiempos del partido. Por eso, inteligentemente, Scaloni apostó por cuatro mediocampistas. Leandro Paredes, de buenos minutos ante Países Bajos, entró para poder conformar un bloque importante en el mediocampo, que pudiera cortar la circulación de juego rival y para que Luka Modric entre poco en contacto con la pelota. Dio resultados. Modric le hizo sombra a Paredes para intentar que el volante central argentino no interviniera con comodidad en el inicio de la jugada.

Luego de los primeros minutos de control de balón croata, aunque sin arriesgar demasiado, el problema que se le presentaba a Argentina era que tenía demasiada gente por detrás de la línea de la pelota y no lograba transformar una recuperación en contraataque. Además, por características, le costaba progresar con conducción y gambeta. Por primera vez en esta Copa del Mundo, a Argentina se le presentaba el gran desafío de controlar el partido sin tener el control de la pelota.

Claro, excepto cuando la pelota pasó por un tal Lionel Andrés Messi, quien a partir de los 20 minutos empezó a mostrarse activo para atraer futbolistas rivales y liberar zonas de recepción por otros sectores del campo de juego. Y el mejor interlocutor de ello fue el pibe que alguna vez le pidió una foto siendo un juveniles de las divisiones inferiores de River.

Croacia tenía la posesión, pero cuando intentaba atacar, dejaba un espacio enorme a espaldas de los mediocampistas. Bastó que ese molesto presionador serial (en el buen sentido) llamado Julián Álvarez molestara una y mil veces en la presión sobre Brozovic. La apuesta por Enzo Fernández más liberado fue justamente para que el ex River hiciera lo que sucedió en la jugada del 1-0. Pase perfecto de Enzo para Julián, quien encaró ante Livakovic, toque suave sobre la salida y penal del croata. Esta vez, Messi no esperó que el arquero se moviera. Antes de patear ya tenía decidido hacer lo que hizo: romperle el arco con un zurdazo furioso, arriba, al ángulo. Hay golazos de penal.

El segundo golpe no demoró. Otro mérito de Argentina: no dejar reaccionar al rival. Otra recuperación en campo propio y dásela al “10″ que él se va a encargar del resto. Pivoteo y toque para Julián, quien corrió más de 60 metros con la pelota, amagó a darle un pase a Tagliafico, se metió al área como una tromba y después de dos rebotes definió por sobre la salida del arquero. Explotó Lusail. En una ráfaga, la Selección se puso 2-0. Y pudo ser 3-0 porque, acto seguido, Livakovic le sacó un cabezazo tremendo a Julián Álvarez después de un anticipo en el tiro de esquina.

A esa altura, Messi hacía lo que quería con la pelota. Fue un placer verlo tan cerca del campo juntando camisetas azules y saliendo airoso con su toque de magia, siempre para adelante. Fue, por el contexto y el rival, su mejor partido con la Albiceleste en un Mundial. Aunque lo mejor siempre está por venir...

En el inicio del complemento, Dalic apostó por el argumento que suelen lastimar a esta selección: llenar el área de delanteros grandotes (Orsic, Petkovic y Vlasic) y que lluevan los centros. Así, Croacia quedó con un 3- 3-3-1 con Modric-Kovacic en el medio. Ni lerdo ni perezoso, Scaloni respondió con un pragmático enroque táctico para contrarrestar la propuesta croata. Lisandro Martínez por Paredes (no fue tan importante desde lo posicional), línea de cinco en el fondo y el vuelo de “Leo” y Julián para liquidarlo de contragolpe. Dicho y hecho.

Un rato después de que Livakovic se quedara con el segundo de “Leo” tras un jugadón con Enzo, otra vez el capitán y mejor jugador del mundo apareció en su máximo esplendor. Partiendo desde su antigua posición de extremo derecho apiló gente, dejó el tendal, “sacó a pasear” a Gvardiol (que vale 100 millones de euros y lo pretenden los mejores equipos de Europa) y le sirvió otra vez el gol al Araña: 3-0. Para cerrar el estadio. Un afano, suspendanlo…

Con el 3-0 tranquilizador, Scaloni no demoró en mandar a la cancha a Dybala por primera vez en el Mundial. Merecido premio para un jugador que hizo lo imposible para poder estar. Pero también le dio minutos a Foyth y a Angelito Correa. Justicia. Argentina toquetea, el Dibu se revuelca para la foto y el italiano Orsato pita el final.

¡Estamos en la final! Es hora de que el señor destino ponga las cosas en su lugar...

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