Las vueltas de la vida no tienen demasiadas explicaciones. Los hechos se suceden sin pausa y uno no puede más que sorprenderse y seguir adelante con lo que toca en suerte. Claudio Daniel Abba es muestra cabal de ello. El rivadaviense, de 38 años, dedicado al arbitraje desde hace muchos años, aún no comprende lo que le sucede por estas horas. En la noche del miércoles, recibió un llamado telefónico para sumarse a la preselección argentina de talla baja que se prepara para disputar la Copa América en Lima, Perú, y el Mundial de España.
-¿Cómo te enteraste de la noticia?
-A través de un mensaje de WhatsApp de un amigo con quien compartí la selección mendocina de talla baja. Él fue quien me contó que querían sumarme al grupo. Obviamente le dije que sí y después me escribió Federico Ramallo, quien está al frente del seleccionado.
-Sin dudas una sorpresa enorme; estabas abocado de lleno al arbitraje...
-No había forma de esperar algo semejante; me tomó por sorpresa. Estoy trabajando en el arbitraje y hace muchos años que no juego al fútbol. Solo jugué para divertirme en la selección mendocina. Primero pensé que era una broma y cuando me agregaron al grupo y empezaron a hablar los profes me di cuenta que era verdad. Hasta el día de hoy no caigo. Es algo que nunca soñé y me cuesta ponerme a pensar en que todo esto es verdad. De repente me encuentro una posibilidad de estar en la preselección y ahora quiero estar en la convocatoria general.
-El jueves pasado iniciaron los entrenamientos virtuales...
-Si, a través de la plataforma de Zoom. Es el primer entrenamiento que tenemos como grupo porque se reinició todo por la pandemia. Tuve un lindo recibimiento de los chicos y del cuerpo técnico: me hicieron sentir muy cómodo. La idea es hacer rutinas virtuales hasta que se pueda volver a los entrenamientos presenciales donde los técnicos decidan.
-¿Cómo fue retornar a los entrenamientos luego de este largo parate?
-Son entrenamientos muy exigentes, de una hora. Personalmente estoy entrenando de forma particular y ahora un profe se ofreció para ayudarme a buscar la mejor forma para cuando llegue el momento de presentarme.
-Tu apellido está muy ligado al fútbol de la zona Este...
-Es cierto. Mi viejo, mis hermanos, mis sobrinos e incluso yo hemos jugado en clubes de la Liga Mendocina y Rivadaviense. Encima ahora mis hermanos y yo estamos en el arbitraje. El apellido es reconocido por eso.
-Contamos de que jugás...
-Siempre lo hice como defensor; me destacaba ahí y es la posición donde me siento más cómodo. En talla baja me gusta jugar en la parte central de la defensa y esperemos rendir de la mejor manera para poder convencer al técnico.
-¿Cómo fueron tus comienzos en el arbitraje?
-Comencé a dirigir hace once años. Fue cuando dejé de jugar al fútbol y lo hice para mejorar mi situación económica. De a poco me fui enganchando, me fue gustando la profesión y me dieron la oportunidad de sumarme a una Asociación de San Martín. Al tiempo hice el curso de instructor provincial con Pedro Castellino y me recibí. Desde hace cuatro años, formé la Asociación Árbitros del Este de Mendoza (ADEM) y contamos con 52 árbitros que trabajan en mi escuela. Y hace tres años comencé a estudiar en Buenos Aires, en el Instituto de Formación Arbitral, con Miguel Scime y Juan Carlos Crespi a la cabeza, y el año pasado me recibí de Técnico Formador de Árbitros. Por supuesto, actualmente sigo actualizándome a la par de grandes referentes del arbitraje nacional.
-¿Te sentiste discriminado en el ambiente del fútbol alguna vez por tu talla?
-Siempre está esa palabra cerca de quienes tenemos algún problema de salud o físico. La verdad es que vivimos en una sociedad donde discriminar o burlarse de alguien es muy fácil. Considero que está más enfermo aquel que se burla o discrimina. Sin embargo, en lo personal, cuando me sucedió, me reí y elegí no prestarle atención. Sé lo que soy, como me manejo y todo lo que hago es buscando la mejor forma de hacerlo.
-Hay un mensaje detrás de esto que te sucede y es que hay que disfrutar la vida siempre…
-Siempre digo hay que mirar para adelante, aceptando lo que nos toca vivir. A veces nos tocan cosas malas y otras, cosas lindas. Hay que enfrentar cada situación con optimismo y adaptándose a lo que toca. Tuve la oportunidad de operarme a los 14 años para poder tener una altura normal y sin embargo me negué. Siempre me quedó una frase de mis viejos: “nunca Dios te va a dar una cruz que no puedas llevar”. Me tocó nacer así y así quiero vivir. Este problema de enanismo me dio la alegría de una oportunidad impensada con la camiseta de la Selección Argentina.