La voz de Fernando Signorini, el profe de Maradona: “En vivencias, Diego no cumple 60, cumple 600 años”

La voz de Fernando Signorini, el profe de Maradona: “En vivencias, Diego no cumple 60, cumple 600 años”
Fernando Signorini, el preparador físico de Diego Maradona.

Fernando Signorini conoce muy bien a Diego Maradona, lo acompañó desde 1983 como preparador físico en distintas etapas de la vida; de la cumbre de México ’86 a la desazón de Estados Unidos ’94.

Con tono pausado y reflexivo, recordó a Maradona en diálogo con Télam en la celebración del cumpleaños 60 de la leyenda del fútbol mundial.

El histórico preparador físico con sitio de privilegio en el seleccionado argentino, con cuatro mundiales en la espalda, repasó los distintos momentos con Maradona, el mito que desde su irrupción en el fútbol no vivió en paz.

Signorini defiende a su “amigo más famoso” ante detractores y del poder que intentó acallar su voz contestaria, quizás la única, en el fútbol.

La diferencia entre Diego y Maradona. La persona y el ídolo. Las vivencias de un ser humano que recorrió el mundo, pero nunca se olvidó de sus raíces.

-Diego Maradona cumple 60 años ¿La cifra le dice algo?

-Dicen que los gatos tienen siete vidas, bueno Diego creo que tiene como 15. Diego en vivencias no cumple 60, cumple 600. Gente como yo, normal, cumple 60. Una vez, Jorge Valdano me regaló un libro del peruano Alfredo Bryce Echenique que se llama “La exagerada vida de Martín Romaña”. Esa obra comparada al 10% de la vida de Diego es un cuento de carmelitas descalzas. Alguna vez dije que con Diego iba hasta el fin del mundo, pero con Maradona no iba a tomar ni un café a la esquina porque era imposible vivir. Cómo hizo este ser humano, en este caso anormal, porque uno normal no llegaba a esta edad. Diego quería apartarse, pero Maradona lo arrastraba porque el problema era cuando pisaba la calle.

-Mucha gente se le acerca por Maradona y no por Diego?

-Claro. Este pibe está en la leyenda y me gusta hacer esa comparación hacia los detractores, pero en especial con los detractores sanguinarios como Baby Etchecopar, Eduardo Feinmann, Alfredo Leuco, que se ponen en guías morales del país. Si hasta nuestros días llegó toda la obra de Aristóteles, de Platón, hace miles de años, y no había teléfonos, radio ni televisión, imaginate Diego. Dentro de 20 mil años se hablará de este pibe. Y a los detractores se los olvidarán en el camino del velatorio al cementerio.

-¿Toda esa contra se debe a la voz contestaria de Diego?

-Sin dudas. Y así le fue en Napoli, cuando el limón no tenía más jugo. La adicción de Diego lo sabía todo el mundo y nadie hizo nada ¿Por qué? Porque el limón daba jugo. No querían fastidiarlo para no enojarlo. Les causó mucho fastidio con la eliminación de Italia del campeonato del mundo incluida en 1990, porque el resultado era lo de menos, el problema era lo que acarreaba ese resultado negativo en lo comercial. El “negrito de Fiorito” se los rompió. Y en el Mundial de Estados Unidos 1994 lo sedujeron para vender el Mundial y una vez adentro no lo perdonaron. No querían que levante la copa y que hable de Fidel Castro. El poder fue despiadado con él y lo sigue siendo los deportistas.

-¿Cuál fue su momento más feliz con Diego?

-Lo recuerdo con cierta vanidad, aquel abrazo que me dio cuando terminó el partido con Inglaterra, en el medio del Azteca. Se me tiró encima y me dio un abrazo que todavía me duele.

-¿Y el más triste?

-En el Mundial de Estados Unidos 1994, cuando entré a la habitación a informarle que en la contraprueba lo habían sacado del Mundial. Un rato después dijo que le habían “cortado las piernas”. Una de las frases que quedaron marcadas, como “la pelota no se mancha”, o cuando dijo en Italia, después de perder un partido en Milán: “hicimos feliz a la Italia racista”.

-¿Recuerda bien el día que conoció a Diego Maradona?

-Fue el 28 de junio de 1983 en el Camp Nou de Barcelona. Me acuerdo como si lo estuviese viendo. Hacía más de un mes que asistía a los entrenamientos del Barsa, me autorizó (César) el Flaco Menotti. Ese día estaba esperando a la sombra de una columna enorme, hacía mucho calor, llegó un auto rojo potenciado, echando humo, frenó de golpe y de repente saltó Diego, como una rana, y le dio un beso a Claudia (Villafañe). Quiso entrar al entrenamiento, pero la puerta estaba cerrada. Le digo: “viste Diego, que al que madruga Dios lo ayuda, la primera vez que llegas temprano y la puerta está cerrada”. Se me acercó con los bucles que tenía y dijo: “¿podes creer que sea tan verde yo?”.

-¿Cuál fue la mejor versión de Maradona como futbolista?

-En período corto, sin dudas el de México ’86. En período largo, el primer año del Napoli. Ese equipo estaba para pelear el descenso. Fue goleador y mejor jugador del campeonato. Como no ganó nada, no se dieron cuenta.

-¿Qué representa Maradona?

-Maradona es un argumento de esperanza y alegría para los chicos, en especial para los que menos tienen. Y Diego era, en definitiva, uno de ellos. Lo más lindo de todo es que lo sigue siendo. Lo que más valoro de él, es ese compromiso con su condición de clase. Valora su origen y está orgulloso de eso.

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