En la previa se presentaba como otra prueba para este Godoy Cruz de Daniel Oldrá que, si bien venía de mostrar un nivel irregular frente a Atlético Tucumán, enfrentar a un equipo como Boca Juniors podía dejarle aspectos positivos de cara al futuro. Y los mismos se plasmaron para un rotundo 4-0 que otorgan tranquilidad, pero al mismo tiempo, una enorme responsabilidad para los próximos compromisos. Es que hay sobradas muestras de conjuntos que ganan, gustan y golean en un determinado encuentro y después, con baño de realidad de por medio, vuelven a mostrar falencias y por lo general se quedan con las manos vacías.
Este equipo tombino ya rindió varios exámenes y los aprobó en su mayoría. Ahora queda mantener en el tiempo, o con mayor regularidad durante el tiempo que dure un partido, todo lo bueno que puede poner de manifiesto para terminar festejando, como lo hizo en la noche del jueves en un Malvinas Argentinas que fue una fiesta, bodeguera, claro. Pero para finalizar con abrazos, sonrisas y los brazos en alto, se dieron varias cualidades que un equipo debe reunir para que todo sea algarabía, celebración. A continuación, ofrecemos claves de un triunfo que quedará en la memoria de aquellos que vieron a Godoy Cruz celebrar por primera vez ante un Xeneize que, salvo algunos minutos de dominio, nunca supo lastimar.
Practicidad a pleno. Antes del inicio, seguramente Daniel Oldrá y su cuerpo técnico solicitaron concentración, precisión y no “hacer una de más”. Los intérpretes entendieron desde el primer pase cómo podían hacer para vulnerar líneas un oponente que, desde el vamos, ya mostró desacoples. En ese trabajo y siendo prácticos del medio hacia arriba, los jugadores del Tomba filtraron algunas pelotas que desnudaron cualquier planificación de la visita. Entonces, la idea se cumplía al pie de la letra. Y en una tercera pelota, Tadeo Allende ya había quedado mano a mano con Sergio Romero. Ese era el camino. Desde los palcos se notaba que los conceptos estaban claros, que solamente había que tener paciencia.
Presión permanente. Este aspecto se desprende del anterior. Porque no dejar jugar al rival puede contar con diferentes condiciones que hacen a un partido de fútbol. De todas maneras, cabe recalcar que ni siquiera hizo falta de que Godoy Cruz recurriera al juego brusco para recuperar el balón. Por el contrario. La presión nació lejos del “Ruso” Rodríguez y como Boca tenía solamente un delantero definido, tanto Thomas Galdames como Lucas Arce se sumaron en más de una oportunidad a esa segunda línea que no dejaba pasar ni el frío. Arriba, Allende y el desgaste que provocaba junto a Salomón Rodríguez, también aportaban situaciones que se podían aprovechar con algún volante “llegador” (léase: Hernán López Muñoz o Roberto Fernández). Eso se dio en muchas oportunidades y así llegó, por ejemplo, el golazo del sobrino de Diego Maradona. Fue un segundo acto que se ejecutó a la perfección, donde se supo esperar los momentos indicados para construir una victoria digna de enmarcar.
Equipo sin previsibilidad. En este acto, el director de la película supo tener la sapiencia suficiente para mostrarle a sus jugadores los espacios que brindaba un flojísimo rival como este Boca, que si bien es cierto llegó con muchas bajas, no deja de ser tal y sus jugadores valen millones de dólares. Oldrá y sus colaboradores, transcurridos los primeros minutos, llamaron varias veces a Fernández y López Muños para indicarles el camino. De ello nació lo mejor que sabe hacer este Tomba modelo 2023. Recuperar y salir rápido, dejando de lado aquello de ser un equipo previsible, predecible e imaginable. Ergo, tras recuperar la pelota con un Gonzalo Ábrego que tuvo duelos interesantes con Cristian Medina (por lejos, lo mejor del Xeneize) y un Bruno Leyes que cuando la pelota pasó por sus pies, aportó claridad y salidas sin riesgos. Fue un equipo que cumplió con el libreto, que tuvo chispa para atacar fue inteligente a la hora de defenderse. Por tanto el resultado es ese 4-0 motivador, que el equipo como tal, dejó de ser demasiado pronosticable que solamente cuando surgía alguna individualidad salía de la previsión.
Velocidad e imaginación. Si bien este punto podría estar claramente incluido en el anterior, se lo separa porque fue, tal vez, una marca registrada que terminó de definir el trámite frente al conjunto de Jorge Almirón. Es que con futbolistas que reaccionan rápido de acuerdo a las propuestas del rival que tienen enfrente (algunas veces no se da), Godoy Cruz cada vez que cruzó la línea media supo cómo hacer para llegar a las inmediaciones del arquero rival. En tal sentido, Allende pasó por arriba a o a los defensores que tuvo enfrente. Salomón tuvo inventiva y picardía, no solamente para moverse sin pelota, sino cuando asistió sin tocar la pelota a López Muñoz para el transitorio 3-0. Esta arista forma parte de un trabajo serio, de darles a los jugadores conceptos claros. El DT sabe explotar las condiciones de cada dirigido y cuando todo eso está bien ejecutado, salen presentaciones que tienen brillantez propia.
Trabajo en equipo. Los intérpretes de este libreto tombino tienen las cosas claras. Sin importar quien esté en la otra vereda, la preparación es a conciencia y quedó comprobado que esa es la única manera de conseguir el éxito (triunfos). A veces, llevar un cohete a la luna o conseguir una medalla de oro en una carrera atlética requiere de un trabajo coordinado y multidisciplinario. Y cada jugador del “Gato” sabe de sus virtudes y limitaciones. Frente a Boca, todos estuvieron en sintonía, para defender y atacar, aunque en esta última palabra, quizás se quedó corto con el resultado porque le sobró más de media hora para ir por más. Oldrá formó un equipo donde lo individual no prevalece sobre lo colectivo. Donde las metas están muy claras para cada protagonista, y donde cada quien reconoce su participación e importancia en el trabajo de los demás. Por ello Godoy Cruz también, entre tantas cosas, pudo ganar sin recibir goles (fue el octavo juegos sin sacar del medio por un gol en contra en lo que va de la Liga Profesional). Con una defensa que estuvo atenta y concentrada y un arquero que tapó la única clara que lo tuvo como protagonista.
El resto de las cualidades que forman parte de este libreto o que se le suponen a un equipo como Godoy Cruz, están a la vista de todos. De los analistas rivales y del público en general. Desde aquel que va a la cancha, al que lo escucha por radio o lo mira por televisión. Este Tomba es esto. Basa su juego en ser práctico, eficaz cuando puede, humilde y luchador. El tándem Ábrego-Leyes hizo olvidar viejas pruebas que no funcionaron lo esperado en la circulación y contención. Ahora todo parece salir de memoria, aunque los protagonistas de esta historia saben que todavía queda mucho en juego, tanto en esta Liga Profesional como en la venidera Copa de la Liga. Con un mercado de pases de por medio, donde más de uno tendrá ofertas para cambiar de aires, y en cuya materia la dirigencia deberá definir si es necesario desprenderse de jugadores a mitad de temporada o mantenerlos para hacer realidad objetivos que se puedan trazar de acuerdo a los resultados.