Con el pitazo inicial del juego ante Independiente de Avellaneda, el viernes 26 de enero en el estadio Bautista Gargantini, quedará consumada la esperada participación de Independiente Rivadavia en la Primera división. La Copa de la Liga estará un poquito teñida de azul para la celebración de los hinchas, que soñaron tantos años con este momento que la realidad pareciera ser algo increíble.
El cierre de 2023 con el ascenso y este 2024 que promete estar absolutamente plagado de fútbol serán inolvidables para el pueblo de Independiente Rivadavia, que viene de festejar a más no poder la contundente gesta con el sello de campeón. Hasta ahí todo perfecto.
El asunto surge cuando uno se pone a analizar el contexto. El futuro inmediato. Los objetivos principales y qué puede depararle el caprichoso destino al club del Parque, que quiere demostrar que está para algo más que la permanencia. Porque la Lepra se jugará este año mucho más que la salvación, entendiendo que ese será el norte principal, claramente.
Está a la vista que el elenco que hoy comanda Rodolfo de Paoli pondrá en juego otros factores importantísimos, fecha a fecha, ante el rival que toque, con justicias e injusticias, en casa o lejos de ella. Ya lo saben los refuerzos. Ya lo saben los que se quedaron.
Para Independiente Rivadavia estará en juego su rica historia. Esa que marcó a generaciones. De aquel fútbol “viejo” de torneos que ya no existen a esta actualidad súper vertiginosa con video arbitraje. Pasaron centenares de jugadores, directores técnicos, ayudantes y dirigentes que aportaron su granito de arena. Todos fueron parte de este presente que le sonríe al Azul. Y eso hay que defenderlo ante quien sea, porque estará en juego.
Desde que empiece a rodar la pelota ante el Rojo en el renovado Bautista Gargantini, también estará en juego el respeto que la patria futbolera debe tenerle tanto a Independiente Rivadavia como a Mendoza, de la mano de lo que ya logró Godoy Cruz Antonio Tomba hace 15 años. Porque da la sensación (al repasar los programas deportivos de radio y TV de Buenos Aires) que el recientemente ascendido sigue siendo “pan comido”. Es hora de que el “interior” le demuestre al unitarismo de la AFA que las cosas cambiaron. Que el respeto no se negocia.
Poco a poco, partido partido, se irá construyendo el sueño de la permanencia en Primera división para Independiente Rivadavia. Y es ahí donde además estará en juego el principio de pertenencia en la élite nacional. Eso de pertenecer suena mejor que permanecer. Si el Tomba pudo, si Rosario Central y Newell’s pudieron, si Talleres y Belgrano de Córdoba también, entre otros, ¿por qué no la Lepra mendocina? Con un par de buenos campeonatos lo habrá conseguido. Difícil, sí; imposible no hay nada. La gran chance estará en juego.
Por otra parte, puede verse en el horizonte del fútbol mendocino que también se pondrá en juego la histórica pluralidad conseguida. Es decir, tener dos clubes en Primera, nada menos. Tanto costó (tanto, tanto, tanto) que no puede ni debe pasar que Mendoza - fundamental para el desarrollo deportivo, turístico y económico de Argentina-, vuelva a tener una sola plaza en el mejor torneo de balompié. Y para eso, el Azul está obligado a hacer un gran papel, así como “los primos” de Godoy Cruz.
El Independiente nuestro, el del Parque General San Martín, pondrá arriba de la mesa, cada fin de semana, todos estos aspectos que resultan fundamentales. Lo que no estará en juego es la ilusión de sus hinchas, porque con eso no se juega.
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