En la primera cuadra de la calle Los Guanacos, en el barrio privado Dalvian, donde nació y creció su mujer, Agustina Gandolfo, Lautaro Martínez, una de las figuras del triunfo de la Selección argentina de fútbol contra Brasil el sábado pasado, disfruta en familia de los días previos a partir a Milán.
El descanso es relativo: una multitud en las puertas de la casa y el acoso de los vecinos, en especial de los niños, obligaron a la familia a colgar un cartel y a solicitar la permanencia de un vigilante para que evite los “timbrazos”.
Es que Dalvian es casi una ciudad en sí misma: con 10.000 habitantes, posee seis puertas de acceso y muchísimos niños.
Un guardia del turno mañana tiene asignada la tarea de “plantarse” ocho horas al día en la puerta de la vivienda de “Coco” y Alejandra, suegros de Lautaro.
“Es un chico muy amable y humilde, sale dos veces al día y se saca fotos sin problema. El mayor conflicto es el timbre porque despierta a Nina, la beba”, fundamenta el trabajador.
Al parecer, cada vez que Lautaro atraviesa la puerta se encuentra con al menos 30 personas que se agolpan por una foto, un saludo, un audio. “Lo que sea, están todos como locos”, agrega.
La familia de Agustina vivió toda su vida en este complejo. Es común observar a Nina a bordo de su cochecito junto a sus abuelos y sus tías, las hermanas de Agustina, ambas menores.
Lo cierto es que la presencia del ídolo, oriundo de Bahía Blanca, da que hablar entre los vecinos del Oeste mendocino.
Que Lautaro está invirtiendo en una bodega, que piensa exportar vino, que lo denuncian porque no cumple la cuarentena, que a sus suegros se le subieron los humos…
Lo real es que apenas el jugador llegó a Mendoza luego del partido, Nina se cayó de la mesa mientras le cambiaban los pañales. Volaron rumbo al hospital de niños Humberto Notti. El accidente no pasó a mayores: la beba está perfecta.
Hoy al mediodía, Lautaro y toda la familia –incluso su mamá, que llegó desde Bahía Blanca- salieron con una valija. Muchos sospecharon que partía a Milán.
Pero el guardia que todo lo sabe, aseguró: “El viernes (por mañana). Ese es el día en que se van”. Puede ser verdad. Agustina subió una foto a Instagram en la terraza de su casa. “Aún no me fui y ya extraño”, escribió.