La paranoia y la realidad pueden conformar un combo difícil de eludir cuando se trata de analizar el contexto actual y las distintas amenazas que asechan a la humanidad, desde el cambio climático a los múltiples conflictos étnicos, religiosos o bélicos.
Tras la guerra entre Rusia y Ucrania, y las constantes amenazas de la potencia mundial sobre el empleo de arsenal nuclear, la posibilidad de vivir en búnkeres que resistan a cualquier hecatombe volvió a tomar forma tras el fin de la guerra fría.
Sin embargo, la modernidad y la tecnología han dejado en el olvido los viejos espacios subterráneos, húmedos y oscuros tan característicos de las películas de Hollywood, para darle paso al lujo.
Larry Hall es un estadounidense excontratista del Gobierno que tiene 64 años y decidió dedicar parte de su vida a convertir silos de misiles abandonados en una serie de lujosos rascacielos invertidos que sirven como ‘refugio’ ante cualquier amenaza de fin de la humanidad.
Según lo detalla La Nación, el hombre comenzó a desarrollar su primer condominio de supervivencia en la zona rural de Kansas en 2010, pero luego de un aumento en el interés en medio de la pandemia, ahora tiene varios más en carpeta a lo largo y ancho de Estados Unidos, Europa y Asia.
Cómo es un búnker de lujo
Con quince pisos y a más de sesenta metros bajo tierra, el silo se divide en catorce departamentos de lujo que contienen todas las comodidades. Posee cada mole una piscina de 75 metros, un spa y sauna de lujo completo, una sala de cine, un salón, un gimnasio, un muro de escalada, un campo de golf, un campo de tiro bajo techo y un parque para perros.
Cada habitación también viene equipada con “ventanas virtuales” que ofrecen una vista en video del mundo exterior para ayudar a los residentes a combatir el encierro de la cabina.
Pero la variedad no termina ahí: tienen supermercado, centro médico, salón de clases y laboratorio de acuaponía para que los residentes cultiven sus propias frutas y verduras.
Lo más importante: resistir bombas atómicas
El ‘refugio’ puede resistir una ojiva nuclear de 20 kilotones -como la lanzada sobre Nagasaki- que detone a menos de un kilómetro de distancia. El complejo está hecho de un cemento especial que puede doblarse varias pulgadas sin romperse después de una onda de choque nuclear que resiste una explosión que viaja a una velocidad de hasta más de tres mil kilómetros por hora.
“El objetivo es proteger a los residentes de una amplia gama de amenazas que podrían acabar con el mundo, desde una guerra nuclear hasta una pandemia, el impacto de un meteorito y los disturbios civiles. Estos son búnkeres de lujo reforzados con tecnología nuclear que están diseñados para proteger a cualquier residente tanto física como mentalmente”, detalló Hall a The Sun.
Ahora bien, el fin del mundo sí es para persona de bajos recursos ya que quienes pretendan acceder a estos complejos no son ningunos ‘secos’ de efectivo. El emprendimiento ubicado en Kansas tiene suite estilo habitación de hotel de 84 metros cuadrados cuyo valor arranca en los en 500 mil dólares, con penthouses de varios niveles más grandes de 334 metros cuadrados por $ 4.5 millones y todos han sido adquiridos desde entonces.