La figura de Diego Armando Maradona quedó inmortalizada en el mundo del fútbol, sobre todo en España, donde tuvo recordados pasos por Barcelona (1982-84) y Sevilla (1992-93). Y a medida que van pasando los días de su partida, aparecen historias relacionadas a su convulsionada vida, como son los recuerdos del detective que contrató el equipo andaluz para seguir todos los movimientos del Diez.
Su nombre es Charlie M. y fue contratado a los 25 años por un colega más veterano de la zona, “que era amigo de un directivo de Sevilla”. Diego vivía en una casa propiedad del torero Espartaco, en la urbanización de lujo Simón Verde, a las afueras de la ciudad. Allí también se alojaban Claudia Villafañe y sus hijas Dalma (5) y Gianinna (3).
“Esa casa no tenía salida, eso era lo bueno. Era un chalet y solo tenía una salida. Entonces pusimos un coche ahí y nos íbamos turnando. Esa casa era como una tienda de ‘El Corte Inglés’. Contamos 18 o 20 italianos y argentinos entrando y saliendo. El tema es que Maradona no iba a entrenar. Se metía allí a las seis de la mañana”, relató Charlie en una entrevista con vozpopuli.com.
Y agregó: “Yo llevo 30 años en la calle y sé qué gente era. Aquello era un desastre. Hasta filtramos amigas en su entorno. Eran groupies de futbolistas. Eran como modelos y con eso les pusimos la trampa. Metimos mano ahí. Maradona era muy buena gente, pero era muy golfo (N. de la R: En España, persona perezosa e impúdica, que carece de moral). Eran las cinco de la mañana y a las diez tenía que estar en la ciudad deportiva entrenando”.
Pelusa arribó a Sevilla por pedido de Carlos Salvador Bilardo, el entonces técnico del club , tras su conflictiva salida del Napoli. Jugó 29 partidos y convirtió ocho goles. Charlie, en tanto, ganaba entre 2.000 y 3.000 pesetas la hora por su trabajo, que también consistía en anotar las patentes de los vehículos que iban de visita y que a veces lo seguían.
La historia no tuvo un final feliz: el club español finalmente utilizó toda esa información para desvincular al 10, incluso un año antes de lo esperado, según dijo él “por la presión de los dirigentes”, quienes “se ahorraron 150 millones de pesetas”.