South African Airways ofrecía un vuelo directo Ezeiza-Johannesburgo que en ocho horas cruzaba en línea recta por el Atlántico ya que Sudáfrica se encuentra a la misma latitud que Buenos Aires.
Partí junto a un grupo de viajeros de distintos lugares del país. También venían un francés, una española y una uruguaya. Aterrizamos temprano en la mañana. Elegimos asiento en el utilitario con vista panorámica que nos llevaría por la Provincia de Mpumalanga y su camino panorámico atravesando la zona montañosa de Drakensberg bordeando el cañón del río Motlatse.
Sin tiempo de sobreponernos al jet-lag y a los efectos dopantes de la quinina, sustancia principal de las pastillas anti malaria que hay que tomar antes de viajar, partimos con rumbo noreste hacia la Reserva del Parque Kruger. Nos quedamos dormidos apenas arrancamos y en broma bautizamos al vehículo como el dormi-bus.
Dejamos atrás las autopistas y los edificios acristalados de Johannesburgo. Poco a poco fuimos entrando en terreno verde tratando de entender que los coches no venían a contramano sino que al conducir por la izquierda, como en Gran Bretaña, el tráfico circula invertido.
La primera parada fue en el pequeño pueblo de Dullstrom. Allí tuvimos contacto con los lugareños y recorrimos un mercado artesanal donde destacaban las figuras talladas en madera como máscaras tribales y esculturas de ébano, además de tejidos multicolores.
Nos regalamos un opíparo desayuno en el restaurante Harrie´s Pancakes cuya especialidad son los crepes con tocino.
Un poco más despiertos y con la panza llena continuamos hasta Pilgrim´s Rest donde funcionaba una mina de diamantes. Aprendimos sobre la exigente tarea de extraer este mineral carbono de las entrañas de la tierra. Es una de las sustancias más duras del mundo. Alcanza la cifra máxima de 10 en la escala de Mohs.
Hicimos noche en carpas que fueron nuestro hogar en la selva bajo las estrellas. Al amanecer los guías nos llevaron a ver la salida del sol desde lo alto del cañón. Parecía que alucinábamos ya que las nubes no estaban sobre nuestras cabezas sino a nuestros pies cubriendo la hondonada del amplio valle. Era como una alfombra gigante de vapor.
Los nativos le llaman God´s Window (la ventana de Dios) y es que uno siente por unos instantes como si observara la Creación desde lo alto. Cuando las nubes se dispersaron emergió el cañón en toda su dimensión con el rio murmurando a un kilómetro de distancia hacia abajo.
Seguimos viaje hasta Bourke´s Luck Photoles donde una serie de cataratas ha erosionado las rocas hasta darle forma de paisaje lunar con cráteres gigantes donde el agua se embalsa en piletas naturales. Charlamos con uno de los Guardaparques y la uruguaya, matera oficial del grupo, le ofreció uno pero lo miraba con desconfianza.
Aceptó sacarse una foto fingiendo chupar la bombilla pero no se animó a probarlo. Otra foto curiosa fue junto a dos mujeres jirafa. Las llaman así porque desde niñas les van colocando aros metálicos alrededor del cuello que nunca se quitan. Lentamente se lo van estirando y lucen un delgado y esbelto cuello, símbolo de gracia y belleza, pero que les debilita las cervicales. A cambio de unas monedas se fotografían con los viajeros.
Más adelante caminamos por un sendero hasta llegar a una hondonada donde rugía la Catarata de Berlín cuyo chorro de agua cae desde 80 metros por una pared de color rojizo ya que esta tierra, donde tiempo atrás se buscaba oro, es muy rica en hierro. La mejor época para disfrutar las actividades en esta zona es de abril a setiembre. Es ideal para los amantes de la aventura ya que se puede hacer mountain bike, senderismo, rapel, rafting y pesca con mosca.
Para tener en cuenta
Desayuno completo: 6 dólares
Artesanías en madera: Una máscara tallada 10 dólares (se puede regatear el precio)
Foto con las Mujeres Jirafa: Propina a discreción
Para actividades de aventura en la Ruta Panorámica: www.rhinoafrica.com
