“Ehhh, tampoco es para tanto. ¡Si es solo un partido de fútbol!”.
¿Quién no escuchó esa frase trillada y totalmente desenfocada de la realidad alguna vez, en un momento de dolor incomparable ante una frustración, o de alegría extrema ante una alegría, de esas que solo sabe dar el fútbol? Y, con una mano en el corazón: ¿a cuántos de nosotros el escuchar esa frase nos ayudó a modificar nuestra realidad y sentimientos ante la situación? Es como para proponerle a los cultores de esa frase que saquen un pasaje a Bangladesh, se paren ante la multitud que copa las calles y las viste de fiesta para festejar los triunfos de la Selección Argentina y, con un megáfono, intente convencer a esa gente que “no es para tanto”, que “es solo un partido de fútbol”. ¡Y, para colmo, de una selección que ni siquiera es la de su país!
A lo largo de la historia, hay ejemplos de sobra para contrarrestar esta idea falaz de “solo un partido de fútbol”. Sin ir más lejos, en América tuvimos nuestra “Guerra del Fútbol”, también conocida como “Guerra de las Cien Horas” y que enfrentó en un conflicto armado a las repúblicas de El Salvador y de Honduras entre el 14 y el 18 de julio de 1969. Y aunque lo que motivó el enfrentamiento fueron las tensiones políticas y sociales entre ambos países centroamericanos, la chispa que encendió la guerra fue un partido de fútbol disputado el 26 de junio de 1969 entre El Salvador y Honduras como parte de la clasificación a la Copa del Mundo de México 1970. En la bautizada “Guerra del Fútbol” fallecieron más de 3.000 personas.
También hay guerras que se desatan por factores totalmente ajenos e independientes al fútbol, pero que encuentran en los partidos y en el campo de juego un anexo al campo de batalla. Y en la región de los Balcanes es algo que se vive a diario. Como parte de la última fecha de la primera ronda de la Copa del Mundo Qatar 2022, el próximo viernes se enfrentarán las selecciones de Serbia y Suiza por el Grupo G. Se trata del grupo que ya tiene a Brasil como único clasificado a Octavos –hasta ahora-, por lo que las dos selecciones que se enfrentarán en ese partido buscarán ser el segundo clasificado. Y si ese tenso ambiente de final se vive en el plano futbolístico y deportivo, ni hablar si se le agregan las tensiones políticas, territoriales, religiosas y sociales que envuelven a ambos países y sus habitantes.
No es solo fútbol: el antecedente más fresco de Serbia - Suiza y la “guerra silenciosa”
También por la fase de grupos –aunque en aquella oportunidad en el E-, Serbia y Suiza ya se enfrentaron durante la segunda fecha del Mundial de Rusia 2018. Hace 4 años el triunfo fue para Suiza, que con goles Xherdan Shaqiri y Granit Xhaka venció a Serbia por 2 a 1. Hasta ahí, un partido de fútbol del montón, como tantos. Pero el trasfondo es lo que dio que hablar en aquella oportunidad y remitió al conflicto latente y vigente en la zona de la Península Balcánica desde comienzos de los 90 (y contando).
Porque tanto Shaqiri como Xhaka son suizos, pero de origen albanés-kosovar. Y este territorio -al igual que Serbia- fueron parte de la ya desaparecida Yugoslavia. De hecho, su separación fue una de las consecuencias de las sangrientas Guerras Yugoslavas (o Guerra de los Balcanes), que se extendieron entre 1991 y 2001, aunque con tensiones y enfrentamientos que al día de hoy se mantienen.
Las familias de los dos futbolistas suizos mencionados vivían en Kosovo, donde predominó desde la década del 90 un fuerte asentamiento albano. Pero se vieron obligados a migrar de su tierra como consecuencias de las guerras, especialmente con Serbia. Mientras que Albania se declaró como república independiente en 1991 –sin que ello la haya eximido de conflictos territoriales con sus vecinos, aún vigentes-, Kosovo está todavía en conflicto con Serbia, a tal punto de que aunque el territorio declaró unilateralmente su independencia de Serbia en 2008, su vecino y otros países de gran importancia –como Rusia y China- no reconocen a Kosovo como Estado soberano dentro de la ONU.
Ahondar en los atrapantes conflictos históricos, religiosos, bélicos, territoriales, políticos y sociales demandaría horas y horas, por lo que mejor regresar al plano futbolístico y donde vuelve a darse un “clásico” con un Mundial de Fútbol como excusa. La cita tiene fecha para el viernes 2 de diciembre, a las 16 y en el Stadium 974 - Ras Abu aboud (Qatar). Al igual que en 2018, Shaqiri y Xhaka son parte del equipo suizo.
El “Águila Bicéfala” y el festejo que reavivó el conflicto albano-kosovar con Serbia
El 22 de junio de 2018, como parte de uno de los partidos del Grupo E de la Copa del Mundo de Rusia 2018, Serbia y Suiza se enfrentaron. En una atípica coincidencia, en aquel grupo también estuvo Brasil, tres de las selecciones que coinciden ahora en Qatar y también en primera ronda. Aunque Serbia arrancó ganando el partido con un tempranero gol a los 5 minutos de partido, Xhaka lo empató a los 52, mientras que Shaqiri lo dio vuelta de forma agónica a los 90 y para que Suiza ganara 2 a 1. Ese triunfo sería, además, clave para que los suizos clasificaran a Octavos de Final en Rusia 2018.
Los dos jugadores suizos que convirtieron en aquel partido contra Serbia festejaron con una señal tan simbólica como polémica: con sus dos palmas abiertas y cruzadas a la altura del pecho, imitaron la figura del “Águila bicéfala”, el símbolo presente en la bandera de Albania (territorio que defiende la autonomía de Kosovo como república). Que el rival fuera Serbia en aquella jornada fue más representativo todavía, ya que el festejo era dedicado a quienes habían derrotado en aquel partido y quienes no reconocen la autonomía de Kosovo.
Tanto Xherdan Shaqiri como Granit Xhaka son hijos de refugiados albano-kosovares que debieron migrar a Suiza en medio del siempre latente conflicto en los Balcanes. Y su festejo, aunque no haya sido más que “solo un partido de fútbol” sirvió como reivindicación a todos los ciudadanos de esas tierras que tanto han sufrido los conflictos y padecido la diáspora que los llevó a dispersarse por distintas tierras foráneas (en la práctica, Kosovo siempre había sido una especie de “provincia” albanesa). Como si con ello ya fuera poco, el festejo se dio en Rusia y durante su mundial, un país que tampoco reconoce la autonomía de Kosovo y apoya a Serbia en el conflicto.
Un antecedente más que violento: Serbia – Albania en 2014, la “batalla del dron” y el partido que casi termina en guerra
Por segundo mundial consecutivo, Serbia y Suiza volverán a enfrentarse en primera ronda en Qatar 2022. Sin embargo, hubo un antecedente a estos dos partidos y que se remonta al 14 de octubre de 2014. Claro que ese partido tuvo un valor más intenso y significativo todavía, ya que se enfrentaron dos de las repúblicas que integraron alguna vez Yugoslavia y que luego se cruzaron en enfrentamientos bélicos y sociales: Serbia y Albania.
El partido se disputó –o estaba previsto que se disputara- en el Estadio Partizan (Belgrado, Serbia), correspondía a la clasificación de la Eurocopa 2016 y el clima desde el comienzo fue el de una caldera a punto de explotar. La Guerra en Kosovo por su autonomía le aportaba ese condimento de mayor tensión. Ya en la previa del partido, los simpatizantes serbios no dejaban de cantar –en su idioma- “¡Muerte a los albaneses!”, mientras que cuando sonó (es un decir) el Himno de Albania, la silbatina de los hinchas serbios fue tan potente y ensordecedora que casi ni se escuchó. Por precaución, se había decidido desde el principio que no asistieran hinchas visitantes.
El partido comenzó, pero en ningún momento la atención estuvo realmente centrada en lo que pasaba dentro del campo de juego (que fue realmente poco), sino que todo se limitaba a lo que se veía y sucedía en las tribunas. A los 15 minutos del primer tiempo, los simpatizantes serbios quemaron una bandera de la OTAN (aliado a Kosovo y que comandó el bombardeo a Belgrado en 1999). Mientras que a los 25 minutos del primer tiempo, otra bandera toma protagonismo: esta vez es la de Grecia, que se exhibe en plenitud y reivindicando al país que ha sido un histórico rival de albaneses en el plano religiosos (mientras que los albaneses son musulmanes, griegos y serbios son cristianos ortodoxos).
De a poco, el partido de fútbol y el juego propiamente dicho comenzaba a quedar eclipsado por todo este entorno. Pero fue a los 42 minutos de ese primer tiempo cuando se registró el episodio que derivaría en una batalla campal en la cancha. Porque, sujetada por un dron, comenzó a sobrevolar la cancha una bandera reivindicando a la “Gran Albania”. Y el jugador serbio Stefan Mitrovic decidió bajar el dron y la bandera –no de la mejor manera, claro está-, lo que despertó la indignación de los jugadores albanos.
En ese momento, el partido fue suspendido. Porque ya dentro de la cancha habían comenzado los enfrentamientos y golpes entre jugadores de las dos selecciones, a los que se sumaronn hinchas serbios que invadieron el campo de juego y la Policía de Serbia. Ante este panorama, los jugadores albanos abandonaron el campo y el árbitro decidió dar por suspendido el partido.
Aunque en un primer momento la FIFA le dio el partido por ganado a Serbia (3 a 0) ante el abandono de Albania, esta última selección apeló la resolución. Y en una por demás extraña revisión, la FIFA decidió mantener el 3 a 0, aunque dando por ganador a Albania.
El llamativo error de quien manejaba el dron
Lo que terminaría por desmadrar este partido de cara a la Eurocopa 2016 fue la irrupción en el estadio de un dron con la bandera de la “Gran Albania” y donde, precisamente, sobresale el “Águila Bicéfala”. Pero ese dron no llegó solo al campo de juego, sino que fue piloteado –a la distancia y desde la torre de una iglesia en Belgrado- por el militante pro albanés Ismail Morinaj.
Si bien la Selección de Albania solía disputar sus partidos con camiseta roja y la de Serbia lo hacía con camiseta blanca, aquella inolvidable noche serbia decidieron invertir los colores. Pero era algo que Morinaj no sabía cuando metió la aeronave, y cuando dirigió el dron hacia “un jugador de camiseta roja” buscaba que la postal que quedaría inmortalizada fuese realmente idealista: un jugador albano, en suelo serbio y con la bandera de los dos nacionalistas más importantes de Albania suspendida en el aire.
Pero Mitrovic no era albanés, precisamente, y la situación no le hizo demasiada gracia, a tal punto de que bajó la bandera y el dron a los golpes. Y el desenlace en el Estadio Partizan es ya conocido. “Cuando me di cuenta (NdA: de que el dron estaba al lado de un jugador serbio y no albano), ya era demasiado tarde”, declaró tiempo después Morinaj al New York Times. Esa misma noche, Morinaj abandonó territorio serbio en tiempo récord, quizás sabiendo que su cabeza tenía precio.
En Kosovo, Morinaj fue recibido como un héroe y hasta las tropas kosovares se fotografiaron con él. Pero, una vez esclarecido lo ocurrido el 14 de octubre de 2014, Ismail Morinaj fue arrestado en agosto de 2016 por “incitación al odio étnico”. Estuvo 10 días detenido en Croacia, otra ex república que integró la Yugoslavia comunista.