La presidencia británica de la XXVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático (COP26) de la ONU, que se celebra hasta mañana en Glasgow, presentó ayer un borrador del acuerdo final que reconoce que los países deberán aumentar sus compromisos climáticos para 2030 antes de la próxima COP28, que se celebra en 2023, y alinearlos con sus estrategias de descarbonización a largo plazo, como tarde en 2022. De acuerdo con el borrador del texto, se mantiene el objetivo de mantener en 1,5ºC el incremento de temperatura global del planeta de aquí a final de siglo y urge por primera vez a los países a acelerar la eliminación de las subvenciones al carbón y a los combustibles fósiles.
Sin embargo, el texto no incluye una fecha concreta para aumentar la financiación de la adaptación, un aspecto que podría ser incluido en próximos borradores, según las consultas ministeriales que realice la Presidencia de la COP.
La responsable de Justicia Climática de la ONG “Amigos de la Tierra”, Cristina Alonso, lamentaba que todo el texto “invita”, “da la bienvenida”, “anima” pero “muy pocas veces se hace referencia a la urgencia real que la ciencia” apunta ni a la responsabilidad histórica diferenciada de los distintos países. A su juicio, si el acuerdo continúa por esta línea “se estará alejando del concepto de equidad y de derechos humanos” por ello, reclamaba que el acuerdo de Glasgow no puede basarse en la buena voluntad de los países, en especial de los más contaminantes, sino que debe basarse en la responsabilidad histórica del norte Global y en los impactos que ya están sufriendo los países del sur. “El principio de equidad en los compromisos, responsabilidades y financiación, y la Justicia Climática deben estar en el corazón del acuerdo”, insistió.
En la misma línea, Greenpeace reclamaba un texto “mucho más sólido” en materia de financiación y adaptación con “cifras reales” y un plan de ejecución y critica que mientras el borrador pide una eliminación acelerada de las subvenciones fósiles y del carbón, Arabia Saudita y Australia “trabajan para sabotear esta parte antes del final de la conferencia”.
Así, reclamaba a los ministros que en los próximos tres días Glasgow no den “una patada hacia adelante al clima una vez más”. La directora ejecutiva de Greenpeace International, Jennifer Morgan, advertía de que este texto “no es un plan para resolver la crisis climática” sino un acuerdo para cruzar los dedos y que salga lo mejor posible. “Es una petición para que los países, quizás, puedan hacer más el próximo año. Pero esto no es suficiente y los negociadores no deberían ni pensar en salir de esta ciudad hasta que hayan llegado a un acuerdo a la altura del momento. Porque, con toda seguridad, este no lo está”, apostilló.
Morgan, que participa en el desarrollo de la Cumbre, no está extrañada de que los niños “estén furiosos” con este texto si este es “lo mejor que se les ocurre” a los gobernantes y urge a impulsar un texto “mucho más sólido” en aspectos como la financiación y adaptación que incluya cifras “reales de cientos de miles de millones, con un plan de ejecución para que los países ricos apoyen a las naciones menos desarrolladas”.