Un grito agónico de desahogo que nace desde lo más profundo de las entrañas y hace eco en el corazón. El pueblo blanquinegro celebra y se ilusiona con algo más. No es para menos. El Lobo sacó adelante uno de esos partidos “raros” que suele tener esta categoría, sin lugar a dudas la más pareja y difícil del fútbol argentino.
Sin haber sido brillante ni mucho menos, con más dificultades y desaciertos que virtudes, Gimnasia se quedó con el premio de los tres puntos por su innegable actitud de querer llevarse lo que finalmente consiguió.
Si se juega como se vive, si hay algo que este equipo de Joaquín Sastre no negocia es su propuesta ofensiva, un dogma propio de un modelo que se potencia cuando sus jugadores apoyan los tapones en el estupendo césped del estadio Víctor Legrotaglie.
Así y todo, el comienzo de Gimnasia había sido impreciso. Sin salida clara desde el fondo, eligió jugar el balón largo y muchas veces sin destino. La imagen que reafirma tal sentencia fue esa acción de Brian Olivera en la que el Lobo estuvo a punto de sacar del medio cuando el arquero casi la pierde con el inquieto Guido Vadalá.
El embudo táctico que propuso la visita, con una línea de cinco defensores, cuatro volantes y un punta haciendo el trabajo de limpiaparabrisas, obligó a Gimnasia a ir por los costados y a tirar más centros de lo habitual. El problema no era el qué, sino el cómo y, especialmente, el cuando. En el primer tiempo, la mayoría de esos centros cayeron en el área cuando el Lobo carecía de gente en el área.
Cuando se creía que la salida por lesión de Lucas Villarruel (golpe en la rodilla)iba a ser un aspecto clave en contra del Lobo, terminó siendo parte de la solución. El ingreso de un “Nacho” Antonio más embarullado terminó acomodando mejor a Santi López y le dio mayor dinámica al Blanquinegro en tres cuartos de cancha.
No por nada Gimnasia seguía eligiendo el andarivel derecho para lastimar por ese sector. Es que el Torito marplatense tiene números nefastos en los duelos individuales por ese andarivel. Entonces, cuando por allí se asociaban Seratto, Castro, López, Nadalín y cía, Alvarado sufría.
Sin embargo, más allá de algún cambio de ritmo de Santi López o un par de desbordes de Seratto (de buen primer tiempo, se retiró quedó en los vestuarios en el ET por lesión), el primer tiempo fue aburridísimo.
Pese al adelantamiento de líneas que pregonó Aldosivi en el inicio del segundo tiempo, a Gimnasia le siguió costando generar juego asociado y situaciones. Y justo en el peor momento del Lobo en el desarrollo, cuando no encontraba la fórmula y el murmullo de la gente empezaba a escucharse, Santi López metió un desborde y centro perfectos, y el “Mono”Juncos quedó suspendido en el aire para meter un cabezazo perfecto que se metió en el ángulo: golazo.
La ecuación parecía resuelta. Pero no. En el primer ataque a fondo de Alvarado por el medio, Olivera tapó ante Rebecchi y “Cebolla” Fernández la empujó: 1-1. Nadie entendía nada, pero ese es el espíritu de esta categoría.
Romano, de flojos 90′, apareció cuando el equipo más lo necesitaba y fue protagonista de un doblete ganador. El Lobo te come en el Parque.
Todas las estadísticas de Gimnasia y Esgrima vs. Alvarado:
El Mensana eligió nuevas autoridades
Fernando Porretta seguirá siendoel presidente de Gimnasia y Esgrima. Esto quedó confirmado en una Asamblea donde participaron socios y autoridades, y donde se modificaron algunos nombres de la Comisión Directiva para continuar “cambiando la realidad del club día a día”, tal como dijo un allegado. Entre los cambios más significativos, Víctor Legrotaglie fue reemplazado por su hija Carina en el rol de vicepresidente segundo.
Los principales nombres: Fernando Porretta, presidente; Luis Vila, vicepresidente 1°; Carina Legrotaglie, vicepresidente 2°; Emiliano Zanettini, secretario general; Martín Correa Silvano, secretario 1°; Juan De Marchi, secretario 2°; Fernando Jauregui Gómez, tesorero; Oscar Casares, protesorero; y Luis García Garavano, Carlos Correa Silvano y Ariel Almando, revisores de cuentas titulares.