Con el ánimo por las nubes tras la clasificación asegurada a cuartos de final, aunque con sabor agridulce por un rendimiento colectivo que no termina de convencer, sobre todo en los segundos tiempos. Así se retiró la Selección Argentina luego de vencer 1-0 a Paraguay por la tercera fecha de la Copa América, que ya tiene a la albiceleste en el cuadro final del certamen.
El primer tiempo fue (casi) bárbaro para los de Lionel Scaloni, que controlaron la pelota desde el minuto inicial a pesar de los seis cambios respecto del choque frente a Uruguay. A los 9′ ya había generado tres ocasiones de gol: remate de Alejandro Gómez por encima del travesaño, mano a mano que Sergio Agüero desaprovechó en el área chica y el tanto del encuentro, el de “Papu”, que llegó tras una gran jugada de Leo Messi y una soberbia asistencia de Ángel Di María, el mejor de la cancha.
El grito sagrado (9′) se tradujo en confianza y optimismo, aunque desde los 25′ mutó en dudas defensivas, baja posesión del balón y retroceso de las líneas, tal vez a tono con el cansancio físico que expone el plantel desde hace dos partidos. Ese bajón fue aprovechado por un deslucido Paraguay, que así y todo avanzó peligrosamente con algo más que meras aproximaciones.
La segunda mitad, para el olvido. Argentina apostó a aguantar la ventaja mínima y pasó momentos bravos por ubicar constantemente a 10 de sus 11 jugadores detrás de la zona media. Demasiado atrás. Tan es así que el conjunto paraguayo se adueñó del protagonismo e intentó (con fuerza y poca profundidad) llegar al empate durante 49 largos minutos mientras la albiceleste aguardaba de contra. Una actitud muy peligrosa más allá del resultado final, porque no siempre una estrategia de estas características dará resultados óptimos. Mucho menos en instancias eliminatorias.
El triunfo se festeja, claro que sí. El boleto hacia los “mano a mano” también. Hasta el poder de gol en los primeros tiempos y la velocidad de los delanteros. Aunque lo demostrado en las etapas de cierre y la falta de control ante rivales de peso invitan a un urgente análisis de cara al futuro cercano.
Con Bolivia -el rival más débil de la zona-, Argentina buscará cerrar su participación en la fase de grupos como primero y quedar a la espera de su próximo oponente. De darse así, el de enfrente será el cuarto clasificado de la otra zona.
Lo menos
El desempeño de Agüero, quien tuvo su chance clarísima desde el vamos. Lento, pesado y hasta desconectado del resto. Fuera de sintonía. Erró un “regalito” de la defensa guaraní en el área chica apenas comenzado el asunto. En la noche de Brasilia quedó demostrado que Lautaro Martínez es el centro delantero titular.
Tampoco tuvo un buen encuentro Leandro Paredes, uno de los preferidos del DT. El volante central perdió mucho, regaló situaciones y fue reemplazado. Claramente, sintió el cansancio de la seguidilla de partidos y no logró la precisión de otras noches.
El bajón de los segundos tiempos. Argentina se pone arriba en el marcador casi siempre, pero luego entrega la pelota al rival y sufre. Ante un hipotético cruce ante Brasil, el gran candidato, o la dura Colombia, este factor podría ser tristemente determinante. No todos exhibirán el bajo poder de gol de Uruguay y Paraguay.
Lo más
El partido de Di María. El “Fideo” sí aprovechó su oportunidad y desniveló constantemente. Juego, velocidad, verticalidad, aportes defensivos y una asistencia de lujo para el golazo de Gómez.
La figura
Lo dicho, Ángel Di María. Destacados: Nahuel Molina, Alejandro Gómez, Cristian Romero y Guido Rodríguez, otra vez.
Lo que viene
Bolivia, el próximo lunes 28 de junio desde las 21.