Lionel Messi, el reconocido capitán argentino y uno de los futbolistas más destacados del mundo, se enfrentó a una entrevista inusualmente íntima y cómica con el comediante Migue Granados. A pesar de su larga carrera en el fútbol y numerosas entrevistas previas, Messi mostró una faceta diferente de sí mismo durante la charla en vivo transmitida por el canal de YouTube de Granados, Olga.
El comediante no dudó en abordar temas poco convencionales, como la vida familiar del 10, su rutina diaria con su esposa Antonela Roccuzzo y sus tres hijos, y preguntas que hicieron sonrojar al futbolista.
Desde el comienzo de la entrevista, Granados quiso explorar detalles de la vida de Messi en Miami, incluso aspectos cotidianos. Por ejemplo, reveló que Messi pone su alarma todos los días a las 7 de la mañana para llevar a sus hijos al colegio, lo cual es parte de su rutina previa a los entrenamientos.
Granados preguntó: “¿Messi puede llegar a la hora que quiere?” A lo que Messi respondió: “No, hay horarios como todos, hay multas y quedás mal con el grupo”, con una leve sonrisa en el rostro.
La conversación dio un giro inesperado cuando Messi compartió que llega a casa alrededor de la 1 de la tarde y almuerza con Antonela. En ese momento, Granados insinuó una pregunta sobre su vida en pareja que hizo sonreír a Messi y lo puso ligeramente colorado, prefiriendo no profundizar en el tema.
La entrevista continuó con momentos humorísticos, incluyendo una referencia a la teoría del tamaño del miembro masculino y su relación con el género de los hijos. Messi es padre de tres varones, y Granados hizo un comentario jocoso al respecto.
Sin embargo, el momento más incómodo llegó hacia el final, cuando Granados, de manera irreverente, insistió en explorar la cuestión. Lo hizo porque, según él, “sus amigos varones, rasos, básicos...” querían tener alguna respuesta concreta de parte del 10.
“¿Qué puede haber tan grande que te ponga nervioso que no quieras hablar?”, lo chicaneó Migue a Messi. “Encima el short rosa es bravo...”, acotó el entrevistador, desatado.
“Nah... Ya sé, me imagino”, dijo Leo muy incómodo, sonriente y dando inicio a un instante de silencio que se prolongó durante varios segundos. “Cambiá, cambiá”, sentenció finalmente. Y Migue accedió a su pedido, estrechándole la mano y agradeciéndole por la invitación. Fue la última respuesta de una charla distinta a todas.