“Siempre le ha gustado mirar escaparates, pero nunca compra”. Estas fueron las palabras con que desmintió en una ocasión el antiguo secretario de prensa de la reina Isabel II, Dickie Arbiter, las supuestas infidelidades del duque de Edimburgo a su esposa.
Durante los 73 años de matrimonio, el príncipe Felipe permaneció al lado de la monarca durante más tiempo que cualquier otro consorte en la historia de la familia real británica, pero la fama de mujeriego siempre lo persiguió.
La lista de sus supuestas amantes es tan larga como carente de pruebas contundentes. Está, por ejemplo, Daphne Du Maurier, la autora de Rebeca. Según afirma la periodista Ingrid Seward en una reciente biografía sobre el consorte de la reina, el duque de Edimburgo pasó con ella un fin de semana en Cornualles. El príncipe estaba a punto de casarse y le expresó las dudas que le despertaba la idea de convertirse en el marido de la entonces heredera del trono británico. “No quiero volver, quiero quedarme contigo”, escribe Seward que le dijo a la novelista. “No seas tonto, tu país te necesita”, le habría contestado entonces ella.
Además, Ingrid Seward afirma también que, si bien la relación de Felipe de Edimburgo con Daphne Du Maurier era “emocionalmente íntima”, entre ellos no existía ningún vínculo “sexual”, por lo que no queda claro si realmente tuvieron una aventura.
Algo parecido ocurre con Pat Kirkwood, una actriz que aparece en todas las listas de supuestas amantes de Felipe de Edimburgo y con la que, según publicaron los tabloides británicos de 1948, el príncipe consorte habría mantenido una relación con ella en la época en la que la reina Isabel II estaba embarazada de su primer hijo, el príncipe Carlos.
La actriz reconoció una vez que el duque había ido a visitarla a su camerino, pero siempre negó que hubiera tenido una aventura con él. “Mi vida hubiera sido mucho más fácil si, en lugar de haber entrado en mi camerino sin ser invitado, el príncipe Felipe se hubiera ido a casa con su mujer embarazada esa noche en cuestión”, se quejó una vez Kirkwooda, molesta con el duque por no haber emitido nunca un comunicado para desmentir un rumor que fue tan perjudicial fue para su carrera.
La cantante francesa Hélène Cordet, una amiga de la infancia del duque de Edimburgo, o incluso la princesa Alejandra de Kent, prima carnal de Isabel II, son otras de las mujeres con las que se relacionó al marido de la reina después de que trabara amistad con ellas. Parece, no obstante, que en su caso lo de “amigas entrañables” no era ningún eufemismo.
Es lo que apuntó la duquesa de Abercorn cuando, en 2004, accedió a hablar con uno de los biógrafos de la familia real británica sobre su supuesto affaire con el príncipe Felipe, de quien se hizo amiga en los años sesenta por su común interés en las teorías del psicólogo Carl Jung. “Tuvimos una amistad apasionada, pero la pasión estaba en las ideas. No me fui a la cama con él”, aseguró entonces. El príncipe Felipe, añadió la duquesa, “necesita compañeros de juegos, alguien con quien compartir sus inquietudes intelectuales”, pero esos juegos nunca fueron de cama. “Lo dudo mucho. No, estoy segura de que no”, afirmó al ser preguntada si pensaba que podría haber mantenido relaciones sexuales con otras de sus amigas.
Las palabras de la duquesa de Abercorn podrían explicar la naturaleza de la relación que existía desde 1975 entre el duque de Edimburgo y lady Penny Brabourne, la aristócrata que encabeza todas las listas de supuestas amantes del marido de Isabel II. El príncipe Felipe la conoció durante un partido de polo cuando era novia del conde Mountbatten de Birmania, uno de sus ahijados, y a partir de entonces se hizo amigo de ella.
En la hemeroteca, el duque de Edimburgo y lady Penny aparecen asistiendo a competiciones de equitación o participando en las carreras de enganche, un deporte en el que la aristócrata fue muchas veces su compañera. Cuando en 2010 su marido la abandonó para huir a las Bahamas con otra mujer, el duque de Edimburgo se convirtió en el principal apoyo de lady Penny, a quien por su parte se le atribuye el haberle convencido para que renunciara a su carnet de conducir después del accidente de coche que sufrió en 2019.
Según los rumores, su amistad iba más allá de su común interés por el deporte y hace años que se hicieron amantes con el consentimiento de la propia reina Isabel II, que solía invitarla a sus palacios. Las imágenes de la reina compartiendo coche con lady Penny en 2017 para asistir a una misa en la iglesia Sandringham o en el castillo de Windsor, sin embargo, podrían ser solo una señal de que la monarca estaba convencida de que se trataba solo de una buena amiga de su marido. La reina quizás haya creído siempre en las palabras que le soltó una vez el duque de Edimburgo a una periodista cuando esta le preguntó por sus supuestas infidelidades:
“Pero por el amor de Dios. ¿Alguna vez te has parado a pensar que desde hace años no voy a ninguna parte sin que un policía me acompañe? ¿Cómo demonios iba a esconder una cosa así?”.