La bomba estalló en Barcelona luego de que Lionel Messi le comunicara a los directivos del club su decisión de irse del club. Pero el aviso y la detonación se generaron unos días atrás, en la reunión cara a cara que tuvieron el capitán y Ronald Koeman: el nuevo técnico del Barsa dijo una frase que no le cayó nada bien a Leo y a partir de ahí, la decisión de irse de la que hasta hoy es su casa. Y así fue que la tomó.
“Se terminaron los privilegios en el plantel, hay que hacer todo para el equipo”, fueron las palabras que partieron de la boca del técnico holandés, lo que generó que subiera la temperatura en la conversación. “Voy a ser inflexible, hay que pensar en el equipo”, fue otra de las frases que llegó directo del deté a oídos de la Pulga, otra frase que lo terminó de alejar del equipo culé.
La goleada 8-2 sufrida ante Bayern Munich caló hondo en Barcelona: desde el estamento más alto encabezado por Josep Maria Bartomeu hasta el plantel liderado por su gran figura Messi. Todos salieron dañados de la derrota más dura del club en la historia de la Champions League.
En su primer acto como entrenador blaugrana, el holandés mantuvo una charla con el argentino, quien interrumpió sus vacaciones en familia en La Cerdanya para dialogar con el nuevo director técnico. La charla fue dura.
Y luego llegaron los llamados telefónicos del entrenador a algunos de sus compañeros avisándoles que no serán tenidos en cuenta en la próxima temporada. Entre ellos, su amigo Luis Suárez, con una comunicación de un minuto. Distante, y fría. Sí, el técnico arrancó la limpieza.