Por amor a la camiseta, más allá de la categoría en la que se juegue. Por esa pasión que moviliza a todo un pueblo en el momento en el que el equipo más lo necesita, tanto en las buenas como en las malas. Por los títulos, por la mística, pero fundamentalmente por su gente...
El domingo pasado, los hinchas del Atlético Club San Martín dieron una demostración de que el Chacarero ha retomado el camino del renacimiento. Asistimos al verdadero resurgimiento de un grande de Mendoza y del interior del país. Más de ocho mil personas le dieron un marco impresionante y un recibimiento conmovedor a un equipo que desde hace más de 15 años está sumergido en la cuarta categoría del fútbol argentino.
Titánicos han sido los esfuerzos de las diferentes comisiones directivas por intentar sacar al León del pozo y elevarlo nuevamente a los primeros planos del fútbol nacional, como sucedió a finales de la década del 60 (fue el primer mendocino en jugar los viejos Nacionales, en 1967, y junto a Gimnasia el que más veces participó) y durante casi todo el decenio del 70.
Sin embargo, entre las malas decisiones y la diosa fortuna que nunca estuvo de su lado, el Albirrojo viene transitando por un camino de penurias desde la triste tarde del domingo 4 de junio de 2006 en la que perdió la categoría tras perder la promoción frente a su homónimo tucumano.
Desde ese día fueron sombras, nada más. Y ni hablar del otro insólito descenso del Federal A al Federal B, a mediados de 2007, cuando después de terminar el Torneo Clausura con 24 puntos, sufrió un descuento de 10 unidades debido a una denuncia de arreglo del partido ante Desamparados, y San Martín cayó en descenso directo al Torneo Federal B.
Claro que ese tampoco fue el momento de tocar fondo. Porque San Martín besó la lona en el Argentino B 2013-14: terminó en la última posición de la zona 5 integrada por 10 equipos donde descendían 2. Es decir, llegó a perder tres categorías en seis años. Pero debido a la reestructuración del fútbol argentino, el club fue invitado a disputar el Torneo Federal B 2014, donde se ha mantenido hasta hoy.
Hubo momentos similares al de hoy en los que el Albirrojo pasó de la euforia y de colmar su estadio a la extrema desilusión de quedarse en las puertas del salto de categoría. Como en 2015, cuando cayó en la final por el ascenso ante el desconocido Defensores de Pronunciamiento. O cuando en el Regional Amateur 2019 fue perjudicado y perdió escandalosamente la final de la Región Cuyo ante Peñarol de San Juan.
Lógicamente, fue ese compendio de desencantos lo que llevó a la gente a desentenderse de la situación. Y además de la decadencia deportiva, el club padeció de varios trances vinculados a la violencia absurda e inadmisible que protagonizaron dos de las facciones de una hinchada que hoy -a pesar de que cada una atiende su juego en cada una de las cabeceras del estadio- también parece atinadamente dispuesta a tirar del mismo carro en pos del objetivo común: el ascenso al Torneo Federal A como primer eslabón de una cadena de prometedores éxitos a futuro.
Mucho más allá del ineludible aspecto deportivo (Sergio “Toti” Arias ha logrado amalgamar un equipo protagonista, sólido, punzante, voraz y directo), San Martín demostró el domingo pasado que tiene de su lado lo más importante: el apoyo de su gente, un pueblo futbolero que volvió a sacar de sus entrañas ese maravilloso entusiasmo que moviliza a las masas a vivir el deporte más hermoso.
Una arista que mide e indica que, mucho más allá de la categoría en la que se encuentre, un club como San Martín es, fue y será un equipo grande de la provincia de Mendoza y del interior del país por obra y gracia de ese fenómeno llamado pasión.