La ventilación por convección natural o efecto chimenea funciona de la siguiente manera: el aire frío ejerce presión bajo el aire caliente, con lo cual este sube, tal como funciona con la ventilación inducida.
La diferencia es que en este caso las áreas abiertas permiten que el mismo aire circule a través del ambiente.
Este sistema se puede utilizar en la arquitectura bioclimática para lograr mejorar el confort térmico del espacio.
La convección natural genera una circulación de aire, intercambiándose el volumen de aire caliente que tiende a ascender y ocupar así, el espacio del aire más frío y denso.
Hay que recordar que lo mejor es dejar una salida de aire en la parte superior del espacio para que este pueda salir de la mejor manera y así poder renovar el aire. Este sistema genera una infinita renovación de aire.
La diferencia de temperatura que existe en un espacio cerrado entre la parte superior y la parte inferior se denomina estratificación térmica, siendo más apreciable cuanto mayor sea la diferencia de altura entre ambas.
Los arquitectos deben recordar siempre la variedad de sistemas para ventilar e iluminar un espacio, más allá de la ventilación cruzada, que si bien es cierto es de gran ayuda, no es suficiente.
Se necesita de estrategias bioclimáticas que se adapten al diseño propuesto, para no solo satisfacer en lo estético, sino en el confort ambiental de los usuarios. Y es que por muy obvio que parezca, a veces saber que los climas varían de una ciudad a otra puede ser que este simple tema sea un detonante negativo en el desarrollo de actividades por no tomarse en cuenta correctamente.