Un argentino se hace amigos de brasileños y las primeras conversaciones giran, con ironía o no tanto, en torno de una obsesión brasileña: ¿Quién fue mejor, Pelé o Maradona?. O, para los más jóvenes, se le agrega a la pregunta a Lionel Messi.
Cosas de autoestima, de saber que los brasileños tienen a “O Rei”, al primer Rey del fútbol. Hablar de Pelé, que cumple 80 años, forma parte de la cultura nacional brasileña en un país continental donde hasta hace poco tiempo la camiseta ‘canarinha’ de la selección formaba parte de algo parecido a la ‘unidad nacional’.
“Estoy bien de salud y agradezco estar lúcido. Sin la inteligencia de siempre, pero estoy lúcido, ja”, dijo Pelé un mensaje por whatsapp para periodistas amigos desde su casa de San Pablo, para frenar la avalancha de pedidos de entrevistas por su cumpleaños en medio de una pandemia con más de 155.000 brasileños muertos.
Hace poco tuvo que desmentir a su hijo Edinho, quien había estado preso por narcotráfico y dijo que su padre estaba deprimido por no poder caminar por sus problemas de cadera.
El Museo del Fútbol ubicado en el estadio municipal Pacaembú, en San Pablo, reabierto este mes tras el cese de casi siete meses por la pandemia, organizó una muestra especial en homenaje a Pelé, desde su infancia a la actualidad, pasando en forma interactiva por los logros del único vencedor de tres campeonatos del mundo (1958, 1962 y 1970).
Edson Arantes do Nascimento contabilizó 1.279 goles, incluidos los de Santos, la selección brasileña, la selección de las fuerzas armadas y el New York Cosmos, donde se retiró
Edson Arantes do Nascimento tiene una estatua de bronce casi olvidada en el boulevard de entrada de la ciudad de Tres Corações, en el interior de Minas Gerais, donde nació, hijo de un futbolista semiamateur y de una ama de casa, el 23 de octubre de 1940.
Por el trabajo del padre, se mudó a los cuatro años a Baurú, interior del estado de San Pablo, donde aprendió a jugar al fútbol con naranjas, pelotas de trapo y mucho tierra colorada en la planta de los pies. Fue en Baurú cuando Pelé, a los 10 años, vio por primera vez llorar a su padre, luego de que Uruguay concretara el Maracanazo contra Brasil en el Mundial 1950. “Yo voy a ganar un Mundial para vos”, le dijo Pelé a su padre, abrazado a una radio.
En los clubes de Baurú comenzaron sus días de gloria y admiración, al punto que fue llevado a Santos con 15 años donde forjó toda su carrera. Desde hace tres décadas que el mercado de fútbol haría imposible permanecer toda la carrera en un mismo club como hacían Pelé y tantos otros.
En la adolescencia y con el fútbol lejos de ser una profesión para una vida en los años cincuenta, Pelé fue lustrabotas y estuvo a punto de ser empleado bancario y dejar su carrera sin haberla empezado.
SANTOS, SU CUNA
Santos, el principal puerto latinoamericano, para Pelé fue la metrópoli de su reinado mundial. Allí, el artista urbano Eduardo Kobra le dedicó un mural en la zona portuaria en homenaje. Todas las ciudades de Brasil, de alguna manera, están homenajeando a los 80 del rey, elegido como el atleta del siglo XX por la FIFA.
Citar a Pelé sigue siendo para parte de los brasileños un motivo de identificación nacional, de que esta tierra dio al que según ellos es el mejor de todos
Entre la avalancha de datos y anécdotas sobre Pelé, el Museo del Fútbol del Pacaembú cuenta la historia de que fue bautizado como rey por el dramaturgo Nelson Rodrigues, también cronista deportivo que se jactaba de no ver los partidos para poder escribir sin ataduras sus notas en Manchete Esportiva.
Fue el 26 de febrero de 1958, tras la victoria de Santos por 5 a 3 contra América de Rìo de Janeiro. Pelé, con 17 años, hizo cuatro goles.
“Pelé tiene una ventaja considerable por sobre todos los jugadores, se siente rey a los 17 años, de la cabeza a los pies. Cuando Pelé agarra la pelota y gambetea a un adversario, se parece a un rey que esquiva a un plebeyo ignoto y piojoso”.
LA SELECCIÓN
Pocos meses después de haber sido bautizado rey por obra y gracia de la pluma periodística uno de los mayores escritores de la historia de Brasil, en Suecia 1958 Pelé debutó con 17 años al lado de Garrincha, Didí, Vavá y Zagallo y concretó su primera promesa hecha a su padre tras el Maracanazo.
En 1962, en Chile, Brasil logra el bicampeonato pero de la mano de Garrincha, ya que Pelé se lesionó en la primera fase. A 1970 Pelé llega cuestionado, luego del fracaso de Inglaterra 1966. La prensa de la época lo veía gordo y hasta se cuestionaba no apenas su titularidad, sino su convocatoria. Fue aquel el equipo más importante de la historia del fútbol, ese Brasil del Mundial de México, el que lo catapultó para la historia. Fue el que lo bautizó como Pelé Eterno, como se llama su documental oficial.
Con Santos logró conformar una suerte de equipo insigna de Brasil ante el mundo, con dos Copas Libertadores (final de1962 ante Peñarol y de 1963 ante Boca), que incluso creó el mito de uqe en 1969 y equipo donde también brillaba Coutinho logró ‘parar la guerra’ de Biafra, en Nigeria. Se habló de tregua para ver a Pelé, pero los historiadores actuales indican que en realidad, el gobierno central nigeriano contrató al Santos para dar a la población la idea de tener bajo control al país, contra los separatista de Biafra.
SUS GOLES
Edson Arantes do Nascimento contabilizó 1.279 goles, incluidos los de Santos, la selección brasileña, la selección de las fuerzas armadas y el New York Cosmos, donde se retiró. El gol mil se lo hizo de penal a Vasco da Gama, con un arquero argentino, Eduardo Andrada, el 19 de noviembre de 1969.
Como todo mito, Pelé también tiene en su haber goles no registrados por las cámaras considerados los mejores que convirtió. Fue Pelé quien inmortalizó la camiseta número 10, que 16 años después del Mundial 1970 vistió celeste y blanca Diego Maradona en 1986, también en México.
Cuestionado por su “oficialismo” en la FIFA, ante los gobiernos de Brasil -fue ministro de Deportes de Fernando Henrique Cardoso en los años noventa- y su falta de reacción ante casos racismo en el campeonato brasileño, es normal que en la prensa aparezca como su contracara nada menos que de Maradona, toda una usina de irreverencia para los estándares brasileños.
En los últimos años fue el propio Pelé quien intentó avivar su mito afirmando que los argentinos debían decidir, antes de compararse con él, si el mejor de los vecinos bicampeones eran Diego Maradona, Lionel Messi o Alfredo Di Stefano.
Citar a Pelé sigue siendo para parte de los brasileños un motivo de identificación nacional, de que esta tierra dio al que según ellos es el mejor de todos.
Pero Pelé logró reinventarse a tal punto que hoy los niños que usan las camisetas del Barcelona de Lionel Messi y del PSG de Neymar en las calles brasileñas siguen haciendo las mismas preguntas que sus padre y abuelos cuando ven a un argentino por las playas de Río de Janeiro o el concreto de San Pablo. ¿Pelé o Maradona?