Hasta noviembre pasado, el empleo privado registrado crecía en Mendoza, a pesar de que era evidente que la economía no acompañaba.
Estos desacoples duran poco, sólo se dan en el muy corto plazo. Si la economía no se recuperaba pronto, el empleo tomaría su mismo sendero.
Así sucedió, con reacción tardía, desde diciembre del año pasado el empleo privado comenzó a caer, situación que se repitió en enero y febrero de este año. Las caídas en diciembre y enero fueron leves (-0,5%), en febrero se aceleró (-1,4%).
La situación es doblemente adversa. La caída del empleo se conjuga con una sensible disminución del salario real. Por lo tanto, la masa de ingresos familiares se reduce por un “efecto cantidad” (menos empleo) y “efecto precio” (menos salario real).
Complementariamente, las estadísticas recientes permiten advertir una novedad por el lado de la oferta de trabajo (personas que desean trabajar). Durante el último año, más gente salió a buscar trabajo, y se incorporaron alrededor de 25 mil nuevos trabajadores al mercado laboral. En este contexto recesivo ¿qué incentivo tiene la gente para salir al mercado? y ¿cuál fue el efecto de la mayor presión laboral sobre el mercado?
Como sucedió en situaciones pasadas similares; parecería que muchas familias están desarrollando estrategias que apuntan a fortalecer sus alicaídos ingresos, promoviendo que integrantes de la familia que estaban inactivos ingresen al mercado. Así, ante la presión ejercida por el ingreso de nuevos trabajadores, se generó un aumento en la tasa de desempleo (de casi el 3% al 6% en el último año) y un aumento en la informalidad (del 34% al 39%). Las personan que ingresan hoy al mercado enfrentan estas problemáticas, o no consiguen empleo en el corto plazo, o comienzan ejerciendo un empleo en negro.
A pesar del contexto, hay ciertos brotes verdes en materia de empleo (turismo y servicios basados en el conocimiento) pero claro, no logran torcer las tendencias generales de la economía.
Las expectativas de crecimiento económico para este año generan cierto escepticismo en las posibilidades de revertir las tendencias actuales. Los esfuerzos deberán colocarse en políticas tendientes a minimizar los impactos de la recesión (focalizadas sobre trabajadores y Pymes), e intentar maximizar el crecimiento de aquellas actividades que logran desacoplarse de la coyuntura macro.
*El autor es economista de la Fundación IDEAL