“Algunos escriben su historia en hojas; yo la escribo en fotos”. La frase, de autor anónimo, bien podría definir el proyecto que impulsó una docente de tercer año de la escuela 4-250 “Algarrobal de Abajo”, de Las Heras. El objetivo fue mostrar su terruño con una belleza muchas veces desconocida por los mendocinos. Así, los chicos sacaron a relucir su creatividad y realizaron una emotiva muestra fotográfica con imágenes tomadas desde sus propios teléfonos.
Los resultados fueron sorprendentes y emocionantes ya que ni siquiera los propios protagonistas imaginaron obras tan significativas, que más tarde fueron exhibidas en el establecimiento con los nombres de sus autores. Son imágenes que revalorizan la identidad cultural de El Algarrobal de Abajo.
El puntapié inicial lo dio la docente Jimena Barrozo, que dicta Prácticas Artísticas asociadas a las Artes Visuales y fue coordinado por Cintia La Micela. La iniciativa contó con la colaboración de otros docentes, teniendo en cuenta que fue de carácter interdisciplinario.
“Es un orgullo total porque nuestros chicos dejaron traslucir, con una gran sensibilidad, la mirada de su tierra. Así, un lugar como Las Heras, que en el imaginario social es visto como el basural de Mendoza o el punto de la pobreza de la provincia, se convirtió en un hermoso terruño”, manifestó, en diálogo con Los Andes, la directora del establecimiento, Lorena Curia.
En realidad, la idea inicial tenía que ver con la cultura del lugar a través de sus vestimentas típicas, entre otros aspectos, aunque el proyecto fue mutando hasta focalizar en la fotografía. La docente advirtió que, si bien no todos tienen teléfonos celulares, era posible utilizar la tecnología para revalorizar una zona típica de Mendoza, conocida en parte por los hornos de ladrillo.
“Estos estudiantes, muchos de los cuales se ven obligados a trabajar para generar un sustento económico, están muy arraigados a su tierra, incluso por un problema de transporte. Los micros pasan cada una hora y no es muy común que puedan acercarse al Centro”, describió Barrozo.
De allí que surgió aprovechar y capitalizar los aspectos positivos que posee El Algarrobal de Abajo. “Siempre les digo que este lugar es maravilloso y luego lo pudieron comprobar con sus propias imágenes. Ni ellos podían creerlo. Árboles, acequias, hornos de ladrillos, cardos… Hay tanto por mostrar y miles de motivos por lo que sentirse orgulloso de esta zona. No todos los lugares de Mendoza poseen esta riqueza ni este paisaje con la cordillera detrás”, insistió la inquieta docente.
Sorpresa y satisfacción
Tanto en el proceso de trabajo como en los resultados, Barrozo, que se define como “una apasionada” de su tarea, sintió que afloró el resultado del esfuerzo. “Muchas veces sólo le damos valor a las materias duras, pero creo que el arte es un gran disparador. Siempre les aconsejo que prueben, que intenten, que el abanico es muy amplio y siempre existen potencialidades. Que todos tenemos grandes capacidades, sólo hay que tener las opciones en la mano”, reflexionó.
El inicio del proyecto significó caminar por las inmediaciones de la escuela. Los “fotógrafos”, con sus cámaras atentas, captaron imágenes como el hielo formado durante las intensas heladas del invierno, el reflejo de los árboles en el agua, los hornos de ladrillo humeando y el cielo azul resplandeciente, entre otras hermosas postales. También algunos edificios antiguos y abandonados que, a través de las fotografías, lucen espléndidos.
“Me emocioné muchísimo y seguimos adelante. Muchos de ellos ni siquiera tienen en su barrio la posibilidad de imprimir esas fotos, uno de los requisitos que pusimos para la muestra. Por eso lo hice con muchísimo placer, para poder desplegar nuestro arte en toda la comunidad educativa y que todos pudieran verlo”, añadió la docente. Agregó que cada estudiante luego se llevó a su casa el trabajo.
La presencia de los teléfonos celulares en el ámbito del aula es una realidad indiscutible. Ese fue otro de los recursos con los que Jimena Barrozo contaba en su haber.
“Claro que muchos no tienen, pero algunos sí y yo puse el mío a disposición. Lo más importante de este trabajo fue que nos arreglamos con los recursos que tenemos, que son escasos. Computadoras básicas y teléfonos muy simples. De todos modos, lo que logramos fue un orgullo”, rememoró “la seño”.
Previo a la salida, se les brindó a los chicos una capacitación básica relacionada con la fotografía: planos, luces, iluminación, encuadre. “Hubo un grupo, mínimo, que prefirió no participar del proyecto y luego se arrepintió. Esto nos dio la pauta de que resultó fructífero y que muchas veces surgen propuestas que suman y enriquecen”, advirtió la docente.
Revalorizar el terruño
La mayoría de la matrícula del establecimiento está formada por estudiantes con carencias económicas. “Sé cómo viven, muchos trabajan y todo les cuesta. A su vez quieren seguir estudiando y eso es valioso, por eso insisto en mostrar lo que el arte permite, que es muchísimo”, consideró.
Luego de la muestra, se abrió un debate sobre los aspectos valiosos de esta zona de Las Heras. “Algo tan cotidiano fue un gran tema de debate. Siempre les digo que los procesos son libres, que pueden elegir, que antes de discernir deben conocer, explorar, cambiar. Soy una persona que muchas veces encontró obstáculos y de eso se trata, de levantarse, seguir y empezar de nuevo”, dijo.
Formada en el ámbito público, Jimena es soltera, tiene 44 años y vive con su padre en el barrio Primero de Mayo de Las Heras. “No tengo hijos pero siento que, de alguna manera, estoy abocada a esta misión que tanto me gusta”, indicó. Contó que de muy joven, a mitad de su carrera, perdió a su madre.
“Me levanté y seguí y eso les sugiero a los estudiantes, que nunca se den por vencidos, que la vida es eso, una de cal y una de arena, que todos debemos seguir camino a paso firme para encontrar nuestra mejor versión”, reflexionó.
Ejemplificó con este mismo proyecto que tanto entusiasmó a los dos terceros años del colegio.
“En una primera instancia proyectamos que nos visitara un artista, pero no tuvimos la respuesta deseada. Y en esto de dar revancha y armar otra idea sobre la marcha, al final lo terminamos agradeciendo”, señaló.
Jimena insistió: “Los lugares del mundo son todos distintos y el punto donde se emplaza nuestra escuela es muy especial. Muchos ni siquiera pueden ir a la plaza Independencia, pero a partir de esta iniciativa comprobaron lo mucho que tenemos aquí”.
Amante de la fotografía y de su tarea docente, concluyó: “Recién ahora, con muchos años en el aula, comienzo a sentir que el esfuerzo vale la pena y que aquello que volcamos, tarde o temprano comienza a florecer”.