Un comunicado de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) puso en alerta sobre la necesidad de actuar sobre el acoso escolar, una problemática sobre la que, destaca, Argentina se encuentra entre los países que tienen más casos.
Para graficar la situación apeló a datos, entre los que reflejó que según las últimas estadísticas mundiales de bullying publicadas por la ONG Bullying Sin Fronteras, en abril de 2023, los casos de bullying en todo el planeta continúan en aumento. Señaló que siete de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y ciberacoso y que Argentina ocupa el quinto lugar entre los países del mundo con mayor cantidad de casos de bullying y ciberbullying, con un reporte anual de 50.250 casos.
Ante esto, convocó a adultos implicados a tomar cartas en el asunto y refirió el impacto que tales situaciones pueden tener sobre la calidad de vida y la salud de los chicos afectados.
Algunos referentes de Mendoza consultados señalaron que no hay datos recientes que permitan asegurar que los casos van en aumento, pero sostienen que definitivamente la problemática persiste, pese a que hace mucho se ha instalado el tema en agenda y se hacen tantas campañas al respecto.
Desde la Dirección General de Escuelas (DGE), manifestaron que observan una tendencia a la resolución violenta de los conflictos entre pares y expresaron que se trata de una réplica de lo que sucede en el contexto, ya sea los adultos de referencia o cualquier ámbito social.
Asimismo, se destaca la incursión desde hace algunos años del ciberbullying, este acoso que se hace por medios digitales como las redes sociales, un territorio cada vez más frecuente por el que transita la vida de los chicos. Sin embargo, Alejandro Castro Santander, investigador y Director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo, destacó que si bien esto sucede, la mayor cantidad de casos sigue siendo cara a cara, en encuentros personales.
En este sentido, Graciela Rodriguez, integrante del equipo técnico de la Dirección de Educación Secundaria de la provincia, señaló que según observan, lo más frecuente es que suceda fuera del ámbito escolar, ya que consideró que dentro del establecimiento, hay pautas claras de conducta y están en compañía de adultos permanentemente, Pero sí ocurre que hay agresiones al salir del colegio, quizás en la esquina o al encontrarse en la calle.
“Los adultos tenemos la responsabilidad de no admitir ni avalar ningún tipo de situación violenta; mientras que los pediatras podemos colaborar en la detección del bullying y acompañar y asesorar a las familias para la articulación de acciones con la escuela. En los casos más severos, donde se detecte riesgo para sí o gran afectación emocional o sintomática, se debe considerar la derivación con profesionales de salud mental”, afirmó el doctor Juan Pablo Mouesca, médico pediatra y psiquiatra infanto-juvenil, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
En datos
“Bullying y Ciberbullying, un problema en aumento que requiere de la intervención de todos los adultos del entorno de la víctima”, es el título del documento emitido por la entidad que nuclea a los médicos pediatras en el país.
Se entiende por bullying o ciberbullying a toda situación violenta entre pares, sea presencial o virtual, que incluya conductas de hostigamiento, agresiones, intimidación, burlas o indiferencia.
La traducción es acoso escolar para bullying y hostigamiento cibernético para ciberbullying, este último ocurre en entornos digitales.
La SAP planteó que son situaciones que requieren de la intervención de las personas adultas, especialmente de los cuidadores de los niños, niñas y adolescentes (NNA) involucrados, los docentes, los equipos de orientación escolar o de los gabinetes psicopedagógicos y el personal directivo de la institución educativa.
El trabajo contó con el apoyo institucional de La Defensoría de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (La Defe).
La situación incluye a quien es agredido y a quien o quienes agreden y a los otros pares que son testigos como observadores o alentadores -aun sin proponérselo- de esas situaciones de violencia. Pero la entidad advierte que también incluye a los adultos responsables del lugar donde ocurren y a los padres o cuidadores de todos los NNA involucrados.
Para graficar lo que sucede, se traen a colación datos que lo reflejan. Tal el caso de las Prueba Aprender 2022, en las que respecto de las situaciones de violencia experimentadas en las escuelas por los estudiantes de 6to grado del nivel primario, se registra que el 42,9% manifiesta que algunas o muchas veces otros estudiantes dijeron mentiras sobre ella o él. Además, 36% identifica que otros estudiantes la o lo insultaron y 32,5% señala que otros compañeros se burlaron. Por otra parte; 29,5% informa que les dejaron de lado a propósito; 23,6% afirma que otros estudiantes le quitaron sus cosas o las rompieron; 22,6% señala que otros estudiantes pidieron a compañeras o compañeros que no se junten con ella o él. Incluso, 16,1% de los estudiantes afirma que algunas o muchas veces otros estudiantes lo agredieron físicamente y 12,6% señala que muchas o algunas veces, otros estudiantes lo amenazaron o insultaron a través de las redes sociales.
En tanto, en la encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia 2022 (Sexta ronda) de Unicef se observa que el 19% de los hogares conoce casos de bullying y/o acoso en las instituciones escolares. El 13% de los hogares informa que al menos uno de sus hijos o hijas fue objeto de bullying o acoso en la escuela. La encuesta relevó, además, en junio 2022, un aumento de la exposición de los adolescentes de 13 a 17 años a situaciones de discriminación o maltrato, ciberbullying, situaciones de violencia o pornografía en las redes.
Un dato muy relevante que aportó la SAP tiene que ver con el impacto sobre la calidad de vida y la salud mental y física de los acuerdos, que pueden funcionar como señales de alarma.
“Cansancio, cefalea, dolor abdominal, vómitos, alteraciones del sueño, de la conducta alimentaria, dificultades en el aprendizaje, bajo rendimiento escolar, falta de interés en actividades que el niño, niña o adolescente (NNA) realizaba anteriormente, baja autoestima, cambios en el estado de ánimo, ansiedad y estrés crónico. Todos estos son algunos de los síntomas que podrían estar indicando la presencia de una situación de bullying o ciberbullying”, resaltan.
Resoluciones violentas
“Vemos la violencia social en los comportamientos de nuestros adolescentes”, expresó Rodriguez. Dijo que se manifiesta en malos tratos o formas agresivas de resolver conflictos entre pares, ya sean niños o adolescentes, y esas son las situaciones en las que intervienen a través de los Servicios de Orientación Escolar (SOE).
Comentó que hay casos de angustia que se refleja en esas conductas y consideró que la causa no está en la escuela. “Tiene que ver mucho con un contexto social, con respuestas violentas, el chico es una esponja , absorbe y la escuela es el espacio donde mayor tiempo está y con sus pares que es con quienes está”, analizó.
Dijo que se expresan por ejemplo en maltrato verbal, en la escuela, y fuera de esta puede llegar a la violencia físico.
“Hay trabajos que hicimos con el Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo y después lo que hicimos con el Observatorio de Argentinos por la Educación. Utilizando, por un lado fueron las pruebas PISA y después el último, del año pasado, donde le preguntamos a los estudiantes del último año de secundario sobre discriminación y percepción sobre discriminación. Lo mismo le preguntamos a los directivos”, explicó Castro Santander.
“Lo que nos preocupó en el último estudio de las pruebas Aprender es que el 75% de los estudiantes percibían que había discriminación por el aspecto físico. Había un 68% más o menos que hablaba de discriminación por cuestiones relacionadas con situación socioeconómica, familia, distintos temas que eran utilizados justamente para hostigar al compañero. Y como nos ha pasado en todas las investigaciones, la parte ciberbullying, no es el mayor, siempre el mayor es el cara a cara, que puede ser físico, social, en el caso de rechazo, aislamiento, etcétera”, agregó.
Por otra parte, mencionó que toda la investigación tradicionalmente viene diciendo que si existe ciberbullying es porque antes había acoso cara a cara, acoso directo. “El ciberbullying nosotros lo consideramos una forma de violencia persistente, indirecta”, aclaró el experto.
En el 2020, cuando empezaba la pandemia, por un lado, midieron cómo afectaba el rendimiento en matemática a los chicos de tercer año el hecho de sufrir distintas situaciones de violencia y bullying.
Pero por otra parte, se pone en evidencia que la percepción de la problemática es menor por parte de los directivos. El investigador agregó que en uno de los estudios, los directivos, a los que también se les preguntó la percepción que tenían, el 82% dijo que los problemas de convivencia no eran un problema o eran un problema menor, que contrastaba totalmente con lo que habían dicho los chicos con respecto a los distintos tipos de discriminación.