Nuestro columnista Marcelo Barba, profesional de las ciencias informáticas, jugador de golf desde hace 40 años, escribió una columna en Planeta Golf con una reflexión interesante y profunda: “Se dice que todo, inexorablemente, llega. Entonces habrá que ser lo suficientemente conscientes y honestos con nosotros mismos para identificarlo y luego comenzar a buscar alternativas que nos permitan seguir andando”. La franqueza de la mirada de Marcelo nos permitió pensar un montón de cosas que queremos compartir con ustedes.
Sin lugar a dudas, detrás de esta perspectiva de las cosas, hay una historia de enorme placer por el golf, este deporte especial, que combina de modo tan preciso lo físico con lo técnico, la fuerza con el equilibrio. Hacia el pasado se orientó exactamente el relato de Marcelo en sus párrafos iniciales. “Cuando comencé a fines de los ‘80 con el golf, acaso un poco mayor, todavía gozaba de 30 y tantos años, de un buen estado físico. Me animaba - por ejemplo - a participar en torneos de 36 y hasta 54 hoyos (en esos feriados largos, como el de Semana Santa por ej.). Una hermosa época en el recuerdo.”
“Con el paso del tiempo llegaron las responsabilidades y los compromisos para atender una familia que crecía y a un trabajo cada vez más intenso y desafiante, en fin… nos fuimos acercando a la adultez (eufemismo para no decir vejez), y cuando podíamos seguíamos practicando un poco de nuestro querido golf, sin darnos cuenta de nada. "
La edad, las habilidades físicas y las estrategias
Marcelo Barba nos introduce rápidamente en su presente. “A más de 30 años de aquellos días, sin ser tan consciente de que el mundo siguió rotando; además de los años y kilos que sumé, comencé a advertir que progresivamente perdía algunas capacidades físicas como la flexibilidad, la rotación, la potencia y lógicamente la velocidad que le imprimía a la cabeza de mis palos; aunque para ser completo en mi confesión reconozco también que, a pesar de eso, comencé a ganar buen terreno en la precisión de mi juego corto y sobre el green (¿qué me quedaba si no..?)”
En ese momento de inflexión, sucedió la magia: de la vida, de la búsqueda, del destino, como quiera usted llamarlo: Marcelo Barba nos comparte la oportunidad que le brindó un hecho simple, ocurrido por un mal golpe a partir del cual se le rompe la vara de su madera 3.
“Ahí me dispuse a visitar una tienda especializada para cambiarla. El vendedor - experto - que me atendió, observó la vara rota y me consultó si aún deseaba mantener la misma dureza o aprovecharía la ocasión para ponerle otra más flexible, consulta que me sorprendió ya que sólo había pensado en una simple reposición; no obstante, el profesional me llevó con mucha inteligencia hacia su terreno de conocimientos y esto generó un intercambio de opiniones interesante.”
Con un preciado sentido del humor, nuestro golfista comenzó por identificar “que era la primera persona que tan diplomática e indirectamente me decía “viejo”, por lo menos relacionando mi apariencia física con la dureza de mis varas”. Y da un paso aún más importante en su decisión de profundizar su mirada y relata: " Yo algo sabía (respecto a las prestaciones de palos más flexibles), pero como siempre pasa, nuestra mente nos juega por detrás y nos hace olvidar de las limitaciones físicas adquiridas con el tiempo; con lo cual acepté de buen grado que me sugirieran el cambio por considerarme ‘veterano’. Compartimos algunas risas.”
Los beneficios de palos más flexibles y el proceso de “fitting”
El avezado vendedor propuso a nuestro golfista no sólo cambiar la dureza del palo roto, sino también lo convenció de colocarle varas de tipo “Senior” al resto del equipo, aunque todo ello pasando previamente por un proceso de “fitting”. El fitting, se trata de un análisis profesional del swing de un jugador y de sus palos, con el objeto de encontrar el equilibro que le permita mejorar el rendimiento en su juego.
Nuestro deportista explica en su columna que su proceso de fitting le permitió comprobar tres cosas: 1. Que realizando el mismo swing se puede lograr una mayor distancia que con la vara rígida (era como volver a sentir el latigazo sobre la pelota); 2. Que las ejecuciones salen más rectas y podemos quitarnos algunos vicios que generamos para corregir la dirección; 3. Que hasta uno siente físicamente mejor, ya que no hay que forzar huesos o articulaciones para lograr una pegada potente.
En sus propias palabras Marcelo Barba realiza una síntesis: “fue un pequeño regalo que me hice a mis 60 y pico, que por ahora disfrutaré hasta que aparezcan otras alternativas, por ejemplo, para quienes queramos jugar más allá de los 90… (¿o pido mucho?)”
Y cierra con dos consejos claros: “Mi objetivo es sugerir dos cosas simples: primero, realizar un fitting cuando lo crean conveniente para sentir cómo esas diferencias físicas que llegaron con los años (pérdida de distancia, precisión, etc.), pueden verse disminuidas con un cambio en la dureza de las varas de nuestros queridos palos tradicionales, ya que los harán más permisivos e indulgentes. Por lo menos, podremos probarlo sin costo… Y lo segundo, dependiendo del resultado del fitting, será el cambio propiamente dicho de las varas de nuestras maderas e híbridos.”
Por supuesto, nuevos palos demandarán algunas visitas previas de práctica en el driving para acomodarse a los nuevos palos, y tomarle mano a la nueva flexibilidad de las varas; un ejercicio que Marcelo sugiere realizar.
Como sea la experiencia de cada uno, es fantástico este concepto de abrirnos a la posibilidad de mirarse a uno mismo con honestidad y tomar la decisiones que nos permitan hacer evolucionar nuestros talentos y desarrollar nuestras pasiones.