Este equipo (de Lionel) tiene fútbol, alma, huevo y corazón

Con el sufrimiento y la garra de siempre, con virtudes y errores de un cuerpo técnico que toma decisiones genuinas, con la magia intacta de Messi, y los penales atajados de “Dibu” Martínez, la Selección argentina pasó a la difícilísima Países Bajos y está entre lo mejores cuatro equipos del Mundial. El próximo martes, semifinal frente a Croacia.

Este equipo (de Lionel) tiene fútbol, alma, huevo y corazón
Lionel Messi y el festejo del 2 a 0 ante Países Bajos, por cuartos de final de Qatar 2022. (Prensa Fifa).

¡Qué manera de sufrir, por Dios! ¡Y qué difíciles nos ponen las cosas siempre estos muchachos de camiseta naranja! Al final, fue un tiro para el lado de la justicia. Argentina está en semifinales porque mereció ganar largamente durante los 90 minutos. Nadie, en su sano juicio, podrá negar que la Selección no debió sufrir hasta el último penal de la serie. Ni Alfred Hitchcock se hubiese animado a hacer una película con tanto suspenso, con un final tan abierto y con los nervios de punta en cada instante. Otra vez el “Dibu” se puso el traje de héroe para atajar dos penales en la tanda y poner a Argentina en la final.

Argentina está entre los mejores cuatro equipos del Mundial porque fue mejor que Países Bajos. De principio a fin. De hecho, los goles de Holanda fueron de pelota parada de laboratorio (un golazo el 2-2) y un cabezazo de anticipo. El resto fue todo de Argentina. El dominio emocional, territorial y las situaciones fueron de la Albiceleste.

Un partido tan grande, tan decisivo y con tantas cosas en juego, necesitaba un planteo idem, que estuviera a la altura de las circunstancias. Y Scaloni lo había hecho bien, una vez más. Como ante Italia en la finalísima, y como ante México, Polonia y Australia en este Mundial. Y hablo en pasado porque hay un antes y un después de un momento clave en el partido: la salida de “Cuti” Romero a los 32 minutos del complemento. Si bien estaba amonestado (al igual que Acuña), el central estaba teniendo un partido prácticamente sin fisuras. Si no salió por una molestia física, no se entiende su salida. Fundamentalmente, porque Pezzella se mostró a destiempo y cometió una falta muy tonta en la previa al 2-2.

Con la inclusión de Lisandro Martínez, Scaloni había apelado a un esquema espejo (es decir, pararse casi idéntico al rival) con la intención de jugar prácticamente mano a mano en todos los sectores de la cancha. Rodrigo De Paul bien cerquita de Frenkie De Jong, Alexis Mac Allister con De Roon y Enzo vigilando al peligroso Gakpo. Por las bandas, Acuña con Dumfries y Molina pegado a Blind. En el fondo, Romero con Bergwijn, Lisandro con Depay y Otamendi sobrando. Pero también en ataque Scaloni acertó tapando las subidas de Timber con el voluntarioso Julián. En consecuencia, le dejaba la salida al menos productivo Aké. De esa manera, Argentina no sólo lucía bien parada, sino que obligaba a Países Bajos a ir por los costados.

En un encuentro demasiado táctico, de parejas y ajedrez, el equipo de Van Gaal no se salía demasiado de su libreto. Es cierto que tuvieron mayor posesión en el primer tiempo, pero ese no es un indicador de nada. Mucho menos si se tiene en cuenta que esa adolescencia de juego interno (mérito de Argentina) lo obligó a jugar largo en tres ocasiones que no llegaron a buen puerto. En una, porque Dibu mostró que es rápido de piernas y en las otras dos ni Memphis ni Bergwijn pudieron girar para lastimar.

El planteo de Van Gaal estaba dando resultados porque Argentina no encontraba la manera de lastimar por las bandas. Tapados Acuña y Molina (vigilados bien de cerca por Timber y Blind), a diferencia de otros partidos, la Naranja esta vez no liberó el lado opuesto al sector donde estaba orientada la presión. Y ese fue un inconveniente para que los laterales encontraran tierra fértil.

Países Bajos amenazó después de una jugada entre Memphis y Bergwijn por el medio que terminó con un remate de zurda del “7″ que se fue desviado. No mucho más.

En base a su enorme capacidad colectiva para asociarse en espacios reducidos sin dejar de ser directo, Argentina dijo presente con una aparición explosiva de Messi y un remate que se fue por arriba del travesaño, porque el mejor del mundo no la pudo tomar bien. Fue un aviso. Porque, en la siguiente, el remate débil de De Paul a las manos del lungo Noppert -tras otra buena jugada por la derecha- le sirvió a Argentina para darse cuenta de que podía construir juego elaborado en campo rival.

Hasta que apareció el Mesías, el hombre que sólo él puede ver una línea de pase imaginaria rodeado de cuatro rivales y dejar mano a mano con el arquero a Molina, quien además de la gran definición de zurda que hizo explotar Lusail, tuvo el gran mérito de haberse desmarcado en el momento justo para buscar el pase filtrado.

Argentina no bajó la intensidad ni mucho menos. Jamás dejó reaccionar a Holanda. Y casi le mete el golpe de gracia con un derechazo de Messi (quien recibió de Julián en la puerta del área grande), quien aún rodeado de cinco rivales, giró para la derecha y remató donde estaba el arquero.

La gran defensa de la pelota parada afloró en los últimos cinco minutos de la etapa. En ese lapso de tiempo, Argentina tuvo que defender tres tiros libres y recibieron amarillas Acuña y Romero.

Van Gaal cambió dos intérpretes apenas iniciado el complemento. Berghuis y Koopmeiners (por Bergwijn y de Roon). El alma de Rodrigo De Paul duró hasta los 20 minutos del complemento, y el ingreso de Leandro Paredes liberó a Enzo Fernández. Y en una corrida de todos los tiempos, Acuña encaró por su lateral, enganchó ante Dumfries y le cometieron penal. El genio se hizo cargo de la ejecución y esta vez no falló: esperó que Noppert se moviera y lo dejó de estatua, con un toque suave y al palo izquierdo.

Perdido por perdido, Van Gaal se la jugó con un doble “9″ (de Jonk y Weghorst) y dos extremos a perfil invertido. Y eso le dio resultado, fue un acierto. Porque del otro lado, cuando el partido estaba a pedir de Di María, Scaloni prefirió sacar a los amonestados (Tagliafico y Acuña), poner a Pezzela y Tagliafico y mandó a la cancha a Lautaro por Julián, quien desde lo táctico había hecho un partido realmente impecable.

En una de esos centros con pierna cambiada, la defensa perdió a Weghorst y el cabezazo cruzado, de pique al suelo, fue imposible para el “Dibu”. Holanda descontó y se vino al humo. Entonces, comenzó el show del impresentable Miguel Mateu Lahoz, quien cometió el error de no expulsar a Weghorst (estaba amonestado y le hizo una falta a Messi después del descuento), sino que inclinó la cancha en favor de los naranjas. Tampoco expulsó a van Dijk luego de la trifulca tras el patadón de Pardes a Aké.

La adición de diez minutos al tiempo reglamentario fue realmente exagerada. A esa altura, Países Bajos no paraba de tirar centros al área buscando a sus lungos. Si un tiro libre en la puerta del área que finalmente pegó en la barrera había paralizado los corazones, ni hablar del que se produjo en el último minuto de juego. Falta infantil de Pezzella en la medialuna y el pizarrón de Van Gaal en su máxima expresión. Por el diseño, el trabajo, el carácter y el contexto, hay que darle un gran mérito a lo que hicieron los holandeses en la última jugada. Enzo Fernández no llegó a tapar el remate de Weghorst y Países Bajos lo empataba en la última jugada del partido.

El alargue fue una situación tan indeseada como inesperada. A la Selección le costó acomodarse y el primer tiempo pasó demasiado rápido, prácticamente sin situaciones en ninguno de los dos arcos. Fue un claro indicio de que Países Bajos no tenía otro argumento que el centro para los “tanques” y por eso apostó otra vez a esperar y salir rápido de contragolpe.

Para el segundo tiempo suplementario, Scaloni se la jugó con el ingreso de Di María por Lisandro Martínez y un Montiel fresco entró por Molina. Y al ataque mis valientes. Argentina fue un vendaval que se llevó puesto a los de Van Gaal. Generó seis situaciones nítidas para ganar el partido, pero entre el arquero Noppert, el palo (en el remate de Fernández) y una salvada increíble de van Dijk, el destino parecía que no estaba con la Selección. El impresentable árbitro español Mateu Lahoz, tampoco.

Como en el 2014, Argentina pasó a Holanda por penales. Esta Selección Argentina de Scaloni tiene fútbol, tiene huevo y le sobra corazón. Este equipo de Lionel tiene todo…

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