Por Victoria Navicelli. Contactala aquí / Fotos: Luis Guiñazú Fader.
En Las Heras, un grupo de mujeres se reúne día a día para sostener a sus familias bajo un proyecto autogestionado en el que no solo elaboran productos textiles, sino que, además, aprenden a cuidarse entre ellas y a transmitir el recuerdo de una de sus compañeras víctima de femicidio. Es en honor a Fernanda Toledo que estas mujeres convergieron en una cooperativa. Un espacio barrial feminista que resiste y que genera espacios sustentables de organización económica y política.
En julio de 2009, Fernanda Toledo fue víctima de femicidio en manos del padre de sus cuatro hijos. Fernanda fue costurera y artistas del barrio La Gloria. “A partir de su femicidio comenzamos a cuestionarnos las violencias a las que cotidianamente éramos sometidas como mujeres de las barriadas que habitamos. Luego de participar de diferentes encuentros que organizamos nosotras mismas, las amigas y familiares de Fernanda, con el objetivo de conseguir justicia y entender de alguna manera lo ocurrido; llegamos a la conclusión de que una de las principales violencias que vivíamos todas, era la económica. Comenzamos a investigar y a relevar la realidad de cada una y a todas se nos dificulta conseguir trabajo. Alternar las tareas de cuidados y el trabajo era casi imposible, sobre todo para las que ya eran madres. Muchas, al no poder solventar los gastos propios y de las niñeces a cargo, terminábamos más expuestas aún a la violencia machista”, relatan las mujeres organizadas en la cooperativa.
¿Cómo surgió el proyecto?
En el año 2011 nos enteramos de que Colonia Bombal había máquinas textiles en desuso. Estas habían sido entregadas desde Nación para un proyecto que no funcionó. Nos contactamos con la fundación que las gestionó y a partir de ahí comenzamos a hacer uso de las mismas. El proceso de apropiación duró casi dos años hasta que conseguimos el traspaso, constituyéndonos en cooperativa y armando un grupo de trabajo. Muchas no sabíamos coser y aprendimos en ese proceso de la mano de la compañera Adriana Marchionni, una modista de mucha trayectoria que nos enseñó el oficio.
¿Dónde comenzaron a trabajar? ¿Dónde se ubican en la actualidad?
Para 2013 alquilamos nuestro primer taller en Dorrego, Guaymallén. En aquel momento empezó la segunda etapa de producción en donde comenzamos a perfilar las líneas a trabajar. Iniciamos con el reciclaje de telas, ya que no contábamos con capital para comprar nuevas. La primera producción en serie que hicimos consistía en alforjas, bolsos, billeteras y juguetes para la primera infancia, todo con materiales reciclados. Conseguimos varias ventas grandes al Estado y eso nos permitió generar un capital para emprender otras líneas productivas como fundas de instrumentos, marroquinería en cuero, juegos colectivos a grandes escalas e indumentaria en general. En 2014 nos mudamos a Las Heras, donde actualmente se encuentra nuestro taller. El veinticinco de febrero cumplimos nueve años de trabajo colectivo, autogestivo, asambleario, feminista y sin patrón.
Es un proyecto autogestionado que tiene como base la economía social, la economía popular. ¿Cómo entienden ustedes esta labor?
A medida que fue pasando el tiempo comenzamos a identificarnos dentro de la economía social y solidaria y a llenarla de contenido desde nuestras prácticas. Entendemos que el principal objetivo de la misma es el bien común, el apoyo mutuo y no la especulación y la competencia. Creemos que otra economía más humana es posible y las mujeres tenemos mucho que aportar al respecto. La solidaridad entre trabajadoras, la voz propia y colectiva, los espacios libres de violencia, los bienes colectivos, la horizontalidad en la toma de decisiones son las bases que nos unen e impulsan a seguir construyendo espacios seguros para mujeres y disidencias y, sobre todo, para nuestras niñeces.
¿Por qué eligieron este tipo de economía?
Siempre decimos que estamos cosiendo el mundo más justo en el que merecemos vivir. Esto es imposible hacerlo solas, por eso para nosotras es importantísimo la creación y sostenimiento de redes, de saberes colectivos, de conciencia a la hora de producir, pero también a la hora de consumir. Nuestros clientes nos buscan porque abocamos todos nuestros esfuerzos en crear precios justos, que tengan en cuenta toda la cadena productiva, sin esclavitud y sin especulación, en donde todas las partes resulten beneficiadas. A su vez, estamos convencidas de que sin el apoyo de la sociedad y, sobre todo, de las instituciones pertinentes, estos proyectos terminan, en el mejor de los casos, siendo aislados y reducidos. Por eso, nos entendemos dentro de la economía social y solidaria, porque esta forma de economía no la inventamos nosotras, por el contrario, hay miles de experiencias que nos anteceden y nos inspiraron a elegir este camino. No es casualidad que el 90% de las personas de este sector seamos mujeres. Hoy, en medio de una pandemia, fuimos las mujeres y disidencias quienes nos pusimos al hombro la subsistencia colectiva de los más humildes, a través de emprendimientos productivos, de comedores solidarios, etc.
¿Reciben ayuda de alguna institución o gobierno? ¿Cómo sostienen el proyecto en lo económico?
El Estado ha sido más bien un espectador, pocas veces encontramos puertas abiertas que nos escuchen y apoyen. En la actualidad no contamos con ningún tipo de ayuda estatal más que seis planes potenciar trabajo para trece trabajadoras que colectivizamos en un fondo común para solventar los gastos de alquileres, impuestos y reinversiones. Nuestros sueldos salen exclusivamente del trabajo de cada una de las integrantes. Si el estado cumpliera con la ley vigente en la provincia de economía social y solidaria, con la compra estatal a este tipo de espacios, si contáramos con la mitad de lo que se invierte en privados y empresas; sería otro el cantar. Podríamos garantizar más empleo digno, podríamos contar con un espacio propio que nos permitiera mayor independencia y apoyo a otros espacios que consideramos importantísimo para el desarrollo de las barriadas. Sin embargo, no solo no encontramos soluciones sino, más bien, trabas. Después de nueve años de trabajo indiscutido e ininterrumpido, aún no podemos acceder a la matrícula de cooperativa, por ejemplo, seguimos facturando con nuestros monotributos sociales, víctimas una vez más de las burocracias que desaniman.
¿Cómo desarrollan la actividad?
Somos trece trabajadoras actualmente. Una vez a la semana celebramos la asamblea a la cual asistimos todas de forma obligatoria. En esta instancia decidimos los pasos a seguir, repartimos roles y tareas a cumplir y, ahí mismo, damos cuentas de las tareas encomendadas, proyectamos la producción y las líneas a desarrollar. Ponemos especial énfasis en el clima de trabajo, en las relaciones humanas que creemos pilar para el desarrollo de nuestro trabajo. Cada integrante cumple un rol que la asamblea le asignó teniendo en cuenta los intereses, el tiempo y las capacidades de la compañera. De esta manera cubrimos la totalidad de la cadena productiva de una forma colectiva.
Las decisiones generales se toman en asamblea y con la voz de todas, no votamos porque creemos importante arribar a consensos que nos apoyen en los aciertos y sobre todo en los desaciertos. Cada una coordina un área, el resto acompaña para que la tarea salga con éxito. Las áreas son producción, taller, mesa, ventas, compras, relaciones en red con otras organizaciones, redes, serigrafía y sublimación, orden, organización y limpieza del espacio, administración, contaduría y legales.
¿Qué es lo que hacen?, ¿cómo lo comercializan?
Actualmente, desarrollamos las líneas de producción de textil, taller, serigrafía y sublimación. Hacemos indumentaria en general, juegos colectivos a grandes escalas, marroquinería, ropa de trabajo y taller en general en donde realizamos diversos pedidos de costura que van desde bolsas reciclables a toldos, por ejemplo. Intentamos proponerle a nuestros/ass clientes soluciones, acompañamos diversos emprendimientos productivos, confeccionando prendas de diseñadoras, y merchandising en general para sindicatos, organizaciones, escuelas y empresas.
Comercializamos a través de las redes y del “boca en boca”; que a lo largo de estos nueve años hemos sabido sostener y ampliar. Además, nos presentamos a algunas licitaciones estatales, sobre todo de municipalidades, cuando tenemos las posibilidades ya que, si bien nos podemos presentar en ocasiones, cuando el pedido es grande nos encontramos con la gran traba de no tener capital ni líneas de financiación para la compra de los materiales. Asimismo, los pagos suelen tardar más de un mes en efectivizarse.
Un grupo de mujeres que trabajan de manera colaborativa. ¿Qué piensan sobre el rol femenino en la sociedad?
Las mujeres a lo largo de la historia hemos sido relegadas a las tareas de cuidado y a las tareas del ámbito privado, negándonos la posibilidad de incidir en lo público. Hoy, eso ha cambiado gracias a la ardua lucha de valientes mujeres que a lo largo de la historia resistieron y avanzaron en los derechos que merecemos como seres humanos. En la actualidad, nos sentimos parte de este proceso de acrecentamiento de derechos, activamente nos proponemos ser parte de las luchas que buscan la igualdad de oportunidades. Las mujeres tenemos mucho que aportar para la reconstrucción de esta sociedad devastada por la codicia, el hambre, la desigualdad, las guerras y la constante sobreexplotación de nuestros recursos naturales. Es tiempo de darnos el lugar de decisiones que permitan hacer de este mundo, un mundo más justo para todas las personas. Otras formas de economía, de educación, de justicia, de sobrevivencia colectivas son posibles, todos los días lo demostramos, hay un sistema que ya está caduco y es tiempo de reinventarlo por el bien de la humanidad. Las mujeres sabemos de solidaridad, del sentido colectivo de las cosas y los saberes, de apoyo mutuo, de amor como motor de vida, de organización y de lucha colectiva. Este es nuestro tiempo.
Desde la historia que dio vida a la cooperativa y a partir de los avances, ¿cuáles creen que son las luchas que deben discutirse en la actualidad?
En lo que respecta a nuestro rubro es sumamente necesario que se incluya en el Ministerio de Trabajo la Secretaría de Economía Social y Solidaria, ya que actualmente se encuentra dentro del Ministerio de Desarrollo Social, poniendo nuestra forma de economía como algo temporal que ayuda -en el sentido limosnero de la palabra- y no como una posibilidad más humana de vivir en sociedad, reconociéndonos como trabajadoras activas.
Es necesaria ya una ley de Economía Social y Solidaria a nivel nacional que obligue al Estado a comprar un porcentaje a las cooperativas y cuadrillas productivas, para el sostenimiento de fuentes de trabajo y calidad productiva. Por otro lado, creemos súper importante la reciente ley de Legalización y Despenalización del Aborto ya que, como cuerpos gestantes, es nuestro derecho la administración de nuestra maternidad en condiciones de salubridad, es importante la garantía de implementación en todo el territorio, como así también la Educación Sexual Integral en las escuelas y los anticonceptivos gratuitos. También, creemos importante que se empiece a visibilizar las tareas de cuidado como algo a colectivizar en derechos y responsabilidades, en la medida de que las mujeres sigamos relegadas por obligación a ellas tenemos menos posibilidades de incidir en lo público en igualdad de condiciones que los hombres, es un trabajo invisibilizado que incluye una doble jornada laboral que debe ser remunerada.
Son necesarias leyes y partidas presupuestarias para la total erradicación de la violencia hacia las mujeres y disidencias, los femicidios, travesticidios y crímenes de odios son evitables, el Estado debe estar presente. Asimismo, la sobreexplotación de nuestros recursos naturales que solo traen hambre, miseria y contaminación deben ser prohibidas, la megaminería a cielo abierto, las fumigaciones indiscriminadas, los agrotóxicos, el agronegocio como fin último de acumulación para pocos, la venta de los recursos hídricos.
En la medida que estas luchas sigan siendo desoídas se acorta el tiempo para revertir todo el mal causado poniendo en riesgo la supervivencia de la humanidad. Nuestro territorio es un territorio rico, diverso, fecundo y lo estamos destruyendo por el bien de unos pocos y el mal de la mayoría. También, creemos importante que se implemente una ley de redistribución del territorio, es inhumano que la gran mayoría no contemos con la posibilidad de acceder a una vivienda digna y ahí las mujeres y disidencias somos las más afectadas.
Son el ejemplo de transformar el dolor en lucha y resistencia. ¿Qué creen que viene hacia adelante para el proyecto? ¿Y para las mujeres?
Creemos que nos quedan varios objetivos a cumplir, como la adquisición de un espacio propio para la producción, pero también para la recreación y educación de nuestros/as niños/as, para el desarrollo de la cultura y la organización. Estamos también diagramando una serie de cursos para apoyar la creación y el sostenimiento de otros espacios productivos asamblearios y justos, basados en nuestra experiencia y en diálogo con otras experiencias sumamente enriquecedoras. Seguir creando y afianzando redes solidarias que permitan el desarrollo digno de las grandes mayorías, que abracen la total emancipación de la clase trabajadora y de las mujeres y disidencias en particular. Creemos que el gran movimiento de mujeres, la ola verde que supimos parir en Argentina ha traspasado las fronteras para convertirse en un solo grito de libertad y emancipación, que a lo largo del mundo está dando batallas importantísimas, creemos en su éxito, creemos en su fuerza y todos los días aportamos activamente a ese gran movimiento de amor y rebeldía.
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