Hay un contexto adverso para aprobar la nueva Constitución en Chile. De acuerdo a los resultados de nuestra encuesta en la Región Metropolitana de Santiago (*), el 54% votaría por el “Rechazo” y el 37% por el “Apruebo”, mientras que el 9% responde que está “indeciso” en relación al plebiscito del 4 de septiembre. Pero no está dicha la última palabra. Hay que reconocer que en el último tiempo el valor predictor de las encuestas está bajo la lupa. Además, las dos semanas previas al plebiscito son cruciales para las campañas y los indecisos.
Pero lo que si muestran las encuestas es el clima de opinión que atraviesan las sociedades antes de un escenario electoral. En este sentido analizamos en qué contexto se desarrolla esta histórica votación.
En nuestra encuesta, circunscripta a la Región Metropolitana de Santiago, el 59% siente “desilusión” y el 37% siente “esperanza” en relación al gobierno de Gabriel Boric. Los argumentos de los desilusionados son “el incumplimiento de sus promesas”, “la falta de experiencia y aptitud del presidente”, “la mala gestión del gobierno” y el “aumento de la delincuencia”. En cambio, las personas que sienten esperanza de basan que Boric es un “presidente joven”, que “representa el cambio que Chile necesita”, y que entiende “los reclamos de los trabajadores”.
A este sentimiento mayoritario de desilusión con el rumbo del país, hay que sumar la creciente preocupación por el aumento de la delincuencia. Cerca del 50% responde que el principal problema de Chile hoy en día es la inseguridad.
Como si fuera poco, la inflación también golpea el ánimo de los chilenos. No están acostumbrados a la incertidumbre que genera la inflación y al miedo que genera la inseguridad. Este conjunto de problemas hace que el proyecto de la nueva Constitución genere más dudas que certezas y por eso su aprobación, ahora, parece improbable.
¿Qué pasará con los reclamos sociales del 2019 si gana el rechazo a la nueva Constitución? Gabriel Boric es presidente porque se comprometió a representar los reclamos de “justicia social” que derivaron en las protestas de 2019. No puede despegarse de ese mandato y tendrá que buscar un Plan B para mantener la esperanza de sus votantes en su gobierno. En este escenario aumenta el valor de la negociación política en el Congreso.
¿Es un triunfo de la derecha que gane el “rechazo”? Probablemente sea un alivio para la centro-derecha chilena, sin embargo, no deberían tomarlo como una victoria propia. Las demandas del 2019 siguen vigentes, más allá del resultado del plebiscito, así que el desafío para la centro-derecha es asimilarlas, más que rechazarlas o negarlas. Si Chile mira para este lado de la cordillera va a ver que el debate político polarizante no resuelve las cuestiones económicas: ni las de crecimiento, ni las de distribución.
¿Qué puede aprender la región del caso Chileno? Que hay poco margen para los extremos ideológicos y que las promesas de la derecha y la izquierda resultan atractivas para las campañas electorales, pero se convierten en un “bumerang” a la hora de gobernar. Prometer es gratis, pero improvisar es muy caro. Hoy Latinoamérica es un foco de atención global por su potencial económico y por su posición político-comercial entre EE.UU y China. Esto es algo que comprenden muy bien Lula y Fernando Henrique Cardoso que sellaron un acuerdo para que el compañero de fórmula de Lula sea su “ex enemigo”, Gerardo Alckmin.
(*) Muestra: 500 casos con metodología online. Error muestral: 4,5% para un nivel de confianza del 95%. Fecha: 16 al 17 de agosto de 2022. Universo: Residentes en la Región Metropolitana de Santiago. Ponderación en base a datos censales de sexo, edad, nivel educativo y zona de residencia.
El autor es analista político y director de Fuente Primaria