Comenzó este lunes el juicio de por tragedia aérea del vuelo Río-París ocurrido en 2009. Los directivos del fabricante Airbus y de la aerolínea Air France rechazaron cualquier error y expresaron su compasión, lo que provocó el enojo de algunos familiares de las 228 víctimas del accidente.
A 13 años del accidente aéreo, la sala del tribunal correccional de París se hallaba abarrotada. Según informó la agencia de noticias AFP, el juicio durará hasta el 8 de diciembre.
Poco antes, el presidente ejecutivo de Airbus, Guillaume Faury, y la directora general de Air France, Anne Rigail, escucharon rodeados de sus abogados de qué se acusa a ambas empresas, antes de tomar la palabra en la primera sesión.
“Estoy delante de ustedes para expresar, en nombre de Air France, nuestra más profunda compasión a los allegados de las víctimas”, dijo Rigail.
La directora general de la empresa subrayó que la compañía continuará colaborando con la justicia, pero negó que cometieran una “infracción penal” vinculada con el accidente, tal y como defendió también a lo largo de la investigación Airbus.
Faury, por su parte, también expresó ante el tribunal su “profundo respeto” por los familiares de las víctimas, a lo que la presidenta de la asociación de familiares de víctimas Entraide et Solidarité AF447, Danièle Lamy, respondió desde la sala: “¡Demasiado tarde!”.
“Hace trece años que esperamos este momento. Es una vergüenza, señor. ¡Debería avergonzarse!”, abundó el vicepresidente de esta asociación, Philippe Linguet, antes de que la presidenta del tribunal pidiera calma.
La tragedia del vuelo Río-París
El 1 de junio de 2009, el avión del vuelo AF447 se estrelló en plena noche, casi cuatro horas después de despegar de Río de Janeiro. Sus 216 pasajeros y 12 miembros de la tripulación murieron en el accidente.
El avión, que había entrado en servicio cuatro años antes, transportaba pasajeros de 33 nacionalidades: 61 franceses, 58 brasileños y 28 alemanes, así como italianos (9), españoles (2) y un argentino, entre otros.
Los primeros cadáveres y restos de la aeronave fueron hallados días después, pero el aparato se localizó casi dos años después, el 2 de abril de 2011, a 3.900 metros de profundidad en la cuarta fase de búsqueda.
Las cajas negras confirmaron que los pilotos, desorientados por una falla técnica en medio de la noche cerca del Ecuador, fueron incapaces de frenar la caída del aparato, que se produjo en menos de cinco minutos.
Ahora, el tribunal debe determinar si Airbus y Air France, que enfrentan una multa de 225.000 euros (unos 220.000 dólares), cometieron errores vinculados con la tragedia, monto que nada tiene que ver con las indemnizaciones que deberían recibir los familiares de las personas fallecidas.
Para el sindicato de pilotos del grupo Air France (SPAF), es “esencial que un tribunal pueda escuchar a todas las partes y pronunciarse sobre las diferentes responsabilidades durante un proceso público, donde se pondrá de manifiesto la importancia de la seguridad de los vuelos”.
Según los informes de peritos, el congelamiento de las sondas de velocidad Pitot provocaron una perturbación en las mediciones de velocidad del Airbus A330, lo que desorientó a los pilotos hasta que perdieron el control del avión, informó Télam.
Para la corte de apelación, que dio marcha atrás en los sobreseimientos, Air France no implementó una “formación adaptada” ni la “información” necesaria para que los pilotos pudieran “reaccionar” a ese fallo técnico.
A Airbus se le juzga por “subestimar la gravedad” de los fallos de las sondas de velocidad, por no tomar las disposiciones necesarias para informar de urgencia a las tripulaciones ni formarlas eficazmente.
Los fallos en las sondas se multiplicaron en los meses precedentes al accidente. Tras la catástrofe, el modelo se cambió en todo el mundo y se introdujo una formación reforzada sobre la pérdida de altitud.