Pablo Scuri es entrenador de remo en el Club Mendoza de Regatas desde hace 18 años. Formador de campeones nacionales, que llevó a mendocinos a la elite de este deporte, en Sudamericanos, Panamericanos, en torneos preolímpicos y en mundiales. Fue referente en su época de atleta, representando en tres ocasiones a la Argentina en Juegos Olímpicos, dos como remero y un como entrenador de selección. Y luego, como a muchos argentinos, la época difícil del 2001 le llevó a aceptar una seductora propuesta en Mendoza para enseñar su deporte a nuevos talentos.
En el corazón del Parque General San Martín encontró su lugar en el mundo, con tranquilidad para disfrutar de las cosas sencillas que le dio la vida. Una que no fue transitada de manera llana. Tuvo sus complicaciones que lo hizo ver la vida con otra perspectiva, luego de superar un trágico accidente.
“Antes sacaba mejores campeones, pero hoy estoy orgulloso de sacar mejores personas”, dijo en su recorrido por su historia.
Con su “pablófono” (megáfono) en mano, como le dicen sus deportistas, el entrenador da indicaciones a la distancia a sus remeros. Sentado a orillas del jardín del club ubicado en el Lago del Parque, corrige a los navegantes.
“Es una prolongación de mí, de mi mano y garganta. Le pongo pasión y con él puedo transportarme con mi voz a cada bote”, dijo el entrenador de 58 años.
Scuri llegó a Mendoza dejando atrás los deltas de su Tigre natal, para probar por un año en Regatas, con el desafío de transformar un club “de primer nivel A que tenía resultados de nivel C”. Fue en el 2001, “en una época muy heavy. Me habían robado a mano armada en mi gimnasio, trabajaba en cinco clubes y vivía al palo. Decidí probar un año en Mendoza y me quedé 18. Me gustó mucho la provincia, su gente, la calidad de vida, el Parque, la montaña de fondo. Y como desafío, después de ser remero olímpico y un entrenador de raza, quise seguir en competencia y acá vi potencial”.
Y agregó: “Me encanta venir al club en bicicleta desde casa (en Godoy Cruz). Soy mucho de mirar el entorno, los diferentes verdes de los árboles, porque éste parque es un marco espectacular. De estas cosas, quizás, años atrás, no me detenía a contemplarlo. En la vorágine del día a día, no me daba cuenta. Ahora me tomo esos placeres. Y soy un privilegiado porque no vengo a trabajar, ahora hago vida de club”, confió Scuri.
El remo fue el lápiz de su biografía, fue el deporte elegido para cambiar su estilo de vida. Para él, el remo “te da herramientas para desenvolverte en todos los hábitos, laborales, de salud… y puedo afirmarlo porque tuve un accidente fuerte, y la seguí remando”.
Pablo contó un hecho imborrable, no sólo por lo trágico, sino por una decisión que debió tomar arriesgando su vida, la cual hoy disfruta con otra mirada.
“En el 2005 íbamos a una regata a Buenos Aires en una camionetita, con 14 chicos. Yo manejaba y un auto se cruzó de carril en la ruta, no sé si se quedó dormido, y nos chocó de frente. El conductor del otro auto se mató en el acto y yo quedé muy grave. Estuve cuatro meses internado en el Hospital Militar y me querían cortar una pierna y un brazo”, contó.
Para este entrenador acostumbrado al alto rendimiento, exigente, “implacable” como se definió en el inicio a su actividad, este accidente significó ser una bisagra.
“Me paró la vida de frente. Era un torbellino. Implacable, rígido, exigente. Me decían El führer. Y ahora vivo más relajado. Por eso es que, después de estar meses mirando un techo blanco, disfruto tomar mates mirando el cielo, el sol y los árboles. Tengo otra óptica como formador. Por ahí antes sacaba mejores campeones, pero hoy estoy orgulloso de sacar mejores personas”, manifestó.
-Qué irónico, corte de brazo y pierna a un remero.
-Los médicos querían que les firmara la planilla para las amputaciones y me negué rotundamente. Fue muy fuerte. La pierna estaba estallada y me la reconstruyeron con el dorsal. Y de un banco de huesos sacaron una rodilla para injertármela en el codo. Por eso tengo tres rodillas en el cuerpo (bromeó) y camino con la espalda, podría decir. Ahora lo tomo con humor, pero fue un antes y un después en mi vida.
¿Qué te dio el remo?
-Este deporte y el club cambió mi destino. Me dio muchos amigos de fierro, una profesión y el orgullo de obtener resultados con la Selección Argentina.
-¿Cuál fue tu momento más feliz en lo deportivo?
-Cuando fui a mi primer Juego Olímpico (Seúl 1988). Me dije ya está, Dios hacé de este cuerpo lo que quieras, toqué el cielo con las manos. Cumplí mi objetivo. Ocho años después fui a otro, pero el momento más emocionante fue en ese preolímpico en Brasil que clasificaba a Atlanta 96: en las últimas 10 remadas, y viendo que había ganado distancia con mi perseguidor, las hice llorando. Después, como entrenador los juveniles salieron campeones mundiales y a ellos los abracé con tremendo orgullo; allí también lloré, pero ya no solo. La alegría fue infinita.
-¿Después de aquel accidente, volviste a remar?
-Si, después me compré dos botes. Llevan el nombre de mi entrenador, Alberto Demiddi, de Regatas La Marina. Fue multicampeón mundial, medallista olímpico en Munich ’72. Fue una figura extraordinaria como singlista, reconocido en todo el mundo. Era una personalidad magnética muy fuerte. Fue muy importante en mi vida y mucha ascendencia en mí. Es un orgullo saber que estuve 16 años con uno de los mejores del mundo.
-¿Y qué desafío tenés como entrenador actualmente?
-Primero me ocupo de que disfruten el día a día. El remo es un deporte exigente. Por sus características, entrenan todos los días entre gimnasio, sala de remo hergómetro, salen a correr, y uno les va variando la actividad para buscar sus mejores rendimientos. Pero mi primer objetivo es que bajen de las escaleras del club con una sonrisa. La motivación es interna y el incentivo es externo, acá está mi ocupación para que esa llamita interna no se apague. Mi objetivo es que la fábrica siga produciendo buenos remeros, queremos que sigan habiendo campeones, pero lo primero es que sean buenas personas y disfruten por lo que hacen.
Pablo Scuri fue 14 años Campeón Argentino, múltiple medallista Sudamericano (del ’81 al ’96), triple medallista Panamericano (Caracas ’83, Indianápolis ’87 y Mar del Plata ’95); tres veces olímpicos (en Seúl ’88 y Atlanta ’96 como remero y en Sidney 2000, como entrenador), su mejor puesto en un Mundial fue el sexto lugar en Italia ’86. Y supera las 100 regatas ganadas, en su trayectoria deportiva.
Como entrenador logró títulos en el Mundial Junior en Austria 1998; Panamericano Senior A en Río 2007; subcampeón en el Mundial en Alemania 2008, seniors B; Subcampeón panamericano en Guadalajara 2011 y en Lima 2019; entre otras participaciones en Campeonatos del Mundo, World Cup, Preolímpicos europeos y Latinoamericanos.