Fueron 51 las veces que hizo vibrar a Mendoza logrando algo que para muchos es menor: concretar que una pelota toque la parte interna de la red de un arco de fútbol. Esas 51 descargas repentinas de adrenalina transformadas casi al instante en gritos de felicidad que él regaló a fuerza de entrega completa se les fueron retribuidas ayer en una demostración de amor inédita en Mendoza.
Santiago Damián “El Morro” García era uruguayo y durante 5 de los fugaces, pero significativos, 30 años que duró su vida estuvo ligado al azul y blanco del club Godoy Cruz Antonio Tomba. Sin embargo y más allá de lo deportivo, el corpulento moreno generó una simbiosis única con los mendocinos: su personalidad carismática y empática con el que la estaba pasando mal hizo que se instalará en los corazones menducos, sobre todo en muchos niños que descolgaron sus pósteres de personajes ficticios de Marvel para reemplazarlo por el de un joven nacido el 14 de septiembre de 1990 en Montevideo.
En muchas oportunidades El Morro aseguró que si pudiera “se quedaría a vivir en el Tomba”, detrás de esas declaraciones no incluía solo lo deportivo, el delantero buscaba una vida simple y tranquila y estas dos características lo tentaban mucho más que contratos millonarios.
Santiago dejó en quienes lo conocieron la enseñanza de que se puede liderar un grupo desde la humildad y el ejemplo de dar siempre el 100%, pese a las duras adversidades externas e internas.
Ayer, miles y miles de mendocinos, no solo tombinos, salieron a la calle a despedir al último ídolo bodeguero. Bajo una lluvia tenue pero incesante y en medio de un frío atípico para enero, las calles de Mendoza fueron testigos de una caravana interminable de autos que acompañó desde Maipú hasta el aeropuerto provincial los restos del Morro. Durante esos 22 kilómetros otros miles se apostaron a la orilla de los accesos y calles para hacer llegar su afecto al uruguayo.
En calle Balcarce al 477, entrada al club Godoy Cruz, se vivieron los momentos más emotivos. Allí, gran parte de los simpatizantes tombinos lloraron al gran capitán. La institución permaneció cerrada. Muchos querían que el último adiós fuera en el césped del Feliciano Gambarte. Pero los ídolos populares se despiden así, bien cerca de quienes lo disfrutaron fuera y dentro de la cancha y sin necesidad de un “protocolo” dirigencial.
Un número más se podría sumar a las estadísticas del Morro en Mendoza. Su caravana despedida demoró en llegar de Maipú al aeropuerto más de 5 horas, un recorrido que en condiciones normales se completa en 25 minutos. Así de grande es el fervor que despierta el Morro en Mendoza. Un ídolo que nuestro fútbol no olvidará jamás.