La historia del encuentro inaugural del fútbol argentino resulta por demás simpática. Hay muchas aristas que así lo indican. Y no sólo porque ese primer partido en nuestro país se haya jugado un día como hoy, 20 de junio, pero de 1867.
El inspirador, Tomas Hogg, había publicado días antes un aviso en el periódico “The Standard” (de la colectividad británica) en el que proponía fundar una institución destinada a fomentar la práctica del fútbol, un deporte casi desconocido en la Argentina. Es que a pesar de que ya se jugaba en distintas partes del mundo, en la Argentina sólo se tiene conocimiento de partidos realizados por marineros ingleses en las inmediaciones del puerto de Buenos Aires, a comienzos de la década de 1860.
El cricket había sido el primer deporte británico que se practicó en nuestro país. Y fue el Buenos Aires Cricket Club la primera institución deportiva que se fundó en Hispanoamérica, cuya gran mayoría de socios eran amantes de los deportes al aire libre.
Tal como lo especifica Juvenal en su obra “Historia del fútbol argentino”, publicado por la revista El Gráfico, a raíz de ese aviso se fundó el 9 de mayo de 1867, en la calle Temple 38, el Buenos Aires Football Club. Thomas Hogg –fervoroso entusiasta del fútbol- fue nombrado presidente del club, entre una comisión formada por cinco miembros. La idea germinada encontró sustento organizativo: ya había un club fundado, quedaba por encontrar una cancha… y realizar el primer partido.
La primera condición –la cancha propia- encontró un obstáculo, a pesar de que los socios habían conseguido juntar una buena cantidad de dinero para comprar terrenos, no se encontró un lugar adecuado. Por eso, tuvieron que recurrir a un predio del Buenos Aires Cricket Club, en Palermo, a metros de donde hoy se encuentra el Planetario, único club que contaba con campo de deportes y que actualmente práctica rugby en nuestro país (hoy está en San Fernando).
El primer partido de fútbol en Argentina ya tenía escenario y también fecha: el 20 de junio de 1867. Cuentan las crónicas de la época que se enfrentaron los Colorados contra los Blancos, formado cada equipo por sólo ocho jugadores, ya que algunos que se comprometieron a actuar, sólo observaron a un costado del campo, temerosos de quedar en ridículo por la rara vestimenta que lucían los futbolistas.
El triunfador fue el equipo de las boinas coloradas 4 a 0, en un partido que comenzó a las 12:30 y terminó a las 14:30, y fue tan grande la impresión que causó ese “deporte de los ingleses locos”, que allí mismo los jugadores se reunieron para concertar un segundo encuentro al que le pusieron fecha: 29 de junio.
Los vencedores fueron Thomas Hogg (capitán), James Hogg, Thomas Barlow Smith, William Forrester, James Wensley Bond, E. S. Smith, Norman Harry Smith y John Ramsbotham. Los de boinas blancas que no lograron celebrar ningún gol propio, pero sí aplaudieron cada conquista del adversario, fueron Walter Heald, Herbert Thomas Barge, Thomas Best, Urban Smith, John Harry Wilmott, R. Ramsay, J. Simpson y William Boschetti.
El país, por ese entonces, estaba presidido por Bartolomé Mitre y mantenía un conflicto bélico con Paraguay. Quizá eso, tal vez porque el embrión del fútbol no se desarrollaba con rapidez, surgieron estas palabras del “Abuelo del Fútbol”, Thomas Hogg, cuando fue consultado por el diario “The Standard”: “Este juego tardará mucho en extenderse aún entre los mismos residentes británicos, aunque tenemos que insistir porque es el mejor pasatiempo, el más fácil y el más barato para la juventud de la clase media y para el pueblo”.