Las grandes leyendas del deporte mundial construyeron sus proezas a fuerza de sacrificio. Y el caso de Ernesto Contreras no fue la excepción. Para llegar a ser un ídolo popular a lo largo y ancho de nuestro país, el “Negro” supo transpirar como nadie una camiseta para llegar a ser considerado uno de los deportistas más importantes que nació en la tierra del sol y del buen vino. Su figura adquirió una grandeza comparada con los Fangio, Ginóbili, Maradona, Messi, entre otros.
“El Cóndor de América” era y será una persona querible y entrañable. En cada nota periodística que otorgaba siempre dejaba títulos que se imponían por si solos. Por ello, a continuación le ofrecemos algunas de sus frases que quedarán marcadas para siempre en la historia del deporte provincial. “Yo corrí cinco cruces y gané dos, había viajado mucho por el mundo, competí en tres olimpiadas y cuatro campeonatos del mundo y eso me sirvió para ser una figura en la provincia”, solía recordar. Pero hay más, mucho más.
Sus experiencia en el exterior fueron de las más variadas, pero las complicaciones a veces le jugaban una mala pasada, por el idioma: “Cuando viajé a uno de los mundiales me perdieron las bicicletas en Bélgica, por suerte llegaron y pude competir. Lo más gracioso es que cuando llegué a Italia no sabía hablar una palabra en italiano y me mandaron a la casa de una persona que, supuestamente, me iba a acompañar, pero el mensaje se lo habían mandado por carta, la que nunca llegó. Ahí me mandé directo al consulado para que me dieran un mano”.
“El ciclismo no me dio dinero, me dio lo más grande que el deporte me podía dar: el reconocimiento de la gente. Yo siempre trabajé, imaginate que después de ganar el Cruce de Los Andes me tuve que presentar a trabajar porque había pedido permiso para disputar la carrera”, confesó.
Sus hazañas lo llevaron a ser una persona reconocida en todos lados, aún sin que él lo supiera: “Conocí a Juan Domingo Perón. Sabía todo de mí. Me contó mis triunfos como si fueran suyos. Me dijo que el exilio seguía mis actividades a través de los diarios y las revistas, y que yo era uno de sus ídolos. No lo podía creer”.
El mendocino, a la edad de 23 años, había conquistado fama y su nombre quedó estampado en la revista revista El Gráfico. “Ernesto Contreras: el Campeón de la Bicicleta Prestada”, había sido el sugestivo título de una nota de Ernesto Cherquis Bialo, en 1964, que detallaba su hazañas. Que comenzaron a forjarse en el Argentino de Persecución Individual, en Trenque Lauquen, sobre 4.000 metros. Aquel resultó su primer cetro nacional, que repitió ocho veces de manera consecutiva entre 1956 y 1963.
“Muchos creían que corría con una bicicleta de paseo y con esa también fui a las selectivas de San Juan y sin embargo fijé aquel registro increíble que armó un lío bárbaro. Por suerte a Trenque Lauquen pude ir con un rodado mucho más moderno”, confesó Contreras. Pero aquel sábado, 27 de agosto de 1960, en el Velódromo Olímpico de Roma la tensión mezclaba sudor y nervios.
“Cuando terminé el cruce en el 79 había cien mil personas en el Autódromo Los Barrancos. Es un dato de la policía. Hay una foto que da testimonio de ello. Me subí a un móvil de una radio y saludé. Entonces los vi. Eran miles y miles los que levantaban los brazos como yo lo hacía. Lloré hasta agotar las lágrimas”, eso generaba el Negro, que después fue apodado El Cóndor. “Yo aprendí medio de grande a andar en bici, a los 14 años, y tuve que hacerlo en una con el cuadro más grande porque no había posibilidad de comprarme una para mí. Esa bicicleta era de mi hermano que la tuvo que dejar porque se fue a hacer el servicio militar. Cuando volvió empezamos a ir a las carreras y en la primera que participé, la gané, ja. El tema complicado era la vuelta, porque tenía que volverme pedaleando y con algún trofeo a cuestas, hasta que empezaron a llevarme y traerme. La primera vez que salí en el diario Los Andes fue una gran emoción para mí (3 de octubre de 1957)”, cuenta Ernesto con una sonrisa pícara.
Del diploma y reconocimiento que la Legislatura provincial le realizó hace unos años, el ex ciclista sostuvo: “Era una materia pendiente. Dicen que uno no es profeta en su tierra, pero ahora puedo decir lo contrario”.