El paso de Diego Armando Maradona por Boca no fue el más largo, pero fue tan intenso que lo transformó en algo inolvidable por los hinchas xeneizes, más hoy, luego de la muerte del gran 10 argentino, el 25 de noviembre de 2020.
Y mucho tuvo que ver la lluviosa noche del viernes 10 de abril de 1981, cuando Boca goleó 3-0 a River, por la fecha 10 del Torneo Metropolitano, en un Superclásico que catapultó a Diego a la idolatría.
El Xeneize ganó gracias a un doblete de Miguel Ángel Brindisi, el socio perfecto del 10 en ese torneo. El primer gol del exHuracán llegó tras una gran jugada de Maradona, que dejó varios rivales en el camino y trabó con Ubaldo Fillol, provocando el rebote que derivó en el 1-0. Pocos minutos después llegó el 2-0, con una buena definición del 9.
Pero la frutilla de la torta llegó a los 22 minutos del segundo tiempo, cuando Carlos Córdoba armó una buena apilada y metió un centro preciso para encontrar a Maradona cara a cara ante el arquero de River y campeón del mundo. Apenas un toque para un costado de Diego dejó a Fillol de rodillas y luego desparramó a Alberto Tarantini para depositar la pelota contra un palo y desatar la locura de la hinchada de Boca.
Maradona fue sin lugar a dudas la gran figura de ese Metropolitano: anotó 17 goles, uno más que Brindisi. Ambos formaron una sociedad letal con el “Pichi” Escudero y el “Mono” Perotti.
Ese equipo de Silvio Marzolini, uno de los pocos elegidos en ser campeón como jugador y técnico de Boca, sumó 50 puntos, uno más que el durísimo Ferro de Timoteo Griguol. Mucho valieron entonces esos tres puntos logrados en el Superclásico. Ameritaba ese gol “maradoniano” un buen festejo.
Y la celebración fue elocuente: corrida con los brazos abiertos y puños en alto al quedar rodillas sobre el césped a centímetros del banderín del córner para ser abrazado fuertemente por “Miguelito”. Eso se recuerda, claro, pero menos que el histórico resbalón del fotógrafo que corrió para registrar la imagen de Diego.