“No éramos bienvenidos, pero eso ha cambiado”, dicen los defensores de la energía nuclear, empezando por el jefe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que fueron a promover sus méritos a la COP26 de Glasgow.
“Esta COP es quizás la primera en la que la energía nuclear tiene un lugar en la mesa de negociación, se la tiene en consideración y puede hablar sin la carga ideológica que existía antes”, dice a la agencia AFP el argentino Rafael Mariano Grossi, director general del organismo.
En los años posteriores al accidente nuclear de 2011 en la central japonesa de Fukushima, hubo una creciente reticencia, pero ahora “han cambiado las tornas”, asegura. “La energía nuclear es parte de la solución al calentamiento global. No es una panacea, puede que no sea para todos, pero ya proporciona más del 25% de la energía limpia”. “Sin ella, no lo conseguiremos”, defiende Grossi, abanderado de esta causa desde que asumió el cargo en diciembre del 2019.
“Mi primera COP fue en Madrid”, a finales de aquel año, recuerda. “Fui allí a pesar de la idea generalizada de que la energía nuclear no sería bienvenida. Ahora no solo no es mal recibida, sino que despierta gran interés”, agrega. En Glasgow, se entrevistó con ministros y otros responsables, explicando que estas tecnologías pueden sustituir a los combustibles fósiles.
Al mismo tiempo, el átomo conlleva grandes riesgos: accidentes, complicado almacenamiento y tratamiento de residuos altamente radiactivos durante miles de años, costes elevados... todos ellos argumentos que movilizan en su contra a varias oenegés. Pero Grossi defiende que las críticas hacen aguas.
“Hay que ver los hechos”, dice. “En Francia representa más del 70% (de la electricidad), en Estados Unidos el 20%, en Rusia lo mismo... La energía nuclear nunca se detiene”, argumenta.