Fútbol con VAR: errores humanos, pérdida de emoción y el camino allanado hacia la destrucción de un juego hermoso

Bienvenida la tecnología y el avance de los reglamentos, pero que sean siempre para bien, para mejor, cosa que no estaríamos viendo en la Primera división de Argentina ni en el resto del mundo.

Fútbol con VAR: errores humanos, pérdida de emoción y el camino allanado hacia la destrucción de un juego hermoso
Yael Falcón Pérez consulta el VAR por una jugada dudosa en la que cobró penal para Godoy Cruz. Fue ante Estudiantes, en el Malvinas. / José Gutiérrez

Llegó y lo cambió todo. Los primeros tiempos, los segundos y hasta los gritos de gol. La dinámica, el ritmo y la intensidad del juego ya son otra cosa. La especulación y la espera constante de una definición arbitral ralentizaron el desarrollo.

El nuevo fútbol con el video arbitraje (VAR) está lleno de errores (humanos, no técnicos), polémica, show y morbo. Así, como se aplica hoy en todo el planeta, el sistema que vino a revolucionar la justicia futbolera solo ha logrado deteriorar poco a poco un deporte que nos apasionaba.

La idea no es abonar la teoría del “todo tiempo pasado fue mejor”. No. Bienvenida la tecnología y el avance de los reglamentos. Pero siempre que sea para bien, para mejor, cosa que no estaríamos viendo en Argentina ni en el resto del mundo.

El fútbol es emoción, ante todo. Un atributo fundamental que fue desapareciendo frente a los vaivenes de árbitros que, a través de los monitores, deciden qué está bien y qué mal. En ocasiones, con ridículos argumentos más que discutibles.

El VAR, presente en el Malvinas Argentinas. / José Gutiérrez - Los Andes
El VAR, presente en el Malvinas Argentinas. / José Gutiérrez - Los Andes

Hagamos un ejercicio. Apostemos a la famosa balanza para analizar en concreto esta decisión de la FIFA que tanto dividió las aguas. De un lado enumeremos las cosas buenas que dejó el VAR y del otro, las malas.

Las buenas del VAR

Si la pelota entró o no: ahora, el VAR les permite al árbitro principal, jueces de línea y al cuarto árbitro (todos en el campo de juego) cobrar o no un gol de acuerdo a la medición que en la cabina de TV hace el referí encargado. Si se ve claramente que el balón ingresó todo, gol. Si le faltó un centímetro para traspasar la línea de cal, no es gol. Fin.

Golpes a traición: si los cuatro jueces de campo no ven una agresión física de un jugador a otro, ahí aparece el sistema de revisión para avisarle al juez principal que debe expulsar al violento. Bien.

Y lo positivo, hasta ahí...

Las malas del VAR

Falta de criterio: quedó de manifiesto en innumerables ocasiones, tanto en la Primera división argentina como fuera del país. Por ejemplo: ante un dudoso tiro penal que es revisado por las cámaras, muchas veces los fallos no son justos sino caprichosos. Sin camiseta. Para bien y para mal. A favor o en contra. No pocas veces, los yerros humanos a la hora de revisar hacen que la indignación del espectador sea doble.

El momento en el que el árbitro Leandro Rey Hilfer cobra penal para Boca vs. Arsenal a instancias del VAR.
El momento en el que el árbitro Leandro Rey Hilfer cobra penal para Boca vs. Arsenal a instancias del VAR.

Desnaturaliza el movimiento del cuerpo: desde que llegó el VAR, podemos ver cómo los defensores se desplazan con su brazos escondidos en la espalda, sobre todo en el área propia. El “miedo” a que la pelota roce un dedo los hace correr de otra manera. Como en el metegol, que las extremidades superiores no aparezcan ni para tomar envión.

Ralentización del juego: un partido de fútbol no dura más de 60 minutos reales. El resto del tiempo se va en parates por infracciones, cambios, saques de arco, armados de barrera y algún tumulto. Hasta ahí, lo de antes. El tema es que con VAR todo se discute, todo entra en el territorio del debate, todo se tiene que revisar en una sala de televisión. Y eso destruye la esencia del fútbol. Nos guste o no, es otro deporte.

Diferenciación de competencias: ¿Cómo puede ser que, por ejemplo en Argentina, haya VAR en la Copa de la Liga Profesional y no en la Primera Nacional y Federal A? Es decir, Godoy Cruz juega con un puñado de reglas e Independiente Rivadavia, Gimnasia, Maipú y Huracán Las Heras, con otras. En Copa Libertadores de América, Conmebol decidió que no haya VAR en primera fase, aunque sí desde octavos de final. Inexplicable.

 José Gutiérrez/ Archivo
José Gutiérrez/ Archivo

Festejos con delay: el equipo X acaba de hacer un gol por cualquier vía, la que sea: de cabeza, tiro libre, carambola, arco a arco o de penal. El hincha sabe que no puede desatar la celebración espontánea y que debe esperar entre 30 segundos y 3 minutos para ahí sí poder gritar el tanto y abrazarse con el de al lado. No es natural.

Elefantes y hormigas: en un principio, la FIFA había asegurado que la implementación de la tecnología en las decisiones arbitrales llegaría para hacer justicia en los casos de “los elefantes” que muchas veces los jueces no ven en cancha, en referencia a las grandes evidencias de una jugada puntual. Pero este VAR cobra los fueras de juego milimétricos y tiros penales que se dan por un roce mínimo, tan mínimo como el tamaño de una hormiga.

VAR para grandes, VAR para chicos: Este aspecto más que polémico también pudo verse en no menos de una decena de encuentros. Hay revisiones y revisiones. Según la camiseta, hay criterios y criterios. No puede ser. Al que le quepa el poncho, que se lo ponga.

El silencio: En el rugby profesional, por ejemplo, jugadores y espectadores pueden escuchar en tiempo real lo que el árbitro principal habla con sus colaboradores “televisivos”. Es el TMO (Television Match Official), aplaudido en el mundo. ¿Por qué el silencio en el fútbol?

Sostener el VAR solo en dos situaciones

En definitiva, la inclusión de la tecnología en el fútbol no es mala, todo lo contrario. Lo malo es el manejo humano que muy lejos está de tener la capacidad de impartir justicia como corresponde. Si la interpretación pifiará constantemente, es preferible volver al sistema anterior.

Tal vez, lo mejor sería sostener el VAR exclusivamente para determinar si una pelota entró en el arco y para detectar agresiones merecedoras de sanción disciplinaria. Que el resto de las acciones polémicas sean resueltas, en conjunto, por los cuatro árbitros que pisan el campo de juego: el principal, los jueces de línea y el cuarto árbitro, que todo lo ve, aunque su trabajo actual solo sea anunciar cambios, informar el tiempo agregado y retar a los entrenadores ante gestos ampulosos.

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